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AMFAv "DESPACHO" (JMS)



ATENTADO DE HIPERCOR. AQUELLA TARDE


"Estaba frente a mi coche y de repente me sentí lanzado hacia atrás como en un columpio. Debí perder el conocimiento unos segundos porque lo siguiente que recuerdo es un gran dolor en la nuca y tos, mucha tos y arcadas, y los ojos llenos de lágrimas por el humo. Di unos pasos hacia delante con la suerte de tropezar con mi coche y tuve el reflejo de agarrarme a la pared de la derecha y así, orientándome por la posición del coche, empecé a salir a tientas, porque verse no se veía a un metro....


ATENDIENDO A LAS VÍCTIMAS DEL ATENTADO DE HIPERCOR
Publicado en Sant Andreu Expréss.


                 ...Entonces oí a mis espaldas: ¡Ayudadme, ayudadme!. Me volví y lo que vi me paralizó de terror. Era un hombre, no sé la edad que tendría, la cara en carne viva con unas tiras de piel negra por las que goteaba la sangre de unos cortes. No le vi los ojos. Las manos también sangraban e intentaban sujetarme. No puedo explicar cómo fue, pero mis piernas empezaron a correr agarrando la pared, tropezando con gente que entraba, gritando enloquecido hasta que me pararon a la fuerza a la salida, porque si no no sé adónde habría llegado. Pasó bastante tiempo hasta que pude serenarme y pensar qué habría sido de aquel hombre. Por entonces ya salían las camillas con los heridos y no me atreví a contárselo a nadie. No puedo quitármelo de la cabeza. Si le hubiera ayudado... Qué habrá sido de él?..."


                Nueve días después, los veintidós años de este vecino del barrio del Congreso no se han repuesto de la experiencia. Y como él, de forma más o menos fuerte, más o menos cercana, todos hemos sido tocados por la tragedia, hasta el punto que la pregunta "¿Qué hacías la tarde del Híper?" ha quedado como un clásico para la pequeña historia de esta esquina de la ciudad. Esa fue una de las tres partes del mosaico, la maldita. La segunda la componen los comunicados de ETA y Herri Batasuna, a cual más delirante. Y para cerrar, la actitud de nuestros gobernantes en esta situación límite.

                 Inadecuadamente aséptica la de Felipe González. No, señor Presidente del Gobierno. No se les puede hablar de "cabeza fría" o autocontrol a quienes están con los padres o los hijos aún calientes en el depósito del Hospital Clínico, eso puede hacerse cuando antes se ha llorado con los familiares y se ha corrido hacia los hospitales como hicieron el Sr. Maragall o el Sr. Pujol, y sin estar de elecciones. Después de viajar desde Brasil hasta Madrid, seiscientos kilómetros no eran nada, Sr. Presidente.

                  Quien sí estuvo a una altura no ya de gobierno, sino de Estado, fue el President de la Generalitat, apartando la hojarasca con su comunicado, y en un modelo de concreción, sintetizar que hoy nuestro pueblo se divide en dos únicas partes, los que ponen bombas y los que no ponen bombas, y sólo a los primeros cabía culpar de los asesinatos.

                        ¿Por qué precisamente en el distrito de Sant Andreu, donde las pintadas de H.B. rodeaban el Híper? ¿Ignoraban los etarras que los nuevos propietarios del establecimiento habían reforzado los soportes, lo que impidió que el rascacielos se viniera abajo con sus oficinas, clínicas, academias, etcétera repletos de empleados y arrastrando posiblemente a edificios colindantes? ¿Era eso lo que buscaban, no una tragedia sino una debacle que dejara marcada a la ciudad y al país?. ¿Qué puntos turísticos recibirían a quienes desestimaran nuestro suelo para sus vacaciones?¿A quién beneficiaría una nación desestabilizada en las conversaciones sobre retirada de bases? La verdad es que el humo se ha disipado, pero el dolor y las incógnitas se han quedado flotando en el aire de Sant Andreu.

Ana Mª Ferrin

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