Ya no es cuestión de cocinar una paella en pleno campo, como cuando no éramos europeos y se nos disculpaba la salvajada porque se comprendía que estábamos por civilizar. Aunque fijaros qué cosa más curiosa, entonces era rarísimo ver arder nuestros bosques. Hoy mejor serán para nuestra imagen comunitaria unos filetes de merluza sin piel ni espinas cortados a tiras, macerados dentro de una espuma de ajo, laurel molido, perejil, sal y aceite, conseguida con una batidora y rebozadas en una mezcla de harina, huevo, levadura y azafrán, fáciles de guardar y transportar.
Cartuja de Santa María de Montealegre, Tiana, Barcelona. Día de niebla. (Foto: Carquinyoli from Badalona) |
EL PAISAJE