Al visitar una muestra de pintores pertenecientes a los dos pasados siglos del conglomerado ruso-soviético, quedé impactada por la intensa mirada de los retratados. Mientras recorría la sala, recordé la respuesta que me dio uno de mis hijos tras los varios viajes que hizo a Moscú durante un par de años. -¿Qué tal es la gente?-, le pregunté un día. Su respuesta fue: -Suelen ser educados. Pero casi todos tienen cara de sospechosos, de esconder algún secreto.
Su comentario me ha parecido un buen punto de partida para referirme hoy al toque sutil del maestro que consigue una mirada creíble. Pide talento y oficio. Es una especialidad dentro de la técnica pictórica que poseen algunos artistas como Velázquez en su Papa Inocencio X, cuya fijeza intimida al genio sevillano con un efectivo: Cuidado con lo que haces. Tú mismo...
En ese campo los ucranianos y eslavos en general ocupan un lugar preferente por la abundancia de ejemplos. Citaremos varios varones, Olexandr Murashko, Ilya Repin, Boris Grigoriev, Ivan Brodsky, Boris Kustodiev, y a dos mujeres, María Bashkirtseff y Zinaida Serebriakova. Con su precisión fotográfica nos servirán de guía para atrapar la fijazón de unos ojos que airean la biografía de cada individuo. Instantes de ojeo que nos introducen hasta el tuétano de esos pueblos fríos y ardientes, tanto como el mejor tomo de Dostoyevsky.
Su comentario me ha parecido un buen punto de partida para referirme hoy al toque sutil del maestro que consigue una mirada creíble. Pide talento y oficio. Es una especialidad dentro de la técnica pictórica que poseen algunos artistas como Velázquez en su Papa Inocencio X, cuya fijeza intimida al genio sevillano con un efectivo: Cuidado con lo que haces. Tú mismo...
En ese campo los ucranianos y eslavos en general ocupan un lugar preferente por la abundancia de ejemplos. Citaremos varios varones, Olexandr Murashko, Ilya Repin, Boris Grigoriev, Ivan Brodsky, Boris Kustodiev, y a dos mujeres, María Bashkirtseff y Zinaida Serebriakova. Con su precisión fotográfica nos servirán de guía para atrapar la fijazón de unos ojos que airean la biografía de cada individuo. Instantes de ojeo que nos introducen hasta el tuétano de esos pueblos fríos y ardientes, tanto como el mejor tomo de Dostoyevsky.
Autorretrato del pintor Boris Dimitrievich Grigoriev |
EL OJO Y SU EMANACIÓN LUMINOSA