Entre el médico chino Hua-Tuo que en el siglo II d.c. se cuenta que ya hacía trasplantes de órganos, hasta el cirujano plástico valenciano Pedro Cavadas, nuestro contemporáneo pionero en el trasplante de rostro, piernas y brazos, tenemos que recordar a los santos armenios del siglo III d.c., Cosme y Damián, hermanos gemelos que habían estudiado medicina en Siria y que padecieron martirio y muerte por su fe cristiana. Siglos después, un diácono llamado Justiniano que atendía la iglesia levantada en memoria de los dos santos, estando en trance de morir por una gangrena, desesperado por el dolor se encomendó a sus patronos.
Esa noche Justiniano soñó que Cosme y Damián aparecían junto a su cama provistos del instrumental y le amputaban la pierna enferma, para sustituirla por la de un esclavo etíope que acababa de morir. Al despertar y comprobar que su sueño era real, fue al cementerio, abrió la tumba del etíope y en presencia de otros habitantes que sirvieron de testigos, todos pudieron ver que al cadáver le faltaba una pierna, reposando a su lado el miembro seccionado al clérigo. El milagro que afortunadamente hoy ya no lo es tanto, ha gozado desde la Edad Media de gran popularidad y son numerosas las representaciones repartidas por nuestras iglesias y museos, entre pinturas, retablos, esculturas e incluso medallones de cerámica.
LOS SANTOS PATRONOS MÉDICOS
Publicado en Gaudí y Más. 1 de Diciembre de 2013
Cada uno de los cuadros cuenta la misma historia, poniendo su peculiar acento.
El más antiguo es este segundo, obra del Maestro de la Capilla Rinuccini llamado Matteo di Pacino que estuvo activo entre 1359 y 1374, contiene en dos escenas toda la historia. A la derecha, los santos médicos aparecen en su visita a la tumba del soldado (o esclavo) etíope, después de colocar la pierna enferma en el ataúd y portando la pierna ya seccionada del difunto. A la izquierda se nos muestra al enfermo con su nueva pierna, dando gracias a Dios en compañía de sus allegados mientras San Cosme y San Damián comentan la intervención.
Pasamos al de Fernando del Rincón Figueroa, (1421-1525) que se exhibe en el Museo del Prado. En esta tabla procedente del monasterio de San Francisco en Guadalajara, su lugar natal, el que fuera pintor en la corte de Fernando el Católico coloca una serie de detalles dignos de figurar en la Historia de la Medicina. Mientras San Damián procede al trasplante después de retirar la pierna gangrenada. que ya vemos colocada en el cadáver donante envuelto en un sudario, San Cosme procede a elaborar un ungüento. Según el doctor Fº Javier Barbado, debemos fijarnos en que el enfermo está dormido mientras sujeta la rama de una planta, posible referencia al anestésico que lo ha sedado, mientras debajo a la derecha se alude a un segundo milagro, la resurrección del aldeano al que le entró una serpiente en la boca mientras dormía y los santos doctores lograron volverlo a la vida haciéndole expulsar el ofidio. Por último no perdamos de vista el estado de la pierna enferma, según la minuciosa descripción del pintor en esta tercera representación.
Jesús Mª del Rincón, toledano y también artista plástico descendiente del maestro, reside en Puerto Rico. Cuenta que un guía del Museo del Prado le confió, que en una ocasión mientras se encontraba explicando la obra a un grupo de estudiantes norteamericanos, una joven afroamericana, no entendiendo el concepto del término "milagro" y tomando la acción del trasplante de estos dos médicos caritativos como un acto de prepotencia racista, entró en cólera y la emprendió a paraguazos con el cuadro. Por fortuna pudieron reducirla y hacerle entender que los hermanos doctores sanaban por caridad cristiana y nunca cobraban, ya que eran anargiros (enemigos del dinero) y que si tomaron la pierna del difunto fue sólo con el noble propósito de hacer el bien.
Fernando del Rincón y Figueroa. Museo del Prado |
La acción que nos presenta Fra Angélico en su cuadro realizado entre 1438 y 1440, contiene toda la asepsia deseada para una intervención quirúrgica actual. Aparte de los médicos y el enfermo sólo vemos sus zapatillas colocadas junto a la cama y un recipiente colgado del cabecero, quizás agua, quizás una escupidera. No existen familiares que estorben la escena y del donante, ni rastro. La blancura de la ropa de cama y los cortinajes hace juego con la limpieza de la estancia. En esta cuarta tabla el ascetismo monacal es evidente, nada sobra.
Milagro de San Cosme y San Damián. Fra Angélico, entre 1438 y 1440 |
Llegando a nuestra quinta tabla con el mismo motivo, obra del palentino Pedro Berruguete
(1450-1504) y realizada sobre 1490, diremos que es la única pieza superviviente
del retablo mayor de la
Colegiata de Covarrubias. La elegancia de los rostros de los
personajes y el tratamiento de los tejidos nos hablan de su aprendizaje en
Italia. Como punto de atención no dejemos de apreciar la evidente diferencia de
talla en las dos piernas, por lo que esperamos que la imagen representada se
refiera al principio de la intervención, cuando aún los dos santos cirujanos
estaban a tiempo de utilizar la sierra y el bisturí para dejar ambas
extremidades a la par.
Los santos, con bisturí y espátula. Obra de Pedro Berruguet. 1490 |
Aquí en esta
sexta creación del que fue alumno de Berruguete, Isidro de Villoldo (m.1560), la escultura de madera policromada que data de 1545 y que he visto en
varias ocasiones, desde la primera vez me llamó la atención la pose del donante acostado en tierra. Sin presentarlo como un cadáver, Villoldo da una nueva
interpretación al caso dejándolo desvalido en el suelo, gimiendo y palpándose la
rodilla con expresión de dolor sin que los santos doctores le presten atención,
ocupados en observar el estado de la sutura y la orina del paciente, que
yaciendo entre sábanas, mullidos almohadones y colcha de brocado, se
deja hacer. Es de esas obras que desbordan la plástica situándose en la crónica y que nunca olvidas.
Villoldo nos dejó en 1545 esta inquietante versión del suceso, incluidas las tijeras |
Séptima tabla. Con tres ángeles enfermeros portando el instrumental quirúrgico, otro Maestro, esta vez el de Stettener, nos deja una imagen del siglo XVI comprimida por lo estrecho del habitáculo. El detalle de los ángeles portando un ala blanca y una negra nos acerca al simbolismo del diablo, a menudo representado con alas negras, como también una referencia al acto de insertar el miembro de un pagano en un cuerpo cristiano, algo demoníaco.
El Maestro de Stettener vio así el milagro, con uno de los santos haciendo un torniquete y dos ángeles con espátulas para aplicar ungüentos y el recipiente que los contiene. |
En la portada de la iglesia de Santa Paula, en Sevilla,
los pintores y ceramistas Pedro Millán y Niculoso Pisano crearon a principios del XVI un soberbio retablo de azulejos y relieves. El segundo medallón de la portada visto desde la derecha representa el milagro de los santos Cosme y Damián preparando la intervención antes de que la pierna del donante aparezca en escena, en esta octava muestra de arte.
En su exquisito trabajo de cerámica, Niculoso Pisano y Pedro Millán nos transmitieron su visión del milagro a principios del siglo XVI. (Fotos: http://www.retabloceramico.net/ ) |
La obra siguiente, de excelente factura actual, añade múltiples simbolismos. El cuerpo que sujetan los santos, los dedos jugando con los cabellos, el perro entre las piernas, el ángel tocando una flauta pánica. El caduceo que porta el personaje de la derecha hacia el que Justiniano vuelve la vista nos da otras dos opciones. A veces ese elemento se usa de forma inadecuada para representar la Medicina y consiste en una vara de olivo con dos serpientes trenzadas, por lo que desde la antigüedad la imagen ha servido como equilibrio de ambas fuerzas, el bien y el mal. Pero en realidad se trata del símbolo de Mercurio, dios del Comercio, y como representación aparece también en las transacciones económicas al ser Patrón de los Administradores y Economistas. Lo que nos lleva a especular sobre lo que el artista quiere decirnos con su pintura. Novena imagen.
Con la página iluminada del libro origen de la leyenda, va la décima representación del trasplante en esta entrada del Arte enla Medicina. No puede
negarse que la historia contada por Jacobus de Vorágine en el libro de 1275,
Legenda aurea, sobre la visión experimentada por el pobre diácono Justiniano
delirando de dolor por su pierna enferma, ha sido de gran inspiración para
nuestros artistas. Claro que no podía ser menos con un texto que empieza
así:
...Un sacristán que tenía una enfermedad que le comía la carne....
Los múltiples simbolismos de esta obra dan para mucho |
Con la página iluminada del libro origen de la leyenda, va la décima representación del trasplante en esta entrada del Arte en
...Un sacristán que tenía una enfermedad que le comía la carne....
Iluminación del libro Legenda aurea, donde se cuenta la leyenda de los santos Cosme y Damián |
Ana Mª Ferrin
Tremendo,...espectacular post.
ResponderEliminarCon una cultura así como va a extrañarnos que lográramos cruzar selvas y océanos. Hoy ya sería otra cosa
EliminarMuy original la entrada. Una dimensión sumamente peculiar del arte. Jamás se me habría pasado por la cabeza el tema de los trasplantes como motivo pictórico y milagrero. Creo que para mucha gente de aquellos tiempos la enfermedad, incurable casi siempre y acompañada de insoportables dolores, era un tema que producía obsesión. Y ante el atraso de la medicina y de la cirugía sólo se podía solucionar esperando un milagro. Y que los santos vinieran a remediar lo que los hombres no podían llevar a cabo. Un consuelo necesario. Y me llama la atención el "mestizaje" que se produce al cambiar un miembro enfermo de un hombre de raza blanca por otro joven, sano y fuerte de un hombre de color.
ResponderEliminarUn saludo.
La verdad es que tiene todos los elementos para provocar nuestra sorpresa.
EliminarImaginemos lo que debía ser en esos años padecer una gangrena y que te cortaran una pierna a pelo, sin anestesia, la locura de ese dolor. Me gustaría saber que debieron darle a ese hombre para soportarlo, porque habría llegado a un punto que ya le daba igual que le cambiaran la pierna por la de un etíope o por una vara de nardo. Dentro de su refinamiento el episodio no puede ser más salvaje.
En Béjar, y en tiempo pretéritos, también se tenía devoción por estos dos santos cirujanos a juzgar por un relieve existente en el ático de un retablo de pequeñas dimensiones de la iglesia de Santa María la Mayor. La escena es similar a la que hoy nos presentas y se reducen, como hemos visto, a la presencia de los dos santos junto a una cama con el enfermo, una pierna y una persona de raza negra junto a la cama. Con estos prámetros representativos los fieles sabían que se encontraban ante San Cosme y San Damián, con sus atributos determinados. Lo mejor de todo es que van a la moda del siglo XVII, con perilla y bigote y tupé, y lobas de médicos.
ResponderEliminarUn beso
La gracia de esta advocación es que como ha ido manteniéndose la devoción a través de los siglos, tenemos un buen desfile histórico de moda.
EliminarSi tienes posibilidad y me envías una imagen del relieve de Béjar lo añadimos. Así podremos disfrutar el estilismo del XVII.
Una variada representación del milagro de los santos hermanos sanadores, casi siempre representados con una lanceta y la orina del enfermo. En lo que veo que no se han puesto de acuerdo los autores es en qué pierna fue la trasplantada, cuatro izquierdas y seis derechas.
ResponderEliminarEl primer retablo es precioso.
Un saludo.
Un diez para tu observación de qué pierna es la trasplantada, que eres el primero en comentar contándome a mí. Lo que nos lleva a pensar en la importancia de que mientras más ojos revisen una obra más detalles descubriremos. Saludos
Eliminar