Salgo a la terraza a tiempo de ver como
vuelven las lluvias en España cuando ya la primavera debía estar bronceando los
escotes barceloneses.
Niños que disfrutan metiendo sus pies en los charcos mientras sus madres intentan resguardarlos con el paraguas. Hombres cubriéndose del agua perfectamente gracias a sus grandes paraguas. ¿Hombres? ¿He escrito hombres y paraguas en la misma frase?
Se impone retroceder en el tiempo unos 300 años para comprender el
atrevimiento...
Rodeando su efigie de burgués respetable, no tardaron en aparecer imágenes ridiculizándolo. |
En estos tres siglos, ya sea por medio de graffitis, estatuas o figuritas de porcelana, la población inglesa no ha dejado de recordar en la historia del paraguas, un episodio cotidiano que pronto se expandió hacia las colonias y, por extensión, a todo el globo terráqueo, donde lo que había sido desde el siglo XI a.C. un objeto aristocrático de culto y respeto, pasó a integrarse en la vida del londinense común. Como prueba del aprecio que sus conciudadanos acabaron teniendo por el honorable Jonás Hanway (*), su cuerpo fue inhumado en la iglesia de St. Mary's, en Hanwell,
Middlesex.
REVOLUCIONARIO DE LA VIDA URBANA