Simón Bolívar, Franz Kafka, George Orwell, Amedeo Modigliani, el cardinal Richelieu, Gustavo Adolfo Bécquer, Federico Chopín, Paganini, Boticelli, Moliére, Antón Chejov. Son sólo una mota de polvo entre la extensa lista de nombres célebres relacionados con la tuberculosis. Ese bacilo que tantas muertes ha causado ha sido base de numerosas obras literarias e incontables lienzos que en ocasiones dejaron testimonio de los propios médicos que lo diagnosticaban, tomados como rehenes por la misma enfermedad.
Nacimiento de Venus. Sandro Botticelli. 1484. Galería Uffizi. Florencia |
KOCH, EL MALDITO BASTARDO
Publicado en Gaudí y Más.
Los pálidos rasgos de la modelo Simonetta Vespucci fueron inmortalizados en cuadros de los más notables pintores de su época (c1453-1476) entre los que sobresale Sandro Boticelli, que la hizo protagonista de varias de sus obras. La más notable, Alegoría de la primavera, donde se ha identificado a Simonetta como modelo de las seis figuras femeninas. Murió -según se cree- de tisis a la edad de 23 años, y aunque ella estaba casada con Marco Vespucci, en las biografías de Boticelli se ha escrito que ella fue su gran amor, contradiciendo a quienes opinaban que no le interesaban las mujeres. Antes de morir, Boticelli dispuso que lo enterraran a los pies de la bella mujer en la Iglesia de Ognissanti, en Florencia.
Otro de los famosos tocados por el bacilo
de Koch, fue sin duda Fréderic Chopin.
Y de la combinación sincopada de
silencios y sonidos que llamamos música nos quedan dos cuadros que son otras
tantas crónicas de la vida del compositor. Una velada en el salón berlinés del
príncipe Anthony Radziwill, con la familia propietaria y sus amigos escuchando
al músico polaco, pintada por Hendrik Siemiraddzky, y gracias a la pasión por
la música del pintor Eugene Delacroix, la imagen de Chopin y su pareja en 1938,
George Sand, por la época en que el músico se encontraba en una de las crisis
que acabarían con su vida y en compañía de los hijos de la escritora decidieron
irse a pasar el invierno en Mallorca.
No olvidemos a una de las profesiones más maltratadas por la enfermedad, los médicos, que deben a René Laënnec la invención de un instrumento y la publicación de su correspondiente tratado para la auscultación sin tener que aplicar el oído directamente al pecho o espalda del paciente. Este médico contagiado él mismo de la tuberculosis que le ocasionó la muerte a los 46 años, utilizando los nuevos datos que iba obteniendo con su elemental estetoscopio consiguió trazar el cuadro clínico de bastantes enfermedades. Entre otras la causante de su fallecimiento.
Antón Chejov, el afamado dramaturgo ruso autor de
Jean Baptiste
Poquelin, Moliere, encontró en Charles Robert Leslie al pintor que inmortalizó
la que fuera su última representación de Le malade imaginaire. Durante esa
función Moliere sufrió un ataque de tos tan violento que acabó derrumbándolo
sobre el escenario, agotado por falta de aire en sus pulmones y muriendo poco
después en su domicilio, al que lo llevaron sus compañeros. La tradición del
mal fario que atrae en un escenario vestir de amarillo procede de esa última
representación del célebre autor y actor francés, ya que aparecía envuelto en
una bata de ese color.
(*) Biografía de Teophile Laënec:
http://tomascabacas.com/biografia-de-laennec-por-deschiens-ano-1926/
Estetoscopio http://www.nlm.nih.gov/exhibition/emotions/balance.html
Teobald Chartrán 1915 cuadro laennec
(**) Sin trama y sin final: 99 consejos para escritores. Antón Chejov
(**) Sin trama y sin final: 99 consejos para escritores. Antón Chejov
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