ANTONIO GAUDÍ Y EL FÚTBOL. UN SIGLO ENTRE RIUDOMS Y LAS EMOCIONES

 

                                          Aquel día de 1923, en el estudio de Antonio Gaudí en la Sagrada Familia se escuchaban las voces de sus amigos, familiares y vecinos del pueblo de Riudoms, en Tarragona, llegados a Barcelona tras viajar más de 100 kilómetros para  visitarlo. 

   El venir a la gran ciudad y acercarse al templo llevándole toda clase de productos de la tierra, en especial los frutos secos por los que el lugar era conocido desde antiguo, las avellanas, no era un hecho aislado. La llegada de habitantes de Riudoms trayendo algún obsequio para el querido vecino que para ellos era el Antoni del Mas de la Calderera, más que un esfuerzo constituía un placer, un honor que se repetía a menudo.

  Aun así, la jornada citada fue especial por el motivo que todos los presentes iban comentando mientras entraban en el espacio privado del arquitecto. 

  Este, que se encontraba sentado ante su mesa haciendo unos cálculos, levantó la cabeza y se los quedó mirando fijamente con sus grandes ojos azules, aquellos a los que el pintor Juan Bautista Porcar describió "tan fieros como los del tigre del parque". Sorprendido por su reacción, el representante del grupo no esperó más y con voz entrecortada inició su parlamento agradeciéndole a Gaudí la generosa cesión de un terreno de su propiedad sito en Riudoms, conocido como El camp de les Sorts, (1), con destino a ser utilizado por los futbolistas del lugar como campo deportivo.  

   Se trataba de una parcela bastante accesible -"Sin huecos ni piedras"-, puntualizó el portavoz-, donde los jóvenes que empezaron jugando al fútbol en la villa ante la fachada de la iglesia de Sant Jaume Apóstol, podrían entrenar y celebrar con seguridad los partidos del nuevo deporte al que dedicaban su tiempo libre los integrantes del ya recién inaugurado C.D. Riudoms. 

  Visiblemente emocionado ante tal demostración de afecto, Gaudí rompió la austeridad expresiva que le caracterizaba y abandonando el trabajo se levantó, dirigiéndose a sus vecinos con los brazos abiertos y una respuesta en diez palabras que a partir de entonces se convertiría en lema eterno e irrebatible para la villa de Riudoms, acerca de dónde había anclado Antonio Gaudí su sentido de pertenencia (2):

 

No teniu que agrair-me res.

Jo, pel meu poble, tot! (catalán)

 

No tenéis que agradecerme nada.

¡Yo, por mi pueblo, todo! (castellano)   

Imágenes de futbolistas entrenando junto a la Sagrada Familia. c. 1924

Antonio Gaudí en 1924.

La gran aceptación barcelonesa hacia el nuevo deporte. c 1920. 

Estudio de Gaudí en la Sagrada Familia. 

Iglesia de Sant Pere en Riudoms en la actualidad.

"JO, PEL MEU POBLE, TOT!" 

Fin de la discusión.

Publicado en Gaudí y Más. 20 de mayo de 2024

                                   

                                          Antonio Gaudí Cornet fue un niño enfermizo al que su padre, Francesc, transportaba desde Reus a Riudoms durante las crisis agudas de reumatismo y ahogo que lo postraban en cama, con la esperanza de que sanara aspirando el aire puro del entorno rural de su pueblo, Riudoms. El ir tumbado en la misma tartana familiar donde el cabeza de familia trasladaba los alambiques y demás calderería de su negocio, el moverse al aire libre sin tener que sufrir el espacio cerrado de la escuela, eran para el pequeño un goce aventurero y sanador.

   Visto hoy diríamos que Francesc, aquel hombre artesano e inquieto, interesado por las nuevas tendencias naturistas y seguidor del abate Kniepp con sus prácticas de baños, ejercicio y alimentos sanos no andaba equivocado, ya que poco a poco fue consiguiendo mejorar al hijo a base de lo que entonces eran unas teorías revolucionarias, hasta llegar a convertirlo en un adulto que vivió 73 años bastante saludables.  

   El ejercicio físico era una más de las pautas del Abate Kneipp, el sacerdote médico precursor del naturismo y demás tesis de la medicina natural, de quien Francesc empezó siendo un fiel seguidor para más adelante tener en su hijo un convencido practicante. 

 

El padre de Antonio Gaudí, Françesc

Una tartana catalana sobre 1920.

El Mas de la Calderera restaurado, en la actualidad

Bajo el punto rojo, la estatua de Gaudí rodeada por la población 

de Riudoms. (X.F.T.)

La figura de Gaudí en las escaleras de la plaza, un vecino más.

(X.F.T.)

Portando un modelo de los pináculos.

(X.F.T.)

Dos remates ya instalados en las torres. 

(skyscrapercity.com)

El escultor Joan Serramià trabajando en la escultura de

 Gaudí antes de fundirla. (DiarideTarragona)

                                             Atención a la pieza que sostiene Gaudí en su mano derecha, mucho más que una flor o un adorno modernista. Se trata de un documento que valdrá la pena observar a quienes se interesan a fondo por la obra del maestro, ya que representa una de las creaciones que acabaría utilizando, recubiertas por cristal de Murano, como remate de los rompedores pináculos que puntean las torres de la Sagrada Familia. Mi felicitación al escultor Serramià por la profundidad de su investigación, no al alcance de todos los divulgadores. 

   Gaudí ya había demostrado en 1914 al entrevistarse en privado en su casa del Parque Güell con uno de los máximos vanguardistas europeos, que no era el anciano inmovilista que muchos creían (3). A sus 62 años continuaba bien atento a las novedades constructivas y tenía infinitas inquietudes plásticas que ignoraban muchos que creían conocerlo. De ahí la sorpresa de quienes hoy quedan impactados al contemplar la increíble modernidad de la fachada de La Pasión, al enterarse de que sus formas no eran, como daban por hecho los no conocedores, un diseño del escultor de las figuras del portal, Josep Mª Subirachs, sino el último proyecto salido del lápiz y la visionaria imaginación del genio (4).

Varios de los equipos y escuelas que componen la entidad del C.D. Riudoms

                                       

                                                                Acerca de las declaraciones de Gaudí con respecto a su relación con Riudoms considero interesante la aportación de las confidencias del jurista y político, periodista y  embajador Carles Sentís, barcelonés también con una añorada infancia en su paterna Riudoms, sobre el sentimiento de pertenencia a esa misma tierra, valorando su propia experiencia como hijo y nieto de riudomenses. Según Sentís contó a la autora:

   “… Está esa foto fantástica de Gaudí con la escopeta al hombro formando parte del Somatén de Riudoms. Eso en un hombre tan pacífico es un documento extraordinario. Como mi padre, que también vibraba con Riudoms, aunque mi padre se hizo del Somatén de Barcelona (donde era médico)… Salían a formar con los vecinos cuando oían tocar las campanas convocándolos. De ahí viene la palabra "somatén": “Som atents”, “Estamos atentos”... (5). 

  “… Comprendo perfectamente el sentimiento de Gaudí. Yo fui a la escuela por primera vez en Riudoms resistiéndome heroicamente a marchar a Barcelona... porque yo no quería irme de allí, era feliz en el pueblo con el gran secreto que no conocen los niños de ciudad que viven en una libertad vigilada siempre de la mano de los mayores. La gran libertad, la increíble libertad que tienen los niños de los pueblos desde los 3 o 4 años, el corretear por las calles con los amigos, yendo de casa en casa, de un barrio a otro, siempre que estés en casa a las horas que te digan...

 “ - Que quede claro que yo no afirmo que Gaudí fuese nacido en Riudoms, pero si estoy seguro de que sus sentimientos, como los míos,  eran de allí y lo entiendo perfectamente, porque yo mismo los experimenté al pasar largas temporadas en el pueblo con mi abuela Plácida Vilanova y mi tío el canónigo Plácido Sentís... Sobre todo en los últimos años de su vida, le oí comentar a mi tío Plácido, que (Gaudí) siempre hablaba de Riudoms como "su pueblo"...

Con su arma al hombro, Antonio Gaudí formando con sus vecinos de

Riudoms. 

Un joven Carlos Sentís Anfruns

Carlos Sentís durante mi entrevista en el Centro Internacional de 

Prensa de Barcelona, con motivo de su Presidencia. (A.Mª.F.)

En la Sagrada Familia durante la presentación de

mis dos primeros libros sobre Antonio Gaudí. Carlos Sentís

 en el centro junto a Joan Bassegoda Nonell, Director de la

Cátedra Gaudí.

                              El espíritu del arquitecto en Riudoms ya había calado de manera similar a lo que sigue sucediendo hoy, más de 100 años después, en la zona de la Sagrada Familia de Barcelona donde su recuerdo flota por todos los rincones del barrio. 

   Para comprobarlo bastará acercarse a sus calles y plazas, leer los rótulos de las calles y de tantos infinitos negocios cuyas imágenes honran y festejan al inolvidable vecino a través del nombre, logo, colorido, diseño,  publicidad, escaparates, restaurantes, hoteles, vídeos...

  Ahora volvamos al inicio del texto donde unos deportistas se entrenaban camino del mar, allí, con el cielo mediterráneo prestando su luz del nordeste a los jugadores, para finalizar desde ese mismo costado del templo un siglo más tarde, observando desde la terraza de un hotel las evoluciones de otro futuro futbolista.

    Todos ellos formando equipo junto a las torres, símbolos de futuro: 

             

Fútbol en la terraza del Hotel Sercotel Rosellón, BCN

Ana Mª Ferrin