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AMFAv "EN EL DESPACHO" (JMS)



LAS MANOS DE NUESTRAS MADRES




…Era la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
...Y tú fuiste el milagro.
…Y la ternura, leve como el agua y la harina.

Y la palabra,
 apenas comenzada en los labios...

Pablo Neruda




     Sábado, agosto de 2018
     Me despierto y conecto la radio:
             
    
     7,44
   Génova, Italia. Mueren 43 personas al desplomarse un viaducto

     7,47
     Caracas, Venezuela. Entre la desgracia nacional de sus últimos gobiernos, responsables de una crisis devastadora que ha forzado un éxodo de casi 4 millones de habitantes del querido y antaño rico país, sus habitantes se enfrentan a una hiperinflación de la economía de 1.000.000%. 

     7,50                       
   Cornella, Barcelona, España. Un musulmán argelino intenta expiar su homosexualidad atacando con un cuchillo a una policía española y cae abatido por los disparos de la agente.

     7,55
    Elda, Alicante, España. Ingresa en el Hospital General un bebé de 15 meses intoxicado por cocaína y marihuna. Sus padres son detenidos.

     7,58
     Fountain Hills, Phoenix, Arizona, EE.UU. Ana Mae Blessing de 92 años mata a su hijo de 72, al saber que éste iba a ingresarla en una residencia geriátrica.
                        

                         Mientras manos siniestras llenan de dolor nuestros noticiarios, Samantha Lee, una mamá de Malasia, pone las suyas al servicio del cariño solucionando un problema vital... 

Osito de arroz cobijado por una tortilla francesa y su sabanita de queso. Ingeniosa y completa comida


    SAMANTHA LEE, INGENIO Y AMOR

EL ENOLA GAY Y TRES MADRES


           
                                   
                                            Fue a finales de 1999 y ella recuerda el día en que lo vio a la orilla del lago, frente a la fachada del Nacimiento en la Sagrada Familia de Antonio Gaudí. Era un visitante japonés de edad avanzada -pantalón negro, camisa blanca- que sacaba un collar de flores naturales a la manera hawaiana, de una bolsa roja de papel.

  Estaban a un metro de distancia, así que fue fácil que sus miradas se encontraran mientras él efectuaba la operación de colocar con delicadeza aquellas flores sobre el agua, tras lo cual procedió a sentarse en el banco, al lado de la observadora. Era evidente que el hombre se había dado cuenta del interés de la mujer por sus manejos, y sus ojos, apenas dos minúsculos tajos de mercurio, brillaban con la urgencia de quien desea comunicarse.

   - Señora -le dijo, bajando la cabeza. Recuperando la mirada, fija y solemne, se presentó con voz firme-: Mi nombre es Kenza. Vengo de Perú, soy de Hiroshima.

   Lo que siguió fue un discreto monólogo biográfico. 

  Su familia cercana había desaparecido a las 8,15 del 6 de agosto de 1945, borrada por la explosión de los 64 kilos de Uranio-235 contenidos en la bomba atómica lanzada por Estados Unidos sobre Hiroshima. Sus dos hermanos mellizos y el padre se cocieron -si, cocieron- en las aguas donde habían ido a bañarse. La madre -quizá aún pueda verse- dejó impresa su sombra en un muro del centro de la ciudad, fundida en la piedra. El los esperó todo el día, en una de las casas de acogida habilitadas en varios pueblos cercanos, donde los niños vivian una rotación de semanas fuera de los bombardeos ciudadanos. Era lunes, el día de la luna-...Tenían que haber ido a buscarme, pero no aparecieron...  

   -... Todas las aguas van al mar...-, aseguró convencido el señor Kenza, señalando el círculo floral que se deslizaba hacia el sumidero del estanque-. Mis flores se convertirán en polvo y luego ascenderán al cielo, donde está mi madre. Somos cristianos. Llegarán a sus manos.

    A la vecina de banco le pareció todo tan lógico que no añadió una palabra. 

  Sólo sonrió tendiendo su mano en silencio al viajero menudo y digno, representante de los hibakusha, la gente bombardeada, como acabaron nombrando en Japón a los habitantes que sobrevivieron a las dos bombas nucleares que el Presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, ordenó arrojar sobre  Hiroshima y Nagasaki.





... el visitante japonés colocó sobre el agua, con gran cuidado, una corona de flores...


TRES VÉRTICES