“Haz que me apoye en algo -dice la obra al autor-. Haz
que
viva fuera de mí,
profundamente, haz que sea yo misma,
una cosa, un árbol, un edificio, una montaña, un
universo.
Estas son en realidad las obras geniales:
partes del mundo”
José Ortega y Gasset.
El Espectador. Ensayo
José Ortega y Gasset.
El Espectador. Ensayo
Con este párrafo del filósofo Ortega y Gasset, así empezaba Martín Chirino su discurso de aceptación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con fondo de chispas, siempre irá en mi recuerdo su presencia con un martillo en la mano, como un personaje homérico. Todo ello sucedía en mi visita de 2008 a su casa-taller Valyunque de Morata de Tajuña, Madrid, para incluir su entrevista como amigo de mi biografiado Josep Mª Subirachs, en el libro El Tacto y la Caricia. Subirachs.
Estaba por entonces Chirino ilusionado con su proyecto y posible creación en Las Palmas de una Fundación que contendría su propio Espacio Museístico, hoy ya una realidad desde 2015. A este honor le había precedido en 2014 la lectura de su discurso de aceptación como Académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando donde estudió, texto que tituló La Fábula del Herrero.
Mientras cerraba el texto me informan de que en el acto de despedida tributado al escultor en el madrileño Tanatorio de La Paz, la homilía fue pronunciada por el sacerdote Basilio de Rumanía, un país con larga tradición de herreros y forjadores muy presente en la vida de Chirino en sus últimos años.
Retomo aquel rápido encuentro de 2008 cuando me enseñó las obras que acababan de llegarle de una fundición de ese país, presentándome a los colaboradores rumanos que le acompañaban, Daniel Pop y Christian Bors, recordando que lo que iban a ser cuatro palabras acabó en una completa entrevista que guardé. Quizá para dedicársela hoy, en esta tarde de su partida a los 94 años, 11 de marzo de 2019, en forma de resumen de un texto que no pude dedicarle en su momento.
Retomo aquel rápido encuentro de 2008 cuando me enseñó las obras que acababan de llegarle de una fundición de ese país, presentándome a los colaboradores rumanos que le acompañaban, Daniel Pop y Christian Bors, recordando que lo que iban a ser cuatro palabras acabó en una completa entrevista que guardé. Quizá para dedicársela hoy, en esta tarde de su partida a los 94 años, 11 de marzo de 2019, en forma de resumen de un texto que no pude dedicarle en su momento.
Martín Chirino (abc.es) |
LA ESPIRAL DEL VIENTO
El encuentro con el escultor Chirino estaba previsto centrarlo en sus declaraciones sobre Subirachs,
dejando a un lado la jugosa entrevista que el artista merecía por sí mismo y por la
importancia de su obra. Algo que parecía no importarle y a lo que se prestó generoso desde mi primera llamada.
Que ambos se apreciaban y
respetaban yo lo sabía bien por las declaraciones del catalán, que en varias ocasiones me había
repetido anécdotas de sus encuentros, especialmente en Canarias, y en los años 80 con motivo de las obras de ambos para los
Juegos Olímpicos de Seúl. De ahí que aprovechase la posibilidad de esa conversación para saber algo más personal de su relación, a lo que Chirino
accedió ajustando su agenda para coincidir en Madrid.
Cosa rara en un creador, lo primero
que advertí era la facilidad con que el escultor canario se olvidaba de los temas artísticos para deslizarse hacia sus orígenes. Mientras hablábamos de sus andanzas en Corea del Sur con Subirachs y otros artistas,
algo intenso y emocional cruzaba por su memoria y la figura del Martín niño y adolescente
hacía su apariciones en la charla. Dejando a un lado los asuntos profesionales, describiéndose como flaco, alto y desgarbado, solitario habitante de un mundo interior siempre
observador del viento y las espirales de arena, la figura del niño, penúltimo de doce hermanos, vivía sus aventuras montando
a caballo sobre una puerta del cuarto donde se guardaba la ropa de hogar.
Entre retazos de sábanas y manteles,
descubrí que Chirino tenía una vertiente mística que lo enlazaba con su tierra
de forma potente, entrando a fondo en el núcleo de una identidad forjada de magma y brasas. Su verbo era rotundo, profundamente viril a la vez que conservaba ese punto tierno de quien se siente enraizado en la tierra. Por extraño que pueda parecer al relacionarlo con alguien en apariencia tan cerebral como Subirachs, allí estaba
el vínculo anímico que enlazaba a ambos artistas por medio de la mística, haciéndoles coincidir en una
determinada manera de sentir la vida y el arte: -Recuerdo con emoción nuestras conversaciones. Martín Chirino veía las cosas trascendentes
de manera sencilla a través de la abstracción, como yo-, me había dicho en
una ocasión Subirachs al hablarme de su amigo.
Considero
este tipo de escritos a propósito de un deceso, momentos dedicados al hombre
más que al personaje. Así, centrándome en el factor humano, resumiré la clara
mirada de Chirino acerca de las oportunidades que se le presentaron como
artista en sus comienzos, relatadas ese día, considerándolas una simple
circunstancia cultural: -Yo tuve la suerte de ser angloparlante, por mis
estudios y por la relación de mi familia con la colonia inglesa a través del
puesto de mi padre en los astilleros Blandy Brothers del Puerto de la Cruz.
Algo que resultaría providencial para el
joven isleño en 1958, tiempos grises en que España salía de una postración
de posguerra tan ansiosa de abrirse a los nuevos tiempos, como su Dictador por
lograr salir del boicot internacional que le impedía el progreso. Por ese
resquicio y convencidos algunos
colaboradores por el Director del Teatro Español, Luis González Robles (*), de
las bondades que brindarían una apertura a la modernidad, Francisco Franco dio el visto bueno a un responsable de Asuntos Exteriores para que los integrantes
del colectivo de artistas El Paso, participasen en las Bienales de Alejandría, Sao Paulo y Venecia.
En un determinado momento del encuentro, mientras citaba a los que por entonces eran sus compañeros de éxito en
el campo de la forja, Chillida y Pablo Serrano entre otros, con su hablar
tranquilo deslizó una frase que me dio la medida de su propia estima: -Si, todos
trabajábamos el hierro. Pero yo fui quien recogió el testigo de Julio González.
Martín Chirino, foto superior. Josep Mª Subirachs, sobre estas líneas. 1960-1970 Fotografiados por Eduardo Westerdhal en Santa Cruz de Tenerife |
Si sus primeros recuerdos acerca del artista de Barcelona se enlazaban a través de la figura del que fuera gran animador cultural en Tenerife, Eduardo Westerdhal, mecenas intelectual de tantos artistas, Chirino siguió citando y valorando la presencia de la compañera de Subirachs, Maite Sarró, en uno de los viajes a Corea del Sur que compartieron, por lo animosa que se mostró ella ante las dificultades, siempre dispuesta a una excursión, traducción o visita. Mientras por el contrario afirmaba, que a pesar de su comportamiento correcto y amable por esos días, Subirachs presentaba un cierto aire melancólico dando la sensación de no estar pasando una buena temporada anímica.
O quizá por sentirse desplazado al no hablar inglés. Algo que siempre le incomodaba cuando las circunstancias lo llevaban a compartir un entorno donde todos los componentes se comunicaban en esa otra lengua, obviando el francés que sí conocía Subirachs. Incomodidad que Chirino y Maite procuraban mitigar aunque no siempre lo conseguían.
En aquel julio de 2008, mientras andábamos por su casa-taller madrileño, el maestro canario se explayaba así a propósito de la trayectoria de Josep Mª Subirachs, del que rescato el siguiente párrafo, toda una declaración de sus propias ambiciones artísticas no satisfechas por la presión ambiental del momento:
- Subirachs hizo lo que debía. Él fue valiente dando todos los giros que quiso sin preocuparse de opiniones ajenas -con semblante grave, el escultor canario describió lo que se apreciaba como una profunda reflexión-: Hoy creo que
durante muchos años los artistas de vanguardia hemos vivido la escultura como
una especie de dictadura. Si te dedicabas a lo abstracto no podías moverte de
ahí, había una prevención a las críticas de los compañeros de viaje. Pero
Subirachs ha hecho lo que ha querido, en ese sentido ha sido más libre que
otros. En la Sagrada Familia me interesa lo que ha hecho, cómo ha resuelto ese
reto. Unas veces su trabajo se integra más con la obra de Gaudí, otras menos,
pero siempre lo veo a él mismo, lo veo sincero, y en conjunto su intervención
en la Sagrada Familia me parece una gran obra.
El periodista y Cronista Oficial grancanario, Pedro González Sosa, nos dejaba un dato precioso por lo desconocido en su obituario de Martín Chirino desde el diario La Provincia, de Gran Canaria. Nada menos que la autoría de una estatua en piedra, curiosa imagen de San Antonio de Padua que aún puede verse en una hornacina de la iglesia de San Juan de Dios, rareza tallada por un joven Martín que iniciaba su carrera de escultor a través del hierro que lo haría universal y que me trajo a la mente el medicamento nuevo y providencial que sanó al escultor. ¿Quién puede asegurar que no existe mediación para los milagros? (**).
Ana Mª Ferrin
El periodista y Cronista Oficial grancanario, Pedro González Sosa, nos dejaba un dato precioso por lo desconocido en su obituario de Martín Chirino desde el diario La Provincia, de Gran Canaria. Nada menos que la autoría de una estatua en piedra, curiosa imagen de San Antonio de Padua que aún puede verse en una hornacina de la iglesia de San Juan de Dios, rareza tallada por un joven Martín que iniciaba su carrera de escultor a través del hierro que lo haría universal y que me trajo a la mente el medicamento nuevo y providencial que sanó al escultor. ¿Quién puede asegurar que no existe mediación para los milagros? (**).
La imagen de San Antonio de Padua, de Martín Chirino |
Ana Mª Ferrin
(*) Luis González Robles.
Dueño de una biografía poliédrica y generosa, fue un protagonista del panorama cultural español que consiguió impulsar, desde el más profundo núcleo de la dictadura, un despegue de nuestras Artes Plásticas plagado de éxitos. Sin duda, un hombre para todas las estaciones.
Más información en mi libro sobre Subirachs, El Tacto y la Caricia. Subirachs.
(**) Artículo de Pedro González Sosa en homenaje a Martín Chirino: https://www.laprovincia.es/cultura/2019/03/14/san-antonio-martin-chirino/1156270.html
Dueño de una biografía poliédrica y generosa, fue un protagonista del panorama cultural español que consiguió impulsar, desde el más profundo núcleo de la dictadura, un despegue de nuestras Artes Plásticas plagado de éxitos. Sin duda, un hombre para todas las estaciones.
Más información en mi libro sobre Subirachs, El Tacto y la Caricia. Subirachs.
(**) Artículo de Pedro González Sosa en homenaje a Martín Chirino: https://www.laprovincia.es/cultura/2019/03/14/san-antonio-martin-chirino/1156270.html
Martín Chirino, del calor duro de la fragua al encuentro de la verdadera arquitectura del aire.
ResponderEliminarBesos.
Espirales, curvas y tubos atrapan el fuego haciendo ondear desde una vela al humo y los cabellos. Diferente, pero también arquitectura.
EliminarEl gran escultor ha "partido" una gran pérdida para España.Besicos
ResponderEliminarLo curioso es que sus obras más rotundas las hacía forjar en Rumanía. Decía que aquí ya no se trabajaba el hierro con esa fuerza.
EliminarMuy emocionante y gratificante para ti debe haber sido el conocer y entrevistar a gente fundamental de nuestra cultura, como es el caso del escultor Chirino. De esta gente siempre se aprende algo.
ResponderEliminarSaludos, Ana.
Mientras estás trabajando no sueles pensar en que estás asistiendo a algo importante. Es pasado el tiempo cuando reflexionas y te das cuenta de que sí valió la pena prestar atención y tomar notas de las sensaciones. Saludos.
EliminarY tal cual dice más arriba Cayetano Gea, al leer artículos como el presente y en referencia a tu trabajo, Ana María, yo también pienso que "de esta gente siempre se aprende algo".
ResponderEliminarQue tengas un muy buen domingo.
El pensamiento es mutuo, de ida y vuelta, Y para ti un buen domingo. Y lunes, y martes...
EliminarHola Ana:
ResponderEliminarUn bonito homenaje. Un trabajo excepcional, que muestra lo que quería decir con sus esculturas.
Besos
Viendo ahora la obra en perspectiva se aprecia la vida propia que tenía cada pieza. Tan pesada y a la vez alada.
EliminarTambién a ti.
Crear a partir del hierro formas etéreas y místicas, trascendentes, pesadas a la vez que gráciles, libres para volar por el espacio sólo está reservado a los grandes escultores. Precioso homenaje a otro grande que se fue.
ResponderEliminarUn beso
Interesar con la escultura abstracta no está al alcance de cualquiera y él lo consiguió sin explicaciones. Tejiendo un nexo directo desde su mente a la del observador.
EliminarBesos
Fantástica la imagen de San Antonio de Padua!!.
ResponderEliminarUn trabajo genial.
Un beso
Qué obra tan curiosa, de no saberlo, nadie la hubiera relacionado con él.
EliminarBesos a ti.