¿Por qué las miradas de la ascensorista y el guardia de seguridad han seguido al joven de
buena planta y rasgos andinos vestido con elegancia?
Algo, un aire profundamente ausente en el
visitante ha disparado su alerta experimentada, avisando a los controles para
que no lo pierdan de vista.
Los empleados veteranos de los edificios
históricos conocen bien el halo visionario que se adueña de algunos seres llegados con la idea preconcebida de saltar al exterior. Aquí, en la Sagrada
Familia, la alarma acecha desde cualquier atalaya –puente, balcón–, de los
campanarios...
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La cometa llevaba pintado un cóndor... |