Elevando la mirada hacia lo alto de la
fachada del Nacimiento sobre la representación de la Sagrada Familia y
justo debajo del ciprés, aparece una segunda gruta de carámbanos, bastante mayor que la del Nacimiento, donde se ubica el grupo de la Coronación de la Virgen. Dada su altura no se
aprecian bien las cuatro esculturas que contiene en primer plano y mucho menos las
que aparecen tras ellas pegadas a la vidriera de la derecha, vista de frente, unos diez ángeles que surgen flotando, dando volteretas
en escorzos de gran expresividad dinámica. Ahí aprovechó Antonio Gaudí el proyecto
que había diseñado con su ayudante Ricardo Opisso en 1900 para el recordatorio
de la primera misa de su amigo de la Asociación Excursionista, el sacerdote y
naturalista Norberto Font i Sagué. Un dibujo de cinco figuras masculinas desnudas que debían componer una orla de ángeles alrededor del texto.
En su
biografía del arquitecto publicada en 1928, Josep Francesc Ráfols contaba que con aquel dibujo el
maestro se adelantaba en estilo a los mejores de sus contemporáneos, por lo
que quizá la idea había resultado demasiado avanzada para la ocasión y fue desechada del diseño final de la estampa. Por fortuna nos ha quedado esta muestra innegable del dinamismo que logró imprimir Gaudí a las figuras, capturando la fugacidad de una
pluma girando en el aire, algo que sabría trasladar más tarde a las esculturas de
los ángeles integrándolos en la arquitectura de un vitral.
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Grupo de ángeles en movimiento, tras el grupo de la Coronación. Fachada del Nacimiento de la Sagrada Familia
de Barcelona. Antonio Gaudí. |
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Unos ángeles para el recordatorio de la primera misa del sacerdote Norberto Font i Sagué.
Dibujos de Gaudí que no se llegaron a imprimir en la estampa. 1900 (Arch.A.Mª.F.) |
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Secuencia de imágenes donde se muestra el lugar que ocupan los ángeles en la fachada
dando volteretas en el espacio, tal como vemos en el dibujo original de Gaudí. El grupo
está situado en la cristalera, tras La Coronación. |
CON SÓLO DOS PLANOS, MOVIMIENTO
Publicado en Gaudí y Más. 17 de octubre de 2014
Volviendo la vista a los orígenes del arte, sabemos
que ya unos cuarenta milenios atrás nuestros ancestros pintores buscaban transmitir la sensación
de movimiento con sus obras. De las cuevas de Chauvet a Altamira, y de ahí a Valltorta, el dinamismo móvil de las figuras sorprende. La mirada de
nuestros ancestros grababa una foto-fija antes de colgarla en el soporte, sin
academias ni tratados traspasaba la piel del modelo y su carne, hasta descubrir
los paquetes musculares imaginándolos tensados, contrayéndose, y por fin,
disparándose en un salto.
Durante la última época de
su periodo clásico, sobre el 323 a.c., los griegos plasman la elegante pintura de
sus vasijas con notable dinamismo, en especial sus grupos de atletas y
cuadrigas. Será poco después cuando el arte romano creará composiciones de
mosaico con escenas de caza, circo o hípica, mostrando una gran actividad.
La pintura paleocristiana, bizantina y y los canteros románicos nos ofrecen escenas bien movidas, como la del Profeta Jonás en el siglo V y VIII y la de Jesús con el dedo en el ojo de un personaje.
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Cuevas de Valltorta, Castellón. 7000-4000 a.c. |
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Vasija griega del siglo VI a.c. Heracles flechando a las aves del lago Estínfalo |
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Escena de caza en un mosaico romano. S. II a.c. |
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Jonás arrojado al agua por los pescadores. Arte paleocristiano s. I al V |
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Pintura bizantina s. VI-X. |
De Durero, adalid del movimiento
en la pintura entre los siglos XV-XVI,
dijo Erasmo de Rotterdam,
a quien pintó:
…En
verdad, consigue representar lo que no puede representarse: rayos de luz,
truenos, relámpagos... todas las sensaciones y emociones. En resumen, el
espíritu humano completo tal como se refleja en los movimientos del cuerpo, y
casi, hasta la voz. Crítica completa de
la carrera que emprenden las nubes sobre el San
Jerónimo pintado por el artista alemán, que parecen adelantarse a las
plegarias del santo en el páramo.
O qué decir en cuanto a los ojos de su Hieronymus
Holzschuher. Aquí va una muestra vigorosa de su ágil mirada,
provocándonos la sensación de que nos seguirá por toda la sala si echamos a
correr.
Tras Durero, Hendrik
Goltzius muestra su arte de
dibujante y grabador con un catálogo anatómico soberbio. Sus cuatro caídas presentan un
oficio y dinamismo notables.
En el XVII aparece Rembrandt.
Maestría y filigrana, claroscuros y brumas. La abundancia de miradas hacia el
espectador de su Ronda de
Noche sugiere un desfile al que hubiese detenido de sopetón el
disparo de un arcabuz. Toda la actividad del grupo, sus pasos, quedan congelados
en espera de una orden. Del mismo modo y mismo autor, de los ocho personajes
que rodean al cadáver siguiendo la Lección
de Anatomía del doctor Tulp tan sólo
uno dirige su mirada hacia la mesa, los demás, excepto el
doctor Tulp que parece haber quedado en blanco, desvían inmóviles su
atención hacia el pintor adelantándose cuatro siglos a la captura
de pantalla. No así su Jesús
en la Tormenta, donde Rembrandt reina haciendo saltar la barca como
gran maestro del género, rompìendo los cabos y aflojando velas entre nubes de
espuma y oleadas de nubarrones.
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Sobre la cabeza de San Jerónimo, corren las nubes. Albert Durero s. XVI |
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Durero. Los ojos de Hieronymus Holzschuher persiguiéndote
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Dos caídas de Hendrick Goltzius. Abajo, Caída de Ícaro.Arriba, Caída de Faetón. S. XVI-XVII |
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La Ronda de Noche, una de las obras cumbres de Rembrandt. 1640-1642 |
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La Lección de Anatomía del Dr. Nicolas Tulp, otra obra capital de Rembrandt. Con 26 años, el pintor ha llegado
a lo máximo. Atención al brazo diseccionado, mucho más largo que el derecho. ¿Pertenecía a otro cuerpo? |
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Tormenta en el mar de Galilea. Esta obra de Rembrandt es especial por varias razones. Fue la única marina que
realizó el pintor, quien se autorretrató en primer término en el centro de la composición vestido de azul, agarrado
a uno de los cables y mirando al espectador. El cuadro formó parte de un robo en el Museo Isabella Stewart
Gardner, de Boston, en 1990, el mayor robo de arte de la historia que ha quedado sin resolver. 1633 |
Siguen los grandes nombres del barroco buscando agitar nuestra vista con ágiles pinceles. Llegamos al XVIII donde el Barroco expande su pintura exuberante, y en especial su derivado Rococó deja alguna creación notable partiendo de un Romanticismo difícil de sujetar su tendencia al almíbar.
Clasicismo y Neoclasicismo nos distraían con profusión de escenas ociosas, divertimentos, pasos de baile, tañir de instrumentos, cuando el gran portón del talento sin paliativos se abre rechinando e irrumpen uno tras otro dos artistas únicos, distintos a todo lo anterior en su forma de presentar la acción. Garra y fuerza, potente erotismo pisando la raya prohibida, la guerra en toda su crudeza, colores delicados con furiosas pinceladas a sangre y fuego, y cada obra un mundo. Francisco de Goya y Mariano Fortuny.
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Jean Honoré Fragonard. El columpio, 1767. Para captar lo que muestra la obra deberemos fijarnos en la
figura de nuestra derecha, que a veces pasa desapercibida por el brillante motivo de la joven. Tres personajes:
Quizá el marido, a la derecha. La mujer en el centro. Un joven a la izquierda, quizá el amante, se oculta tras el
seto observando bajo sus enaguas. Al compás del vaivén pasa la bella de uno a otro. Cupido nos avisa:Silencio |
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A orillas del río Danubio, la abadía de Melk guarda frescos del pintor austríaco Paul Troger. Aquí, el techo del
Salón de mármol y dos detalles de los frescos. La óptica actual permite apreciar el escaso mensaje místico de sus
pinturas, ya que sus ángeles están inmersos en un zafarrancho de trifulcas, juegos y peleas escasamente piadosos. |
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La pareja de cuadros de Francisco de Goya, El 2 de mayo de 1808, arriba, El 3 de mayo de 1808 sobre estas
líneas, son de las pocas obras de arte que puedan contar los sucesos históricos que pasaron en dos días seguidos. El
superior, también llamado La carga de los Mamelucos en la Puerta del Sol, se refiere a la lucha de los españoles
contra los mercenarios egipcios que luchaban en el ejército francés. El inferior, conocido como Los fusilamientos de la Moncloa, alude a las ejecuciones del día siguiente, castigo francés a los insurgentes. |
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Con casi diez metros de largo y tres de alto, la crónica de La batalla de Tetuán que la
Diputación de Barcelona encargó a Fortuny en 1862 representa una parte de la guerra con
Marruecos que se libró entre 1859-1860. Arriba, detalle del cuadro. El árabe que capta en
la tela inferior es un derroche de talento. La presión del hombre que marca sus músculos
con el soporte de la espingarda, nos hace saber que aunque inmóvil, está dispuesto. 1873. |
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Llegamos a finales del XIX donde el último cuarto nos
traerá varios estilos, del Modernismo bohemio y burgués interesado
en los quietos placeres de lo bello, al Impresionismo con su secuela puntillista. Entre otros muchos les seguirán Simbolismo, Expresionismo,
Surrealismo, Cubismo, Fauvismo. Aparecen nombres y
manifiestos cuyo germen parece llevar implícito el movimiento; Dinamismo
Plástico, Dinamismo Universal , Movimiento Relativo, Absoluto. Marinetti publica en 1910 su Manifiesto
de Pintura Futurista.
La obra de Van Gogh, posimpresionista, contiene tal
tensión interna que las estrellas rebotan a punto de estallar. Planetas y
satélites, nubes, sol, el firmamento entero compone una danza frenética que
desazona, y más si sabemos que la pintó de día, recordando sus alucinaciones
con el paisaje nocturno que divisaba desde la ventana de la clínica, tres
meses antes de suicidarse. Matisse,
Carra, Frank Marz, Balla, bailotean con géneros y estilos dejando todos
ellos su energía en telas que se salen de los cuadros, tal es su fuerza. Marc
Chagall, puro expresionista, enlaza con el
surrealismo envíando a los felices amantes de paseo al espacio dando piruetas
circenses, mientras el violinista se sube al tejado donde le seguirán las
cabras y un caballo blanco. Movimiento por todo lo alto.
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Van Gogh. Noche estrellada. 1889. |
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La danza. Matisse,1910 |
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Carlo Carra. Caballo y jinete. 1913 |
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Fran Marz. Calibán,1914 |
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Marc Chagall. El paseo,1915 |
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Ciencia contra oscurantismo. Giácomo Balla. 1920 |
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Zebra. Victor Vasarely. 1937 |
Tras sufrir la Gran Guerra que había vuelto del revés al mundo, de nuevo vientos tristes están a punto de asolar de manera feroz buena parte de Europa. La vida se detiene. Los cielos arrojan la tragedia definitiva sobre una sociedad recién acabada de reponerse.
La alegre bohemia queda paralizada. El arte, sin respiración. Las figuras, clavadas. Todo el esfuerzo se concentra en recuperar lo destruido y costará un tiempo que los creadores vuelvan a lo que es su esencia, la búsqueda del movimiento.
Seguiremos en ello.
Ana Mª Ferrin
Una constante a lo largo de la historia del arte como bien ejemplificas en tu entrada: el movimiento, el dinamismo, la agitación... la vida en definitiva. En contrapunto a lo estático, equilibrado y clasicista de ciertos momentos de la historia donde lo que importa es el orden y las reglas, siempre aparecen épocas en las que se produce una ruptura con lo anterior y los cuadros se llenan de vitalidad, de líneas curvas y en diagonal. Hablamos entonces de helenismo, barroquismo, de romanticismo... ¿Soy clásico o romántico? Decía Antonio Machado.
ResponderEliminarY Gaudí tampoco se quedó al margen de esa dicotomía.
Estoy deseando volver a Barcelona para visitar La Sagrada Familia. A ver si puedo y me escapo.
Un saludo.
Harás muy bien. El interior es un espectáculo, a tal punto que tengo bastantes testimonios de lo difícil que resulta conservar un mínimo de concentración mística en un entorno que estimula tu imaginación hasta el infinito.
EliminarEl arquitecto Oscar Tusquets, uno de los más combativos contra la continuación de la obra en los años 60, publicó en 2011 un artículo reconociendo su error, defendiendo el resultado y alegrándose de que no hubieran hecho caso de sus críticas.
No tardes.
Uno de los caballos de batalla de la historia del Arte y de los artistas: romper el estatismo. Pero, ¿cómo hacerlo en un lienzo o en una escultura? Calder lo tuvo claro con sus figuras cinéticas o los futuristas con esas imágenes movidas sacadas de la fotografía. Pero, ¿y en pintura? Me temo que habría que saltar al cine para poder llevarlo a cabo.
ResponderEliminarUn beso
Como en tantas otras cosas de la vida, ver el movimiento en una tela o una escultura es una cuestión de concepto. Mientras para un veedor “El Jinete rojo” será, obviamente, estático, otro observador lo verá tan real que jurará haberle visto tensar los tendones. Lo de Calder es otra cosa. Es captar una obra con interferencias, a tres bandas; la pieza, el espectador…y la ayuda del aire.
EliminarOtro para tí.
Querida Ana hoy si me he parado a escribirte porque las estrellas de Van Goch se han quedado mirándome y dando vueltas.
ResponderEliminarIgual me animo como Cayetano y me planto a ver la Sagrada Familoia que nunca la he visto por dentro. ¡¡Puedes creerlo!!! Por si acaso a ver si me dices de algun lugar para comer por allí porque cada vez que he ido es un horror
Ya hablaremos.
La entrada del movimiento tan buena como siempre Un abrazo
Hola Santi, gracias a las estrellas sé de ti. Pues claro que tienes que ir a verla, es algo único.
EliminarDe lo que dices sobre la comida, con todo mi dolor he de darte la razón. En los puntos máximos de turismo, comer en Barcelona es una ruleta rusa. Hay lugares con un buen equilibrio precio/calidad, pero por lo general no están en primera línea y el forastero no suele conocerlos. No es la primera vez que me hablan del tema y habrá que hacer algo. Un abrazo.
Ana María, has realizado un exhaustivo y pormenorizado estudio de un aspecto tan complejo como utilizado a lo largo de la historia: la sensación de movimiento tridimensional expresado en un plano bidimesional. Y efectivamente, tu artículo es de alta categoría histórica y técnica. Sin embargo, en todos los casos, los grandes autores de la perfección que has mencionado, representan la imagen en un instante en el que, al quedar paralizada en el tiempo y el espacio, sugiere una continuidad mental del movimiento que se realiza. Por otro lado, objetos estáticos per se poseen unos aspectos que sugieren la inquietud, el movimiento, lo soñado. "La Noche Estrellada" es un ejemplo de ello. La apreciación de la tercera dimensión en dos dimensiones se realizó, con relativo éxito, en 1895 cuando la sucesión de imágenes estáticas aprovecharon la persistencia retiniana para generar un falso movimiento: el cine. Las manos medio desenfocadas de Las Hilanderas sugieren el movimiento, la rueca dando vueltas a velocidad normal por la fuerza de la mano, produce movimiento. El preciso y bello momento retenido en las pinturas que muestras es tan exquisitamente perfecto que, en muchas ocasiones, nublan ese falso movimiento que parece perfecto sin serlo. Pero, el ser humano no puede dejar de plasmar en sus creaciones estáticas el estatismo porque en la vida real este no existe. Igual podríamos decir si pintásemos en dos dimensiones las cuatro existentes y apreciables. La dificultad de poder apreciarlas quedaría presa de los conocimientos del espectador porque faltan dos, no solo una. La pintura moderna y la abstracción que se deriva de ella, posiblemente, pueda sugerir la concepción de las cuatro dimensiones que ni siquiera el cine puede imaginar, por más efectos tecnológicos que tratan de engañar al cerebro.
ResponderEliminarAna María, has escrito un aspecto de la realidad artística que me apasiona tanto como la propia concepción de la imagen expresada. Mis mas sinceras felicitaciones por este largo y perfecto recorrido por aspectos tan importantes del Arte.
Un cariñoso abrazo, querida amiga Anamaría.
Mucha enjundia en tu comentario, querido Antonio.
EliminarLa sugerente continuidad en la acción, surge rápida en la mente de ciertos observadores cuando se le muestra, bien captado, el dinamismo de la vida. Al escoger las imágenes me quedaron otras en espera de nueva ocasión, una de ellas Las Hilanderas, donde la mano y más aun los radios de la rueca quedan diluidos por el talento del gran genio, que logra mostrarnos la velocidad de su movimiento.
En este articulillo mi propuesta se aleja de planteamientos místicos o enunciados científicos, me centro en las sensaciones, en la impresión que me produce su contemplación. En una próxima entrada iré acercándome al arte actual, cada vez con autores más arriesgados.