Foto cabecera

Sant Quentin S-S - copia "SAN QUINTIN sur Sioule" Auvernia, Francia. Lugar de los antepasados de Antonio Gaudí.



MARTÍN CHIRINO. "YO NO SERÍA NADA SIN LA PLAYA DE LAS CANTERAS"




“Haz que me apoye en algo -dice la obra al autor-. Haz que
 viva fuera de mí, profundamente, haz que sea yo misma,
una cosa, un árbol, un edificio, una montaña, un universo.
Estas son en  realidad las obras geniales:
partes del mundo”

José Ortega y Gasset. 


                                        El Espectador. Ensayo




                                         Con este párrafo del filósofo Ortega y Gasset, así empezaba Martín Chirino su discurso de aceptación en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Con fondo de chispas, siempre irá en mi recuerdo su presencia con un martillo en la mano, como un personaje homérico. Todo ello sucedía en mi visita de 2008 a su casa-taller Valyunque de Morata de Tajuña, Madrid, para incluir su entrevista como amigo de mi biografiado Josep Mª Subirachs, en el libro El Tacto y la Caricia. Subirachs.

    Estaba por entonces Chirino ilusionado con su proyecto y posible creación en Las Palmas de una Fundación que contendría su propio Espacio Museístico, hoy ya una realidad desde 2015. A este honor le había precedido en 2014  la lectura de su discurso de aceptación como Académico de Honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando donde estudió, texto que tituló La Fábula del Herrero.

   Mientras cerraba el texto me informan de que en el acto de despedida tributado al escultor en el madrileño Tanatorio de La Paz, la homilía fue pronunciada por el sacerdote Basilio de Rumanía, un país con larga tradición de herreros y forjadores muy presente en la vida de Chirino en sus últimos años.

 Retomo aquel rápido encuentro de 2008 cuando me enseñó las obras que acababan de llegarle de una fundición de ese país, presentándome a los colaboradores rumanos que le acompañaban, Daniel Pop y Christian Bors, recordando que lo que iban a ser cuatro palabras acabó en una completa entrevista que guardé. Quizá para dedicársela hoy, en esta tarde de su partida a los 94 años, 11 de marzo de 2019, en forma de resumen de un texto que no pude dedicarle en su momento.


Martín Chirino (abc.es)


LA ESPIRAL DEL VIENTO

Publicado en Gaudí y Más. 16 de marzo de 2019


                               El encuentro con el escultor Chirino estaba previsto centrarlo en sus declaraciones sobre Subirachs, dejando a un lado la jugosa entrevista que el artista merecía por sí mismo y por la importancia de su obra. Algo que parecía no importarle y a lo que se prestó generoso desde mi primera llamada.

   Que ambos se apreciaban y respetaban yo lo sabía bien por las declaraciones del catalán, que en varias ocasiones me había repetido anécdotas de sus encuentros, especialmente en Canarias, y en los años 80 con motivo de las obras de ambos para los Juegos Olímpicos de Seúl. De ahí que aprovechase la posibilidad de esa conversación para saber algo más personal de su relación, a lo que Chirino accedió ajustando su agenda para coincidir en Madrid.

   Cosa rara en un creador, lo primero que advertí era la  facilidad  con que el escultor canario se olvidaba de los temas artísticos para deslizarse hacia sus orígenes. Mientras hablábamos de sus andanzas en Corea del Sur con Subirachs y otros artistas, algo intenso y emocional cruzaba por su memoria y la figura del Martín niño y adolescente hacía su apariciones en la charla. Dejando a un lado los asuntos profesionales, describiéndose como flaco, alto y desgarbado, solitario habitante de un mundo interior siempre observador del viento y las espirales de arena, la figura del niño, penúltimo de doce hermanos, vivía sus aventuras montando a caballo sobre una puerta del cuarto donde se guardaba la ropa de hogar.

   Entre retazos de sábanas y manteles, descubrí que Chirino tenía una vertiente mística que lo enlazaba con su tierra de forma potente, entrando a fondo en el núcleo de una identidad forjada de magma y brasas. Su verbo era rotundo, profundamente viril a la vez que conservaba ese punto tierno de quien se siente enraizado en la tierra. Por extraño que pueda parecer al relacionarlo con alguien en apariencia tan cerebral como Subirachs, allí estaba el vínculo anímico que enlazaba a ambos artistas por medio de la mística, haciéndoles coincidir en una determinada manera de sentir la vida y el arte: -Recuerdo con emoción nuestras conversaciones. Martín Chirino veía las cosas trascendentes de manera sencilla a través de la abstracción, como yo-, me había dicho en una ocasión Subirachs al hablarme de su amigo.   





                                            
Diversas imágenes de mi encuentro con Chirino en su casa taller, en 2008.  Aquí aparece con sus ayudantes rumanos. A su derecha Daniel Pop, a su izquierda, Chistian Bors. (A.Mª.F.)

                                   Considero este tipo de escritos a propósito de un deceso, momentos dedicados al hombre más que al personaje. Así, centrándome en el factor humano, resumiré la clara mirada de Chirino acerca de las oportunidades que se le presentaron como artista en sus comienzos, relatadas ese día, considerándolas una simple circunstancia cultural: -Yo tuve la suerte de ser angloparlante, por mis estudios y por la relación de mi familia con la colonia inglesa a través del puesto de mi padre en los astilleros Blandy Brothers del Puerto de la Cruz.

  Algo que resultaría providencial para el joven isleño en 1958, tiempos grises en que España salía de una postración de posguerra tan ansiosa de abrirse a los nuevos tiempos, como su Dictador por lograr salir del boicot internacional que le impedía el progreso. Por ese resquicio y convencidos algunos colaboradores por el Director del Teatro Español, Luis González Robles (*), de las bondades que brindarían una apertura a la modernidad, Francisco Franco dio el visto bueno a un responsable de Asuntos Exteriores para que los integrantes del colectivo de artistas El Paso, participasen en las Bienales de Alejandría, Sao Paulo y Venecia. 


   En un determinado momento del encuentro, mientras citaba a los que por entonces eran sus compañeros de éxito en el campo de la forja, Chillida y Pablo Serrano entre otros, con su hablar tranquilo deslizó una frase que me dio la medida de su propia estima: -Si, todos trabajábamos el hierro. Pero yo fui quien recogió el testigo de Julio González.  

  


Preparando, desembalando y ensamblando unas piezas suyas, algunas  traídas de una fundición de Rumanía


                                        La constancia en un trabajo tan insano y duro en los años sesenta, viviendo la explosión de un rápido éxito que nunca hubiera esperado, le pasó factura haciéndolo recaer en su antigua dolencia de los once años. La tuberculosis volvió a visitarlo, cerrando su camino cuando la energía le era más necesaria y recluyéndolo en un sanatorio. Pero la buena estrella del artista estaba ahí, reposando en espera de que se la necesitara, haciendo su aparición en forma de un nuevo medicamento que obraba milagros, la terramicina salvadora que después de largos meses de inactividad, lo devolvió a su profesión.  

   Otro párrafo que acoté en mis notas fue el referente al génesis de sus volutas y espirales. Algo simple, según él, captado por los ojos infantiles extasiados al ver los vaivenes de la arena danzando al compás del viento, volúmenes etéreos que muchos años más tarde, cuando esas figuras ya bailaban de su mano por el confín de los mapas, supo que existían grabadas en las rocas desde centurias o quizá milenios, por los antiguos pobladores de sus islas, los guanches

   En esa tarde de confidencias en 2008, mientras lo escuchaba cumplía medio siglo la aventura de El Paso y, sin complejos, mi interlocutor reconocía que los trece componentes del grupo fueron conscientes de que los estaban manipulando, añadiendo: -Y nosotros decidimos dejarnos manejar.

   La decisión se demostró muy acertada. Por aquel canal empezaron a ser conocidos en el exterior artistas de todo tipo, al tiempo que el turismo se enamoraba de un país que tenía muchas bellezas para visitar, arte, paisaje y paisanaje, idilio que aún sigue. Por parte de Chirino su dominio del inglés, algo no común en la España de aquellos años, le fue muy útil como oportunidad de oro para fomentar contactos internacionales de alto nivel. Cineastas y políticos abrieron un abanico de visitantes que pedían su presencia como artista y como intérprete, así en el caso de Carlos Saura. Del Gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, al físico padre de la Bomba Atómica, Julius Oppheimer, que le compró una primera obra y no sabemos si por influencia de ella, acabó convertido al pacifismo. Y de ahí al MOMA, a la galería Borgenicht, exposiciones y museos de todo el mundo, encargo tras encargo...    

A la iz. Martín Chirino en Tenerife junto a Wersterdhal y su esposa Maud.


Martín Chirino, foto superior. Josep Mª Subirachs, sobre estas líneas. 1960-1970
Fotografiados por Eduardo Westerdhal en Santa Cruz de Tenerife

                                           Si sus primeros recuerdos acerca del artista de Barcelona se enlazaban a través de la figura del que fuera gran animador cultural en Tenerife, Eduardo Westerdhal, mecenas intelectual de tantos artistas, Chirino siguió citando y valorando la presencia de la compañera de Subirachs, Maite Sarró, en uno de los viajes a Corea del Sur que compartieron, por lo animosa que se mostró ella ante las dificultades, siempre dispuesta a una excursión, traducción o visita. Mientras por el contrario afirmaba, que a pesar de su comportamiento correcto y amable por esos días, Subirachs presentaba un cierto aire melancólico dando la sensación de no estar pasando una buena temporada anímica. 
  
   O quizá por sentirse desplazado al no hablar inglés. Algo que siempre le incomodaba cuando las circunstancias lo llevaban a compartir un entorno donde todos los componentes se comunicaban en esa otra lengua, obviando el francés que sí conocía Subirachs. Incomodidad que Chirino y Maite procuraban mitigar aunque no siempre lo conseguían.

   En aquel julio de 2008, mientras andábamos por su casa-taller madrileño, el maestro canario se explayaba así a propósito de la trayectoria de Josep Mª Subirachs, del que rescato el siguiente párrafo, toda una declaración de sus propias ambiciones artísticas no satisfechas por la presión ambiental del momento:


   - Subirachs hizo lo que debía. Él fue valiente dando todos los giros que quiso sin preocuparse de opiniones ajenas -con semblante grave, el escultor canario describió lo que se apreciaba como una profunda reflexión-:  Hoy creo que durante muchos años los artistas de vanguardia hemos vivido la escultura como una especie de dictadura. Si te dedicabas a lo abstracto no podías moverte de ahí, había una prevención a las críticas de los compañeros de viaje. Pero Subirachs ha hecho lo que ha querido, en ese sentido ha sido más libre que otros. En la Sagrada Familia me interesa lo que ha hecho, cómo ha resuelto ese reto. Unas veces su trabajo se integra más con la obra de Gaudí, otras menos, pero siempre lo veo a él mismo, lo veo sincero, y en conjunto su intervención en la Sagrada Familia me parece una gran obra.

  

                                       El periodista y Cronista Oficial grancanario, Pedro González Sosa, nos dejaba un dato precioso por lo desconocido en su obituario de Martín Chirino desde el diario La Provincia, de Gran Canaria. Nada menos que la autoría de una estatua en piedra, curiosa imagen de San Antonio de Padua que aún puede verse en una hornacina de la iglesia de San Juan de Dios, rareza tallada por un joven Martín que iniciaba su carrera de escultor a través del hierro que lo haría universal y que me trajo a la mente el medicamento nuevo y providencial que sanó al escultor. ¿Quién puede asegurar que no existe mediación para los milagros? (**).   


La imagen de San Antonio de Padua, de Martín Chirino

Ana Mª Ferrin

(*) Luis González Robles.

       Dueño de una biografía poliédrica y generosa, fue un protagonista del panorama cultural español que consiguió impulsar, desde el más profundo núcleo de la dictadura, un despegue de nuestras Artes Plásticas plagado de éxitos. Sin duda, un hombre para todas las estaciones. 
Más información en mi libro sobre Subirachs, El Tacto y la Caricia. Subirachs.  

(**) Artículo de Pedro González Sosa en homenaje a Martín Chirino:   https://www.laprovincia.es/cultura/2019/03/14/san-antonio-martin-chirino/1156270.html
       

14 comentarios:

  1. Martín Chirino, del calor duro de la fragua al encuentro de la verdadera arquitectura del aire.
    Besos.

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    1. Espirales, curvas y tubos atrapan el fuego haciendo ondear desde una vela al humo y los cabellos. Diferente, pero también arquitectura.

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  2. El gran escultor ha "partido" una gran pérdida para España.Besicos

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    1. Lo curioso es que sus obras más rotundas las hacía forjar en Rumanía. Decía que aquí ya no se trabajaba el hierro con esa fuerza.

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  3. Muy emocionante y gratificante para ti debe haber sido el conocer y entrevistar a gente fundamental de nuestra cultura, como es el caso del escultor Chirino. De esta gente siempre se aprende algo.
    Saludos, Ana.

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    1. Mientras estás trabajando no sueles pensar en que estás asistiendo a algo importante. Es pasado el tiempo cuando reflexionas y te das cuenta de que sí valió la pena prestar atención y tomar notas de las sensaciones. Saludos.

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  4. Y tal cual dice más arriba Cayetano Gea, al leer artículos como el presente y en referencia a tu trabajo, Ana María, yo también pienso que "de esta gente siempre se aprende algo".

    Que tengas un muy buen domingo.

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    1. El pensamiento es mutuo, de ida y vuelta, Y para ti un buen domingo. Y lunes, y martes...

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  5. Hola Ana:
    Un bonito homenaje. Un trabajo excepcional, que muestra lo que quería decir con sus esculturas.

    Besos

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    1. Viendo ahora la obra en perspectiva se aprecia la vida propia que tenía cada pieza. Tan pesada y a la vez alada.
      También a ti.

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  6. Crear a partir del hierro formas etéreas y místicas, trascendentes, pesadas a la vez que gráciles, libres para volar por el espacio sólo está reservado a los grandes escultores. Precioso homenaje a otro grande que se fue.
    Un beso

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    1. Interesar con la escultura abstracta no está al alcance de cualquiera y él lo consiguió sin explicaciones. Tejiendo un nexo directo desde su mente a la del observador.
      Besos

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  7. Fantástica la imagen de San Antonio de Padua!!.
    Un trabajo genial.
    Un beso

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    1. Qué obra tan curiosa, de no saberlo, nadie la hubiera relacionado con él.
      Besos a ti.

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