A principios de
los 80, alguien utilizaba el cierre
metálico de un almacén frente a mi casa como su personal muro de lamentaciones.
Casi a diario aparecían consignas de lo más creativo pintadas a brocha con pintura
negra, luego repintadas con otras en blanco, en negro, otra vez blanco y así
continuamente. Nunca supe de su autor, ni si eran originales o copiadas de algún texto.
Dos de ellas me quedaron grabadas.
Una,
¡¡DIVORCIO, YA!!, surtió su efecto porque pocos meses después de aparecer la
pintada, la Ley de Divorcio se aprobó en el Parlamento.
La segunda se fijó en mi mente como concepto inquietante de un color, cada vez que veía un retrato donde reinaba el amarillo como símbolo. La frase era la siguiente y acabo de verla reproducida en un poster:
LA
VIDA DEBERÍA SER SIMPLE, AMARILLA:
AMAR-Y-YA
La sargantana (lagartija). Ramón Casas |
DE CASAS A KANDINSKY, EL COLOR DE LA LUZ