Durante un
largo viaje que hicimos en coche a través de los Estados Unidos en 1997,
deteniéndonos sin el más mínimo orden preestablecido en lugares que nunca señalarán
los mapas, descubrí que no existen diferencias entre los humanos. Con nuestras
peculiaridades todos somos de la misma pasta, queremos lo mismo, luchamos por
conseguir exactos puntos de confort. Sobre todo nos gusta confraternizar,
intercambiar experiencias y deseos. No ser esa masa que se desplaza de aquí
para allá como haría una maleta, acumulando conocimientos dispersos sin nunca estrechar una mano.
Importante será que por
encima de todo, vayas a donde vayas, después de conocer monumentos, museos,
centros comerciales y megaconstrucciones, en el momento que desees encontrar a
personas para sumergirte en la alquimia que producen esos contactos, busques los
pequeños barrios antiguos, la escala mediterránea trasplantada a cualquier punto del planeta donde te esperan sus lugares de negocio, con el dueño
trajinando tras el mostrador. Con él y otros parroquianos confiando su crónica de lo cotidiano, el retrato de la
villa te quedará completo.
Smoke. Harvey Keitel, William Hurt, Stockard Chaning, Harold Perrineau Jr. |
UN AZAR COTIDIANO