Subirachs en el centro, junto a su obra. (J.Mª.S.) |
Subirachs en el centro, junto a su obra. (J.Mª.S.) |
Mezclando el color magenta (rojo y azul) con el amarillo (cadmio con pintura blanca), se obtendrá más o menos el color naranja pálido que les venía bien a los pintores Lawrence Alma-Tadema y Frederic Leighton para mostrar con gasas acalabazadas y entre muros, a sus damiselas. Ahora bien, si deseamos colocar un punto de atención, o llamativo a lo Van Gogh, a lo Gauguin, quizá arrebatado, como Monet, más valdrá que abandonemos al lírico magenta lanzándonos en plancha a por el rojo (plomo, cochinilla, cadmio) que, uniéndose al amarillo, conseguirá con sus chisporroteos de vida un llameante color naranja.
Vincent Van Gogh
Crepúsculo en Venecia. Claude Monet
EL FULGOR DE LA VIDA
Un día el talento te asalta en una esquina desde el cuadro de un escaparate y te sacude contra la pared, te zarandea y lanza su alarido: