La perrita de tres
años Kudryavka, en ruso rizadita, había sido
recogida en las calles de Moscú con
el propósito de que fuese el primer ser vivo que orbitara el espacio terrestre
a bordo de la nave Sputnik2. Su nombre original le fue cambiado por el de Laika, según se publicó, por pertenecer en parte a esa raza y por ser más sencillo de publicitar en los medios internacionales.
Los científicos encargados del proyecto pensaron que la vida de un perro callejero, siempre entre penalidades,
era el candidato perfecto para soportar la experiencia a que estaba destinado. De
los tres animales que adiestraron, serían sus 35 cms, de altura y menos de 6 kilos de peso, junto a las constantes vitales y previsión de
resistencia demostradas por aquella perrita canela y nata, lo que les hizo decidirse
por ella.
Según las primeras y dulces previsiones, Laika iba a regresar a la tierra en paracaídas. La versión oficial difundida tras el fin de la operación, informaba de que el animal había estado viajando alrededor de la Tierra en su cápsula durante seis días, hasta el 3 de noviembre de 1957, fecha en que los científicos del programa certificaron que tenían problemas con el regreso por lo que decidieron sacrificarla, suave y rápidamente, con la comida envenenada que habían
previsto para, en caso de una emergencia, evitar todos los sufrimientos que podría ocasionarle
una escasez de oxígeno.
Ese fin de un sueño digno y heroico difundido
por la intelligentsia soviética, fue
el que los niños y adultos de todo el mundo escucharon como parte del bonito cuento que
mereció libros, cómics, películas y canciones.
Si, pero…
Diversas imágenes del Monumento a los Conquistadores del Espacio, Moscú, 1964. A la izquierda, el friso con Laika |
TRAS EL 60º ANIVERSARIO DE SU VUELO...