Rafael Alberti tenía 15 años cuando
lo llevaron a visitar el Museo del Prado.
A él, que iba para pintor, el descubrimiento
de los maestros pintores habitando el Museo
ofició de tal forma lacerando su alma,
que la poesía arrasó hasta su último poro.
ofició de tal forma lacerando su alma,
que la poesía arrasó hasta su último poro.
¿Pintor él?
Allí acabó su sueño y ya nada sería igual.
Allí acabó su sueño y ya nada sería igual.
Buscando la Belleza encontró a la Poesía.
Y el triunfo del Poeta arrinconó al Pintor.
1917
III
A la Pintura
(poema del color y la línea) [1945-1976]
¡El Museo del Prado! ¡Dios mío! Yo tenía
pinares en los ojos y alta mar todavía
con un dolor de playas de amor en un costado,
cuando entré al cielo abierto del Museo del Prado.
¡Oh asombro! ¡Quién pensara que los viejos pintores
pintaron la Pintura con tan claros colores;
que de la vida hicieron una ventana abierta,
no una petrificada naturaleza muerta,
y que Venus fue nácar y jazmín transparente,
no umbría, como yo creyera ingenuamente!
Perdida de los pinos y de la mar, mi mano
tropezaba los pinos y la mar de Tiziano,
claridades corpóreas jamás imaginadas,
por el pincel del viento desnudas y pintadas.
¿Por qué a mi adolescencia las antiguas figuras
le movieron el sueño misteriosas y oscuras?
Yo no sabía entonces que la vida tuviera
Tintoretto (verano), Veronés (primavera),
ni que las rubias Gracias de pecho enamorado
corrieran por las salas del Museo del Prado.
Las sirenas de Rubens, sus ninfas aldeanas
no eran las ruborosas deidades gaditanas
que por mis mares niños e infantiles florestas
nadaban virginales o bailaban honestas.
Mis recatados ojos agrestes y marinos
se hundieron en los blancos cuerpos grecolatinos.
Y me bañé de Adonis y Venus juntamente
y del líquido rostro de Narciso en la fuente.
Y -¡oh relámpago súbito!- sentí en la sangre mía
arder los litorales de la mitología,
abriéndome en los dioses que alumbró la Pintura
la Belleza su rosa, su clavel la Hermosura.
¡Oh celestial gorjeo! De rodillas, cautivo
del oro más piadoso y añil más pensativo,
caminé las estancias, los alados vergeles
del ángel que a Fra Angélico cortaba los pinceles.
Y comprendí que el alma de la forma era el sueño
de Mantegna, y la gracia, Rafael, y el diseño,
y oí desde tan métricas, armoniosas ventanas
mis andaluzas fuentes de aguas italianas.
Rubens |
Caravaggio |
Fra Angelico |
Mantegna |
Rafael Sanzio |
Transido de aquel alba, de aquellas claridades,
triste «golfo de sombra», violentas oquedades
rasgadas por un óseo fulgor de calavera,
me ataron a los ímprobos tormentos de Ribera.
La miseria, el desgarro, la preñez, la fatiga,
el tracoma harapiento de la España mendiga,
el pincel como escoba, la luz como cuchillo
me azucaró la grácil abeja de Murillo.
De su célica, rústica, hacendosa, cromada
paleta golondrina María Inmaculada,
penetré al castigado fantasmal verdiseco
de la muerte y la vida subterránea del Greco.
Dejaba lo espantoso español más sombrío
por mis ojos la idea lancinante de un río
que clavara nocturno su espada corredora
contra el pecho elevado, naciente de la aurora.
Las cortinas del alba, los pliegues del celaje
colgaban sus clarísimos duros blancos al traje
del llanamente monje que Zurbarán humana
con el mismo fervor que el pan y la manzana.
¡Oh justo azul, oh nieve severa en lejanía,
trasparentada lumbre, de tan ardiente, fría!
La mano se hace brisa, aura sujeta el lino,
céfiro los colores y el pincel aire fino;
aura, céfiro, brisa, aire, y toda la sala
de Velázquez, pintura pintada por un ala.
¡Oh asombro! ¡Quién creyera que hasta los españoles
pintaron en la sombra tan claros arreboles;
que de su más siniestra charca luciferina
Goya sacara a chorros la luz más cristalina!
Mis oscuros demonios, mi color del infierno
me los llevó el diablo ratoneril y tierno
del Bosco, con su químico fogón de tentaciones
de aladas lavativas y airados escobones.
Por los senderos corren refranes campesinos.
Patinir azulea su albor sobre los pinos.
Y mientras que la muerte guadaña a la jineta,
Brueghel rige en las nubes su funeral trompeta.
El aroma a barnices, a madera encerada,
a ramo de resina fresca recién llorada;
el candor cotidiano de tender los colores
y copiar la paleta de los viejos pintores;
la ilusión de soñarme siquiera un olvidado
Alberti, en los rincones del Museo del Prado;
la sorprendente, agónica, desvelada alegría
de buscar la Pintura y hallar la Poesía,
con la pena enterrada de enterrar el dolor
de nacer un poeta por morirse un pintor,
hoy distantes me llevan, y en verso remordido,
a decirte, ¡oh Pintura!, mi amor interrumpido.
Portada de la revista Impossibilia, Nº1. Dibujo de Rafael Alberti. |
Rafael Alberti
Su obra gráfica y litográfica puede visitarse en el Museo Fundación que lleva
su nombre en el Puerto de Santamaría, Cádiz. www.rafaelalberti.es/
Ana Mª Ferrin
La mente de Rafael Alberti, plagada de sueños y olores a disolventes que colmaban su atrevida vocación, fue resquebrajada cuando, a la pronta edad que se encuentra equilibrada entre la pubertad y la juventud, quedó transformada al encontrar la luz, la belleza, la perfección, en un mundo que comprendía pero sólo pudo relatar poéticamente. “Un pintor muere y un poeta nace…”, más bien podría ser: un pintor comprende la pintura y su excelso significado cuando relata, en un género literario, similar en belleza a la realización de los grandes maestros de la imagen, su sensibilidad hacia el trabajo que soñaba realizar. Nadie ha sufrido decepción, todo queda como debe estar, cada maestro asemeja y relata, en pintura o en poesía, aquello que siente. La perfección está donde debe, en cualquier trabajo de un artista. Una excelente muestra de pinturas descritas por el poeta y, como todos tus artículos, este, documentado y bellísimo, es un ejemplo más de tu exquisita sensibilidad, Anamaría. Un abrazo chillao.
ResponderEliminarÉl nunca abandonó el dibujo ni la pintura, pero demostró su inteligencia aplicándose a un arte para el que se sabía mucho más dotado, ahí reveló su buen juicio. Como poeta es soberbio toque el género que toque. Saludos, Antonio
EliminarTu entrada es toda una lección de arte. Se perdió-a medias- un pintor, y se ganó un poeta. Las musas quedan en paz.
ResponderEliminarSeguro que volveré a leer tu entrada.
Besos.
Gracias por la visita. No sé si será bueno que la releas, igual encuentras errores que ahora no has visto. Saludos.
EliminarBuen recorrido por el museo y por la poesía de Alberti, un poeta enamorado de la pintura como era cosa corriente entre los de su grupo poético, como pasaba con Lorca. El gaditano era un enamorado de la pinacoteca madrileña. De hecho le inspiró una famosa pieza teatral: "Noche de guerra en el Museo del Prado", donde algunos personajes, como los de Goya que se enfrentaban a las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia, se disponen ahora a defender el museo de los ataques de la aviación enemiga en plena guerra civil.
ResponderEliminarUn saludo, Ana.
Imaginación no le faltaba. El planteamiento de la pieza que cuentas es un notable ejercicio de creatividad. Saludos, Cayetano
EliminarQué maravilla, qué remando de paz y belleza este paseo que nos ha dado uniendo pintura y poesía. Una de esas cosas por las que merece la pena abrir los ojos cada mañana y salir al mundo.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Bisous
El silencio, la luz, el espacio, el arte, yogas naturales que sanan cuerpo y alma. Celebro que haya sido un buen paseo.
EliminarOlá, Ana, essa sua postagem está maravilhosa, encanta. Esses clássicos são maravilhosos, postei muitos no meu blog de artes, o 'Das Artes', deixo o link pra você: (http://taislc.blogspot.com)
ResponderEliminarParabéns, meu aplauso! Sempre.
Beijo.
Hola, Tais. Conozco su blog de arte, siempre interesante, dejando que por sí mismo nos provoque la pregunta de si todo lo que se nos vende como arte, lo es. Besos a usted.
EliminarMe ha gustado muchísimo este recorrido virtual por el museo contemplando maravillosas obras de arte.Hace unos 35 años que visité el Museo del Prado pero apenas tengo recuerdos.Besicos
ResponderEliminarYo también tengo pendiente una próxima visita que seguro me llevará a nuevos descubrimientos. Un abrazo.
EliminarBoa noite, Ana,
ResponderEliminarSempre nos enriquece um pouco mais uma postagem como essa, com os renomados pintores clássicos e suas excelentes obras. Nós, seus leitores, saímos ganhando. Parabéns.
Uma excelente semana
Abraços
Pedro
Buena semana y abrazos para usted, Pedro.
EliminarVolver a los clásicos y más si tienen tanta alegría de vivir como estos, siempre alegra.
¡Impresionante, Ana María, verlo así¡
ResponderEliminarEn definitiva, Alberti también fue un gran pintor. "Pintó" en hermosas palabras, las creaciones de sus colegas que hacían poesía en colores reales.
Un abrazo cuando el alba despunta en Santiago.
Escribir con formas y colores no está al alcance de todos.
EliminarY después de tu poética imagen santiagueña, no añado nada más, Esteban.
Me ha gustado mucho."Ver" estos cuadros de esa manera, me dan un punto de vista diferente.
ResponderEliminarEl museo está de aniversario...200 años de historia oficial y mucha no oficial.
Besos
Es uno de esos apartados amables que nos muestran un pasado con ilusión de futuro. Saludos
EliminarVisita virtual acompañada de un gran poeta, que buena combinación has hecho.
ResponderEliminarAhora estaremos descubriendo lienzos muchos olvidados o no conocidos en el museo del Prado en estos días.
Un abrazo.
De lo mucho bueno que tiene el Prado es el estar seguro de que cualquier visita te hará descubrir tesoros ignorados.
EliminarAbrazos a ti.
Una creación lírica que viene muy al pelo traerla a colación por aquellos del cumpleaños del Museo del Prado. En mi caso lo visité por primera vez con mi padre, un amante de la cultura y de la pintura de Velázquez, cuando tendría seis o siete años. Cada vez que volvíamos a Madrid el saludo a las Meninas era una cita imprescindible al igual que lo era pasear por la Plaza Mayor o la Gran Vía.
ResponderEliminarUn beso
Carmen, eres una afortunada por tener ese recuerdo. Y más porque pronto podrás comenzar a disfrutarlo reviviéndolo en los ojos de tu hijo. Besos
EliminarUn conjunto maravilloso: pintura y poesía.
ResponderEliminarGran poeta Alberti.
La próxima vez que viaje a El Puerto de Santa María, intentaré visitar el Museo.
Un beso.
Es un placer visitar esos pequeños museos de los pueblos, mantenidos con tanto cuidado y respeto por el personaje. Ya me dirás que te ha parecido. Besos a ti.
Eliminarcada vez que voy a Madrid, tengo que pasar por el Prado.
ResponderEliminarUn saludo.
Es una buena cita, Alfred. Gracias por la visita.
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