Ana levantó la mano una vez más hacia sus padres sin dejar de sonreír, hasta que el movimiento de los dedos y la acción amable de sus labios fueron apagándose. Tan iguales y tan distintas, le hubiera gustado ser como su hermana Marie, dormida frente a ella, a quien el cansancio había rendido con sólo desanudarse los cordones internos del corpiño, sin darle más tiempo que el justo para desabrocharse un botón de la chaqueta y caer rendida, dejándose ir.
Tras tímidos chirridos y crujidos, las bielas iniciaron el arrastre de las ruedas sobre los rieles logrando acompasar el ritmo, confirmando la marcha hasta deslizar suavemente el vagón recorriendo el contorno de la Riviera francesa.
Escuchando la cadencia del sonido su respiración dejó de ser agitada, serenándose. Miró hacia el departamento acristalado de su izquierda, desde donde el pintor observaba la acción. Todo en orden, tomó el libro de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio y sin quitarse los guantes empezó a sumergirse en los enfrentamientos entre míster Darcy y una Elizabeth que tenía mucho de ella misma.
Miró la cestilla de frutas regalada a su hermana para el viaje, y el delicado ramo de rosas traídas para ella. Ambos obsequios le parecieron el símbolo de dos formas de entender la vida.
Pero con tesón hasta el destino más férreo puede cambiarse.
Pensándolo, una ráfaga de libertad barrió el reservado de primera clase.
Reservado de Gran Clase. Compañeras de viaje. Augustus Egg 1862.
Primera clase. Coche de asientos. Edward Hooper. 1965
Segunda clase. Los álamos dorados. Manuel Gómez Arce.
Tercera clase. El vagón de tercera. Honoré Daumier. 1862.
… El
que canta como un pueblo entero
es
el pinar,
la
gloria silenciosa
del
aire entre las ramas.
La
alta gloria callada
del
viento, se funde con la carcajada
de
un tren que pasa al margen, fragoroso,
por
la vía apartada.
¡Corre, que lo pierdes!
(No corras. Más bien báñate
dentro de este oleaje
sonoro. Ensordece en su seno.)
Luis Cañizal de la Fuente. Fragmento.
ENTRE EL CIELO Y LA VÍA, TÚ
Publicado en Gaudí y Más. 3 de abril de 2021
En el interior de la Gare de l'Est, estación parisina del Ferrocarril, suspendida a unos 7 metros de altura pende del techo el mural de 12 mt, x 5, titulado La Partida de los soldados, agosto de 1914, obra donada al pueblo de Francia por su autor, el pintor Albert Herter.
Este artista norteamericano, de Nueva York, quiso rendir con la obra un homenaje a su hijo mayor también pintor que se alistó en Francia contra Alemania, formando parte de las fuerzas estadounidenses durante la 1ª Guerra Mundial de 1914 y fallecido en combate en 1918 a los 24 años. En su lucha por reponerse de la pérdida, el padre realizó la obra en 1925 logrando con ella un impresionante testimonio que aúna el entusiasmo patriótico con el recuerdo a todos los combatientes, caídos en la que se creyó en su tiempo la contienda más global de la Historia. Poco imaginaba el mundo, que 21 años más tarde se repetiría la historia con los mismos estandartes y similares pérdidas humanas.
Realizado en dos planos, superior con los soldados que partían hacia el frente e inferior con los familiares y amigos que acudieron a acompañarlos, resultará de gran interés desmenuzar los personajes del friso, sus distintos estados de ánimo, así como identificar a los protagonistas de la familia Herter que aparecen en la obra como modelos:
En el centro superior, aparece el soldado Everit Herter con la camisa blanca, pleno de euforia por su incorporación al campo de batalla y portando en sus manos la gorra y el fusil con las flores traídas por su padre. A la izquierda del andén con las manos unidas, aparece en el inferior su madre, Adele, la dama de cabello gris vestida de blanco. En la misma línea a la derecha del cuadro, podemos ver al abatido padre del joven, Albert Herter, dejando para la posteridad las imágenes reales de una de tantas familias fracturadas por la contienda. Portando, ya desmañado, el ramo de las flores con que había ido obsequiando a varios personajes.
En la ceremonia de entrega de la obra a las autoridades, el artista recibió del Estado francés la Orden Nacional de la Legión de Honor.
HACIA EL FRENTE. GRAN GUERRA DE 1914. DETALLES
Tren armado. Gino Severini. 1915.
Interrogatorio de comunistas. Alexander Deineka. 1933
LLEGADAS
Vuelta a casa por Navidad. Norman Rockwell. 1948
Osificación prematura de una estación de tren. Salvador Dalí. 1930
Llegada a San Petersburgo. Desconocido.
Orient Express. Victoria Station, Londres. Tito Lucaveche.
PARTIDAS
Equipaje de Ultramar. Eduardo Úrculo
El mundo naif del tren. Manuel Gómez Arce.
La partida. Cristobal Toral. 1975.
Camel. Raymond Prohaska. 1933
ESPERAS
La estación de tren. William Powell Frith. 1862
Semana de descanso. Nelson Kenton. 2018
TREN, PASO A LA LIBERTAD...
El Gran Ferrocarril del Oeste. William Turner. 1844
Vagones del Ferrocarril. V. Van Goch.1888
Tren por la noche en el desierto. Georgia O'Keefe
José Luis García Pascual
Qué tendrá el tren, qué promesas será capaz de
introducir en nuestras mentes, que ningún otro medio de locomoción ha conseguido como él despertar tantas expectativas de futuro. Quién no guarda el recuerdo de su primera experiencia como viajero independiente, dueño de su equipaje, de su presupuesto. La mezcla de excitación. Su punto inquietante. Los roces. Las miradas.
Entre el océano de trenes que pueblan las vías, va el tuyo, soñador de futuro afilando poesías, ansias de vida desconocida. Mientras un clímax sinfónico reina en tu pecho, escuchas el Adiós o Hasta Luego a tu propia sangre, no hay sitio para más, la esperanza de encuentros allá donde la piel se eriza es demasiado potente para compartirla. Si joven, con la mente soñándote abierto a experiencias. Si maduro, fija la idea de un cambio donde el destino te dé, por fin, lo que te debe. Cierras los ojos y anhelas el avance de esa punta de lanza...
Otro beso. Italo Nunes Vais. 1885 (Las Damas)
Noche en el tren. Edward Hooper. 1918. (Intimidad inaudita en el pintor)
En ciertos autores la trilogía libertad-tren-desnudos, es una idea fija:
Alexander Deineka. 1932.
La Despedida. María Catalina Alberto.
Q Train. Nigel Van Wieck. 2013. (Esa mano masculina...)
Maravilloso reportaje que me ha traído a la mente esos viajes en tren de mi infancia , adolescencia y juventud todos los veranos a pasar las vacaciones al pueblo o hacia otro lugar ¡¡¡Cómo los disfrutaba!!! Me encanta viajar en tren pero ya hace años que no lo hago a mi pesar.Impresionante el mural de Alberte Herter y otro que me gusta mucho es el naif un estilo de arte que me encanta.Besicos
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Charo.
EliminarLa vida está llena de opciones para pensar y poco a poco nos encarrila. Un fuerte abrazo.
Estimada amiga Ana, me vas a disculpar que no te lea, pues tengo una irritación bastante considerable en los ojos y en el derecho tuve hace unos días un pequeño derrame. Tanto años metido entre cuatro paredes trabajando y ahora también de alguna manera pasan factura. Ando con las gafas de sol parece algo alivian.
ResponderEliminarIntentaré leerte en otro momento.
Un abrazo y buen fin de semana.
Esta es una época climática llena de pesticidas y abonos que acosan a las personas sensibles a las alergias.
EliminarEs cuestión de cuidados y paciencia.
Deseo que te mejores.
Un universo de imágenes, situaciones y emociones rodea el mundo del tren y sus viajes, con esos vagones y esos paisajes que invitan a la ensoñación. Seguro que todos nos sentimos identificados con alguna de las imágenes que has seleccionado.
ResponderEliminarUn saludo.
Pienso que cada uno de nosotros es posible que nos identifiquemos con alguna de las imágenes viajeras. Con cuál tú, nuestros compañeros o yo misma.
EliminarBuen tema para una microencuesta, Cayetano.
Si el tren ha dado motivos para ser vehículo de historias literarias, musicales, poéticas y cinematográficas, no podía por menos que hacer una parada en el universo pictórico.
ResponderEliminarY a fe mía que tus nos has enseñado un bello y documentado catalogo en esta brillante entrada de hoy.
Gracias y un beso pascual.
Gracias y una Feliz Pascua para ti y los tuyos.
EliminarUn sueño viajero, el del tren, capaz de encarnarse en cualquier arte. Y alguien polifacético como tú, seguro que algún cuadro o poema habrá dejado por el camino...
Las estaciones son sinónimo de despedidas, ese es el concepto que tengo de ellas, jamás se me ocurriría ir a pasear por el andén de una estación sin apremiante necesidad.
ResponderEliminarLos trenes siempre han sido portadores tanto de alegrías como de tristezas, ya hace mucho que no viajo en tren, pero recuerdo perfectamente los vagones de primera, segunda y tercera clase.
¡Bellas imágenes nos has traído hoy!
Te deseo un feliz DOMINGO DE RESURRECCIÓN.
Cariños.
Kasioles
Muchas gracias y lo mismo te deseo.
EliminarY como estos deberían ser días de celebración pascual, ¡Fuera malos pensamientos, tristes o melancólicos!
A celebrar sólo lo bueno y sus buenos recuerdos, querida Kas.
A mi me sigue gustando viajar en tren. Me trae unos grandes recuerdos.
ResponderEliminarSiento nostalgia al recorrer las estaciones y me transporta a una época muy feliz.
Las imágenes son realmente fantásticas.
Un beso y mi deseo de días felices.
Aún recuerdo tu colaboración en una de las entradas corales que hicimos.
EliminarAllí recordabas a todos los familiares y amigos queridos que te acompañaron a la estación cuando te ibas a Madrid.
Para eso sirven los buenos recuerdos, para hacernos felices, Amalia.
Viajar en tren es una experiencia escasa en mi vida, que se volvió cotidiana mientras vivía en Madrid. En Venezuela, no hay (literalmente), a excepción de unos pocos de carga y uno reciente, que no sé si funciona.
ResponderEliminarPasar de estación en estación, en esa comparativa que a veces se hace de la vida, me resulta reflexivo.
Besos Ana
Montarme en uno, era emocionante
Es que los viajes en tren los encuentro muy reflexivos, parece que todo lo relativizas, cualquier problema que te preocupa parece perder importancia.
EliminarYo me he mareado con todas las secuelas en aviones, coches, y en barco ya ni te cuento. Pero el tren lo recuerdo como un oasis, porque de niña me sentaban en el pequeño pescante al aire libre que daba acceso a la entrada y para mí era una maravilla viajar sin marearme y viendo el paisaje, bien abrigada con el fresco dándome en la cara. Es uno de esos recuerdos que te hacen feliz sólo con evocarlo.
Un saludo, Manuel.
Los viajes en tren de otras épocas eran muy diferentes de los de ahora. En la actualidad se viaja por ocio o por trabajo, sobre todo; entonces los desplazamientos se realizaban por causa mayor. Y, al finalizar, tras horas sobre un duro banco de madera (al menos en tercera clase), se salía del tren impregnado de carbonilla.
ResponderEliminarUn beso
Como le comentaba a Doc Manuel, esos trenes eran mis preferidos, donde me sentaban para que no me mareara mientras yo soñaba mil mundos.
EliminarPero es verdad que los asientos de madera con sus duros listones eran una prueba de resistencia maratoniana. Aún recuerdo el primer viaje que hice al Norte, donde me dejé medio "darriere" tras 14 horas de ida y el otro medio en las de vuelta. Pero entonces aquello eran minucias que no importaban nada.
Besos a ti.
-Los trenes ,son el tema más pintado , es que son bonitos y más esos modelos antiguos y sobre todo las locomotoras de vapor, leña, carbón.En estos casi doscientos años se han proyectado muchos cuadros y creo que todos muy acertados.
ResponderEliminarA mi personalmente me encanta el tren, pero si para viajes sin control de tiempo.-La última vez que lo hice en tren fue para ver una amiga desde Barcelona a Sárria de la comarca de Lugo y fue un viaje largo pero my bonito y que coincidencia que ella gallegiña de Sárria y yo catalana en esos tiempos residía en Sarriá.Ahora como resido en Canarias pues el avión es nuestro medio.
Preciosa entrada con este despliegue de cuadros en honor a este medio y con esta sutil historia.
¿Quien me ha robado el mes de abríl?.-Estoy como el Sabina :casi no me entero de ninguna entrada...
Un abrazo de primavera feliz abril
Uno de estos días contaré la anécdota vivida en un tren por una amiga de cuando yo tenía unos 15 años, con un portugués guapetón. Episodio que no sé si aun ella recordará porque nunca volví a verla, pero algo me dice que nunca la olvidó.
Eliminar¿Así que ahora vives en Canarias?
Las hay con suerte, Bertha. Otro para ti.
Olá, Ana, tenho por trens um certo pensamento romântico, nunca andei em trens aqui no meu país, a única vez que andei e adorei foi numa viagem que fiz da Alemanha à França quando jovem, já vai bastante tempo. Quem sabe um dia não volte a me deparar com um trem?
ResponderEliminarAs obras de arte são sensacionais, obras famosas, lindas. Curiosas.
Uma boa semana pra você, com saúde e paz.
Beijos!
No tengo duda de que debió ser un viaje inolvidable. Dos veces he recorrido el país incluida su vecina Austria con la autocaravana, y a los dos países los considero una joya, tanto por sus paisajes como por todo el arte y arquitectura que contiene. Y su gente me gusta muchísimo.
EliminarAsí que estoy segura de que te llevaste de vuelta recuerdos para siempre.
Petonets para ti.
Los trenes forman parte de mis recuerdos más entrañables.
ResponderEliminarTu magnífico reportaje me ha retrotraído a mi época de estudiante en León, cuando me despedían mis padres en el andén y mi corazón latía con fuerza mientras el tren se alejaba.
Más adelante, el tren, también formó parte de mi salida a otros mundos, otras regiones, otras culturas.
Es como un viejo amigo que siempre me ha acompañado.
Muy emotivo.
Gracias.
Besos.
Mari Paz, te imagino con los ojos hambrientos de vida archivando todo lo que te pasaba por delante, cuando la auténtica Escuela de la Vida se te abría de par en par.
EliminarPero no olvides que cuando uno es joven de veras, lo es hasta que se muere, así que, venga, ¡A la faena!
Un abrazo.
Extraordinaria entrada, muy buena, una selección estupenda de cuadros relacionados con los trenes, particularmente es el medio de transporte que mas me gusta, aunque el coche es el que mas utilizo pero el tren siempre que puedo me encanta.
ResponderEliminarSaludos.
Y seguro que cada vez que tienes ocasión y te montas en uno, regresa el joven que se admiraba de todo. Y que dure, José Aº.
EliminarSaludos.
Deseo que te salgan tan ricas como a mí.
ResponderEliminarEl empapar las torrijas con natillas ligeras, ha sido de mi invención, era la primera vez que las hacía de esa manera y ha sido un gran éxito.
Cariños y buen fin de semana.
kasioles
Tu receta me parece muy acertada. Ya te diré.
EliminarNunca me había adentrado a fondo en la repostería. Pero como ahora los dulces cada vez los hacen más empalagosos, todos rellenos y rebosantes de chocolate, mermelada y miel, de vez en cuando hago algo para casa a la antigua, más austero, sin que enguje mucho, como dirían en Extremadura. Petons
Que belleza!
ResponderEliminarAmo los trenes, las estaciones que funcionan y las abandonadas, hay tanta poesía en todo ello.
Será porque viví los años de mi infancia cerca de tales bondades, silbato, humo, emoción... última llamada, pasajeros al tren!
Mágica entrada.
Un abrazo fuerte.
Muy acertada tu referencia a la mucha poesía que envuelve a los trenes. De hecho existen infinidad de versos con ese tema.
EliminarQué importantes las vivencias de la infancia, Adriana. Sin duda seguimos siendo lo que atesoramos en nuestros primeros doce años de vida. Otro para ti.