Capítulo de mi libro Los Ojos del Paraíso
dedicado a Ricardo Tormo tras varias entrevistas
telefónicas, un año antes de
su fallecimiento.
Cuando escribo este capítulo, a Ricardo Tormo acaban de rendirle un
homenaje en su pueblo natal, Canals,
en Valencia.
Se lo podían haber
organizado por ser bicampeón del Mundo
del motorismo en 50 c/c, motivo más que suficiente. Por la raza que ha
demostrado en su lucha contra las adversidades, primero tras el serio accidente
que sufrió la temporada 83/84, que
marcó un antes y un después en su carrera y últimamente combatiendo sin
descanso contra el problema de salud que no le deja dedicarse a fondo a lo que
sigue siendo su pasión, el mundo de la moto.
Y digo yo que por encima de
todo eso, lo más probable es que el homenaje se lo brinden por hacer país allá
por donde pasa, ya que el campeón podría haber formado un dúo con John Denver cantando Gracias a Dios, yo soy un chico de campo. Pero
del campo valenciano entre sierras. Y de
Canals, como siempre puntualiza.
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Ricardo Tormo. Fotografía autografiada propiedad de Bardamu. |
RICARDO TORMO. AÑOS DE ILUSIÓN Y GLORIA
Publicado en Gaudí y Más. 15 de septiembre de 2018
Hoy mismo (1997) ha salido del
piso de Valencia donde vive con su esposa Carmen
Trillo y al ver el barullo de las calles, el gentío, ha sentido la
necesidad imperiosa del verde, hasta el punto de volver a por el coche y conducir buscando un espacio de
hierba, que ha encontrado a unos quince kilómetros de la ciudad.
-He visto ese campo con un árbol enorme en
medio, como una abuelita con todos los nietos alrededor. Debajo había un perro
atado con un comedero y agua –cuenta-. Me he sentado al lado y allí he estado una
hora, mirando el campo y pensando que ya da asco vivir en las ciudades, no
cabemos, hasta parece que la gente va a mear y se lleva el coche. Podríamos
caminar un poco... Pues no señor, todos en coche atascando las calles. En
cuanto logre comprar una casa en la ciudad nos iremos del piso y volveré a
tener un perro. Estaba agobiadísimo y no sabes el alivio que ha sido el rato
que me he pasado allí solo debajo del árbol.
Después de las líneas
anteriores se comprende que Ricardo Tormo fuera de los primeros en optar por
una autocaravana importante, el famoso Tormobús.
Once millones de coste. Un Pegaso Comet
Turbo equipado con ruedas altas. Un vehículo del que se hicieron juguetes a
escala.
No era un novato de la
estancia en carretera, antes ya había tenido una roulotte y una furgoneta de
segunda mano. Conocía los campings, donde pernoctaba cerca de los circuitos con
los mecánicos, aprovechando para reparar las motos y hacer un cierto orden de
vida casera.
Un buen equipamiento siempre
es agradable. No era lo mismo pasar el frío que él padeció en las dos primeras
casas rodantes faltas de calefacción, que el confort del Tormobús con su aire
acondicionado, buenas camas, baño, cocina, etc. Por mucha juventud y mucho
estusiasmo que se tenga, si el hábitat no reune ciertas condiciones mínimas de confort, el nomadismo
es duro
En los heróicos primeros
años vivió de todo durante sus desplazamientos por el norte europeo, donde se
movían las más importantes carreras. Cómo olvidar aquel día entero parados
entre el hielo y la nieve de una carretera alemana con el tubo del gasoil roto,
hasta que un camionero de Alicante
acertó a pasar avisando por radio para que auxiliaran al equipo motorista.
Y siempre, siempre, nuevos
conocimientos de paisajes. Finlandia
y su aurora boreal, cortinaje rosado que fascinó al joven entre un embalse de
nubes. Los verdes mares de cultivos holandeses, llanuras infinitas donde
perderse en el reino serenísimo de la luz.
Mañana –me cuenta-, se
entrevistará con el Director de Deportes de la Generalitat Valneciana.
Tormo batalla con el montaje de dos equipos, 125-250 c/c con los que participar en el Campeonato Europeo, de ahí la lucha por conseguir patrocinadores.
Orienta la carrera de un nuevo corredor, Jerónimo,
que está haciéndolo bien, muy bien. Otra
cosa... enseño a conducir a niños...
Grandes proyectos y deseos
sencillos, domésticos, como adquirir una caña para seguir con su hijo Ricardo de doce años la tradición de
pesca que él iniciara con su padre en el río Canyoles cuando el cauce pasaba por su pueblo, antes de secarse.
Hoy será otro río truchero, el de Los
Santos, el que revivirá para ellos el gozo del anzuelo, el tirón y la vuelta
a casa con la captura.
-¿Por qué me llama tanto mi pueblo, Canals?. Porque
aquello es vida. Cuando estoy allí me levanto pronto, voy al garaje que tengo
montado en casa con todas las herramientas, pongo música de Paco de Lucía, de
los Beatles, de Raimon que es de Xátiva, de aquí al lado. Empiezo a restaurar
la motos antiguas que tengo, las pinto, las niquelo, arreglo los motores. Ahora
estoy liado con una Derbi del 68. Luego paseo y me siento mirando al cielo y
las montañas, al campo...
Mirando el campo y dando la
vuelta al mundo con la moto. ¿Qué pudo empujar a un hombre tan arraigado a la
tierra para salir de su entorno?
-Pues... Todo empezó con las motos, si no,
nunca me habría movido de aquí. Yo quería correr y me fuí a Badalona a trabajar
en la fábrica de Bultaco. Una vez, cuando iba al trabajo por el puente de San
Adrián que separa a Barcelona de Badalona, el Vaquilla (*) me atracó a punta de pistola y se me llevó
el coche y el dinero.
-¿Echas de menos la
caravana?
-Me
acuerdo muchas veces de la vida de cámping, siempre que hablo con alguien que
duda en meterse en ése lío yo le animo, le digo que le va a pasar como a mí,
que no va a olvidarlo nunca. Después del accidente fue cuando se la dejé a Luis
Miguel Dominguín (**)
y ya luego la vendí a una empresa constructora. Ya me gustaría poder llevar otra
vez aquella vida, ya. La verdad es que no paro y necesitaría estar tranquilo.
Acabo de salir de la clínica, estoy recuperándome de una leucemia que he tenido,
pero tengo que volver a ingresar para que me saquen médula. La congelarán por
si me han de hacer un trasplante.
Mientras escucho las palabras de Ricardo Tormo recuerdo haber leído que
los de su comarca de La Costera son gente
dura que siempre supieron sobreponerse a los avatares y pienso que el motor que
el piloto lleva en su interior es mucho más potente que cualquiera de las
máquinas que haya conducido. Energía y una mirada a larga distancia que no se
recrea en el pasado, al contrario, está siempre fija en el horizonte inmediato.
Ana Mª Ferrrin
(*) Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, fue un tristemente famoso
malhechor que inició su vida delictiva a los 9 años y del que se ocupó mucho la
prensa. Incluso se rodó un film sobre su vida, Yo, el Vaquilla. Murió en la cárcel a los 42 años.
(**) Reportaje sobre ese episodio vivido por Luis Miguel Dominguín, también publicado en el libro Los Ojos del Paraíso y en el presente blog.
Artículo de Ana Mª Ferrin en El Mundo tras el fallecimiento de Ricardo Tormo
Artículo de Ana Mª Ferrin en El Mundo tras el fallecimiento de Ricardo Tormo
El contacto con el verde de los campos crea adicción. La vida urbana sin esos respiros de vez en cuando provocan cierta sensación de ahogo. Ahora mismo te lo estoy escribiendo desde una casa rural a 150 km de Madrid.
ResponderEliminarUn saludo
Qué bonito recordar a este gran deportista. Veinte años no es nada, dice el tango y desde luego en este caso como en muchos, cuánta razón. No parece de ninguna manera que haya pasado tanto tiempo desde su partida a cabalgar con su máquina por los circuitos celestes.
ResponderEliminarEstá muy bien que homenajees a grandes hombres y mujeres de distintos saberes y valores.
Cuéntame cuando puedas lo del octubre modernista. Gracias.
Tuvo mala suerte Ricardo Tormo, trucada su carrera en aquel polígono industrial, y luego su vida por la enfermedad; pero se le recuerda. El circuito de Valencia lleva su nombre.
ResponderEliminarSaludos.
Yo también fui una apasionada de los campings pero hace ya unos años que nos hemos acomodado y vamos a hoteles.Besicos
ResponderEliminarMe gusta la vida del campo, de hecho vivo en él. Nací en una gran ciudad, pero viví en el campo. Incluso de vacaciones.
ResponderEliminarBesos
Una de mis asignaturas pendientes es viajar en una caravana o, como mínimo, vistas una. Su Bultaco me ha traído grandes recuerdo, pero me he quedado desangeladita al leer lo de su trasplante de médula... DEP
ResponderEliminarHay entrevistas, apreciada Ana María, que cuando quién fuera protagonista de la misma se nos va de este mundo, cobra particular grandeza y cada palabra dicha por él en su momento, quisiéramos haberla retenido para siempre.Por más que testimonios sonoros o gráficos mantengan incólume el instante, es mayor todavía el impacto que el ausente pudo haber dejado en nuestra estima imperecedera.
ResponderEliminarBoa noite, Ana, uma bela homenagem para quem enfrentou tantos riscos, para quem sofreu sério acidente e teve sua saúde comprometida. Uma homenagem certamente merecida para quem, por paixão, não deixou de apreciar este esporte.
ResponderEliminarUm bom fim de semana
Um abraço.
Un excelente homenaje.
ResponderEliminarUn beso.