Foto cabecera

Sant Quentin S-S - copia "SAN QUINTIN sur Sioule" Auvernia, Francia. Lugar de los antepasados de Antonio Gaudí.



GAUDI Y SU CURIOSO COMPAÑERO DE CENA


                            
                          La sensibilidad hacia los detalles menudos que siempre demostró Antonio Gaudí, es privilegio de los grandes espíritus.

                          Es el arquitecto preferido por los niños de Barcelona, que se conocen sus edificios y a menudo los reproducen en las clases de plástica. Dedicado a ellos y a todos los seguidores del maestro, va el siguiente relato con final verídico.  

                           Aunque ser admirado por esa legión de menores también es una baza para quienes menosprecian al arquitecto, apoyando sus argumentos en esa circunstancia para tildar el conjunto de su obra de Disneylandia. Para ellos también, para que lo disfruten, aquí lo tienen. 
         

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                         En la quietud de la noche, una piedra negra situada sobre el césped de la plaza Gaudí pareció moverse al ser recorrida por las luces  de un coche. Poco después la impresión se reafirmaba al vérsela avanzar pegada a la hierba con la suavidad de una bala. Era una criatura viva, de piel y huesos, un topillo pardo que abandonaba la entrada de su madriguera disimulada entre los olivos, tras la cabina de aseo situada en la acera de la calle Provenza.


Medio oculto a la vista de los viandantes de la Plaza Gaudí, el dolmen cubre el manantial que
da al estanque. 2000 (A.Mª.F.)

Topillo gallego


               UN RELATO CON FINAL VERÍDICO

DE PINTORES, PACIENTES Y DOCTORES. (1)


                        Todo un mundo, el de la medicina, los enfermos y sus médicos, cuando los acompaña el pintor oficiando de notario de su tiempo y lugar.

                        Enseñándonos el terror de caer en según qué manos y épocas de ignorancia médica, aprovechadas por curanderos y farsantes capaces de todo. 

                            Descubriéndonos la mirada irónica del retratista, al captar la elegancia con que el científico mueve sus manos con sonrisa de complacencia mientras practica una trepanación. Igual que cuando procede a extraer de un cerebro trastornado “la piedra de la locura”.

                              Sin olvidar que médico y artista pueden convertirse ellos también en protagonistas del cuadro.


Extracción de la piedra de la locura. c.1490. Oleo sobre tabla de roble.
El Bosco. Museo del Prado. Abajo, detalle de la extracción de la flor.



Delicadeza complaciente. Trepanación en un grabado anónimo


EL PULSO DEL NARRADOR