En este 2018 que dejamos, cuando
tantos niños han perdido la vida de forma
criminal, como los últimos emigrantes,
he querido traer el recuerdo de un abrazo
que a todos nos conmovió.
Y lo hago respetando nuestros comentarios
y respuestas de aquellos días, tal y como los sentimos.
Con la esperanza de que en el 2019, el hombre
no sea un lobo para el hombre...
A pesar de que a diario sucedan infinidad de gestos solidarios y heroicos que pasan por el mundo desapercibidos, sin que se nos ofrezca la posibilidad de enterarnos, ocultos entre el maremágnum de maldad y codicia que nos ofrecen los medios, atención.
Detengámonos en una de esas decisiones mínimas retomando la noticia de aquel día del que pronto se cumplirán 22 años, en que alguien cuyo nombre casi nadie recuerda, tuvo en un ramalazo de fe en el ser humano e hizo lo que su corazón le pedía, jugándose el puesto de trabajo y su currículum al tratar de salvar la vida de un bebé prematuro, sin pararse a medir las consecuencias que su desacato podían acarrearle. Es la historia de las gemelas Kirye y Brielle Jackson, de Worcester, Massachusetts, que este 2017 cumplirán 22 años, y de su cuidadora en la sala de incubadoras del Hospital Memorian, la enfermera pediátrica especialista en neonatos, Gayle Kasparian.
Las difíciles semanas de incubadora, necesarias para los bebés prematuros. |