El 31 de diciembre de 1982 saltó la noticia de que se convocaba un Concurso Internacional para realizar un monumento dedicado al que fue el 122 President de la Generalitat de Cataluña, Francesc Macià. Las votaciones del Jurado dieron ganador a un curioso diseño de Joaquín Vaquero Turcios que proyectaba al cielo cuatro rayos láser rojos, pero tras fallarse el Premio se llegó a la conclusión de que la obra no reunía las condiciones que las autoridades buscaban, por lo que decidieron desestimarlo.
Llegar a la resolución del problema se demoró durante años. Hasta el día en que, con el Consistorio de acuerdo
en que fuese Josep Mª Subirachs el designado, se pusieron en contacto
con él para que se hiciera cargo del monumento desarrollando su propio proyecto. El escultor acababa de sufrir graves ataques dialécticos por aceptar su nombramiento como escultor de la fachada de La Pasión en la Sagrada Familia y se encontraba inmerso en la obra del templo, viviendo en su interior. Aún así, el encargo tenía múltiples atractivos emocionales y artísticos, por lo que contando con que su nombre se había decidido con el acuerdo de todo el Consistorio, se dispuso a realizar la obra. Pero contar con todas las bazas a su favor no iba a garantizarle la
tranquilidad.
Arriba, monumento a Francesc Macià, de Josep Mª Subirachs. Abajo, La Diosa de Josep Clarà, de espaldas al monumento. 2013. (A.Mª.F.) |
UN ENCARGO COMPROMETIDO