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AMFAv "EN EL DESPACHO" (JMS)



ANTONIO GAUDÍ Y SU CASA CALVET, EL ÚNICO PREMIO QUE CONSIGUIÓ EN VIDA




                         En 1898 se le encargaba a Gaudí por segunda vez una casa que debía ser una más en línea, insertada entre otras dos. Así fue en el Palau Güell en 1886 y ahora doce años más tarde en el nº 48 de la calle de Caspe, en pleno barrio llamado entonces de los fabricantes, zona acomodada de la ciudad aunque  apartada cuatro manzanas de la yema social que significaba el Paseo de Gracia barcelonés.
           
   Como cualquier otra de nuestro arquitecto, el comienzo de esta obra tuvo sus avatares. El técnico municipal era Pere Falqués Urpí, su colega artífice de las soberbias farolas de la Avenida Gaudí, el Paseo de Gracia y el Paseo de San Juan, que acompañan cuatro realizaciones del maestro. Pero en mayo de 1898, Falqués era además un funcionario al servicio de la ciudad y cumplió su obligación rechazando los planos de la Casa Calvet, censurando el perfil de aquel curvilíneo acabado que superaba en altura lo ordenado para la calle de Caspe.

   Gaudí solucionó el problema devolviendo los planos con una línea roja que tachaba los ondulados remates y avisando de que si no le permitían hacer su obra como la había concebido, la dejaría así, descabezada a la brava. Comprobar que al final hizo lo que le vino en gana y no rectificó la altura, está al alcance de cualquiera que alce la vista al pasar por una finca que parece dispuesta a continuar su oleaje a lo largo de la calle. Argucia que le valió en su momento una denuncia de los inspectores, con su consiguiente sanción municipal ordenando suspender las obras. La importancia del cliente hizo que una vez más el consistorio claudicara, y todo quedase olvidado, al ser elegido oportunamente por el Ayuntamiento como el Mejor Edificio de 1900.


Imagen de la Casa Calvet. Puede apreciarse la altura que sobresale de las fincas adyacentes.

El plano original de la casa, con la línea que trazó Gaudí como amenaza.

Placa conmemorativa del Premio que se encontraba en la fachada y hoy desaparecida.

Modelo del Diploma concedido al arquitecto.


    UN ACTOR, UN MÁRTIR Y UN NOTARIO
           

IGNACIO SEMMELWEISS, EL MÉDICO QUE NUNCA SE RINDIÓ


                     
Al Dr. Victor Julio Marí Balcells, quien
durante una entrevista en 2004 para
 Historia16, me habló de Semmelweiss.
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                             …Me habría gustado mucho que mi descubrimiento fuese de orden físico. Porque se explique la luz como se explique, no por eso dejará de alumbrar, ya que en nada depende de los físicos. Pero, por desgracia, mi descubrimiento depende de los tocólogos... ¡Asesinos! Llamo yo a todos los que se oponen a las normas que he prescrito para evitar la fiebre puerperal. ¡Contra ellos me levanto como resuelto adversario, tal como debe uno alzarse contra los partidarios de un crimen! Para mí no hay otra forma de tratarles, que como asesinos. ¡Y todos los que tengan el corazón en su sitio pensarán como yo!… No es necesario cerrar las salas de maternidad para que cesen los desastres que deploramos, sino que conviene echar a los tocólogos, ya que son ellos los que se comportan como auténticas epidemias…

                Y con esto ya está todo dicho…       


Fragmento de la carta enviada por el médico Ignaz Semmelweiss 
sobre  1854, a todos sus colegas profesores de obstetricia.



Escena de la disposición de Semmelweiss sobre el lavado de manos, que le valio la expulsión.
(Imagen de la portada de la revista Enfermedades Emergentes Efectious. Vol. 7, nº 2, 2001)
A los 39 años, en 1857, el doctor Semmelweiss


 ¡LÁVENSE LAS MANOS!