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En la Galería
Snacheeribo se inauguraba la exposición de José Luis Barcelona. Periodista, sí, pero no sólo. También era el pintor interesado en el dibujo desde niño, que asistió a clases en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza y que en esta ocasión reinterpretaba en sus lienzos la
obra de Antonio Gaudí.
En su muestra captaba la atención de los presentes
exponiendo composiciones que se dirían veladas por la contaminación o la
niebla. Las agujas de los campanarios de la Sagrada Familia y otros detalles
poco conocidos del maestro aparecían entre halos de gasa, acunados por gaviotas con las alas
abiertas. Los tonos, de una delicadeza sugerente. El dibujo,
muy trabajado, pasaba en un mismo lienzo de lo figurativo a lo abstracto casi
sin poder determinar dónde, en qué punto, empezaba o concluía cada estilo.
Allá por 1970 en
tiempos difíciles para la memoria de Antonio Gaudí, José Luis Barcelona era un
conocido presentador de Televisión Española, aparte de un artista pionero en
tomar las obras del arquitecto como fuente de inspiración, llevando en paralelo
su actividad pictórica y presentando exposiciones en los
lugares más variopintos. Viajando con sus cuadros desde Andorra a Tokio, de Canarias
a Yokohama, con una obra tan variada que algunas exposiciones suyas en
solitario daban la sensación de ser colectivas por la variedad de técnicas.
Sin
olvidar sus diseños de vajillas.
Y de vajillas y souvenirs trata la peripecia
que vivió el artista, cuando intentó la aventura de la autoventa de sus
creaciones.
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Una muestra de sus óleos |
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Periodista todoterreno. Imagen superior, preparando una conexión exterior.
Abajo, en plena entrevista doble, con Copito de Nieve y su cuidador. (rtve y APEI) |
UNA
AVENTURA EN LA SAGRADA FAMILIA