A sus ocho años, Sergi está en una edad donde cada nuevo amigo
es un regalo. Este curso del que ya lleva seis meses, no para de
referirse a Jim, llegado desde Canadá con su familia. Un compañero
al que los padres de Sergi aun no conocían, con el que compartir su afición
al fútbol, la mecánica, los cómics y libros de dinosaurios, además
de las risas. Con él se encontraron un fin de semana que coincidieron
las dos familias en la misma playa de Peñíscola.
Al conocerlo los padres de Sergi no les extrañó nada que Jim se llevara
tan bien con toda la clase, un grupo en el que habían crecido juntos
desde la guardería. El nuevo alumno les pareció un buen niño,
listo y risueño. Y como en Barcelona, a pesar de ser una ciudad cosmopolita no son muy comunes los vecinos de pura negritud africana como Jim y los suyos,
de etnia masai procedentes de Kenia, la hermana de Sergi le preguntó con
toda la sencillez de sus diez años: - Sergi, que simpático es tu amigo, no sabíamos que era negro. Qué guapo es. ¡Y qué alto!
A lo que el pequeño contestó de manera natural, como si le hubieran
preguntado si su amigo era del F.C. Barcelona: -¡Ah! Sí. Es negro.
Papá, ¿sabes que música le gusta? ¡El heavy, como a ti! Me ha dicho que su padre guarda un montón de vinilos, de esos antiguos. De AC/DC tiene cantidá.
Cómo ha cambiado la vida. Cómo ha ido poniendo cada cosa en su sitio, desechando lo que nunca debió ser motivo de problemas y dándole importancia a lo que de veras la tiene; la Justicia, los derechos y calidad humana de cada individuo. Factores de Ley Natural que deberían conducirnos hacia la armonía, con la misma limpieza en la mirada con que nuestros pequeños miden la realidad.
CONCEPTOS AJENOS AL MUNDO INFANTIL
Publicado en Gaudí y Más. 20 de marzo de 2021
Mientras me relataban la escena anterior, recordé haber leído en su momento un reportaje contando cómo, el 14 de noviembre de 1960, Lucille Bridges, ciudadana negra de los Estados Unidos, enviaba por primera vez a su su hija Ruby de seis años camino de la escuela William Frantz Elementary School, de Nueva Orleans. A la pequeña la custodiaban cuatro agentes del Gobierno y dos policías, los mismos que cuando la madre iba a buscarla a la salida de las clases, volvían para acompañarlas a su domicilio .
Aunque en 1954 una sentencia obligaba a los centros educativos a no discriminar a los alumnos por el color de su piel, un manojo de triquiñuelas legales les seguía impidiendo el normal acceso. Entre ellas un test cultural que, casualmente, siempre daba negativo en los alumnos de raza negra. Pero pese a los manejos de esos funcionarios, en 1960 el filtro que tan bien les había resultado falló y seis aspirantes negros a ocupar las aulas pasaron la prueba. La familia de cinco de ellos sucumbió a los actos intimidatorios y al terror impuesto por las presiones de grupos racistas bien engrasados, por lo que optaron por otros destinos segregados.
Sólo la familia de la pequeña Ruby Bridges se
resistió a desestimar la plaza, lo que no fue fácil. Un comité de la Asociación para el Progreso
de la Gente de Color contactó con ellos para informarles de que optar
por asistir a la escuela que le correspondía, en esa parte de los
Estados Unidos era una acción osada y justa, pero muy peligrosa. Pero a la
vez les informaron de que, si optaban por asistir, sería una gesta que contribuiría
a dar un valioso empuje a la causa.
Haciendo los deberes con su padre, Abon
El matrimonio Bridges, ella ama de casa de día y trabajadora nocturna en una empresa y él, Abon Bridges, empleado en una gasolinera, dudaban. Ruby era la mayor de sus cinco hijos y el padre no quería exponerla al peligro, por lo que prefería que siguiera en su vieja escuela donde sólo asistían alumnos de color. La madre se resistía a que su hija no pudiera aprovechar la oportunidad de cursar estudios superiores en un centro tan valorado, con los contactos que eso supondría para su futuro. No le parecía justo. Sostenía que su hija había demostrado que tenía tanto derecho como cualquier norteamericano blanco a ocupar ese lugar, por lo que debía entrar sin más, sin ceder a las presiones. Si ellos no se atrevían a resistir, las cosas nunca cambiarían. En el último momento, el padre aceptó.
Cercada por asambleas racistas, mujeres en su mayor parte, que cada día durante tiempo y tiempo rodearon el trayecto de la niña y se manifestaron a su paso entre pancartas y griterío, la pequeña y valiente estudiante, sonriente a pesar del miedo, sola y erguida o apretando muy fuerte la mano de su madre y ambas protegidas por agentes federales, aguantó la situación sin una queja, recibiendo en solitario las clases durante un curso, ya que las demás familias blancas trasladaron sus hijos a otros centros.
En la difícil empresa, tuvo una actuación importante la profesora Bárbara Henry, llegada expresamente desde Boston para impartir a Ruby en solitario los temas del curso. Ambas, profesora y alumna, encontraron su fortaleza fundiéndose una con otra en una labor donde se sabía que el país al completo, con familias de los 50 Estados, fijaba sus ojos en ellas para decidir el paso a dar en la escolarización de sus hijos.
Ruby Bridges en 2010
Como habrán comprobado, el texto está contado con la sencillez de vocabulario que utilizaría un niño sano de esta generación, sin preocuparse de si algún vocablo es o no políticamente correcto y con su misma falta de prejuicios, ya que referirse al color de la piel de un individuo sólo debería indicar una característica, nunca un insulto. Así que, nada de "moreno" o "de color", "afro" o "afroamericano". Con su actitud sonriente sin aspavientos, en silencio y estudiando, trabajando y esforzándose, a sus 6 años Ruby Bridges cambió la Historia gritando al mundo que ella estaba muy orgullosa de ser negra.
El pasado 10 de noviembre de 2020, cuatro días antes de cumplirse el 60 Aniversario de la gesta de la pequeña Ruby, fallecía a los 86 años su madre, Lucille.
Por ello, el escuchar hace unos días cómo un niño, tras casi un año de compartir aula con un compañero y de referirse continuamente a él contando si jugaban o se reían, si dibujaban un dinosaurio o montaban un mecano, jamás había mencionado que su amigo fuera blanco, negro, amarillo o cobrizo, simplemente porque para él era irrelevante, me pareció sublime.
Como para reconciliarse con el mundo.
Ana Mª Ferrin
No hace mucho vi la película Figuras ocultas, sobre las dificultades contra las que debieron luchar tres matemáticas e ingenieras negras contratadas por la NASA como calculadoras humanas, y de su empeño, como el de la pequeña Ruby, en lograr el reconocimiento general. Son historias de quienes valientemente dieron pasos en pro de la igualdad, como también lo hizo la famosa Rosa Parks, ocupando un asiento, en un autobús, que otros negaban tuviera derecho a usar.
ResponderEliminarDe este caso que he leído de Ruby, de su valiente madre y la no menos valerosa profesora, no sabía nada, y me ha encantado conocer la historia.
Y viendo las fotos, pasado el tiempo, cuántas personas de las que aparecen en ellas en actitud vociferante habrán sentido la vergüenza de verse en semejante pose, o no, quién sabe.
Un saludo, Anamaría.
Tú lo has dicho: O no.
EliminarPor increíble que parezca, en 1997 yo vi algo parecido en un pueblo de Carolina del Sur. Era un grupo reducido, portando pequeñas pancartas y no me enteré de cuál era el motivo exacto, sólo que se trataba de un rechazo por algo racial.
Lo que nunca olvidaré eran sus caras de odio, similares a las fotos de la entrada. Y por qué no decirlo: Su completa fealdad. Esa fealdad ajena a los rasgos, que proviene del interior.
Era un entorno precioso con una naturaleza exuberante, pero algo se había roto.
Saludos, DLT.
Muchas veces son los propios niños los que nos dan lecciones y dejan al descubierto las miserias de algunos adultos, como esos descerebrados con el ataúd de una muñeca negra.
ResponderEliminarUn saludo.
El supremacismo puede llegar a cotas inimaginables.
EliminarPero ahí está el gran poder de la educación ética por parte de educadores y padres que podemos ver en el texto, señor profesor.
Saludos.
Los niños son todo un ejemplo de solidaridad pues son muy abiertos y no le dan ninguna importancia a la raza de las personas y así deberíamos de ser los adultos.Me ha impresionado mucho lo del ataud....que bajo podemos llegar a caer los seres humanos.Besicos
ResponderEliminarLa verdad es que da repelús pensar en los abismos que puede anidar el alma humana. Y en lo que mucho que esos seres pueden envenenar a los niños.
EliminarUn beso.
Recuerdo aquella época en la cual, cada logro de un pedazo de libertad y comprensión para los afro americanos, significaba una lucha y una determinación casi heroica.
ResponderEliminarY no entendía que lo que nos presentaban como una democracia avanzada, fueran tan poco dados a las libertades individuales y étnicas.
Lo que no conocía era esa fotografía del entierro de la muñeca negra y no dejo de preguntarme como verían ahora los hijos o los nietos de esos vociferantes energúmenos.
Gracias por tu lección semanal.
Feliz primavera y besos.
No sabría que decir sobre mi convicción de cómo habrán evolucionado esas familias. Porque si a un niño sus padres, continuamente, le están introduciendo esas ideas de odio en el cerebro...
EliminarNo sabría que aventurar, la verdad, Juan L.
muchas gracias Ana María por contarnos la historia de Ruby,
ResponderEliminarestá claro que los juicios no son naturales
y que en la infancia, cuando más cercanos estamos a nuestro inicio en la existencia,
no hacemos esas malditas diferencias, hasta que las aprendemos, en un esfuerzo humano por encajar en el grupo, en la sociedad.
Te abrazo Ana Maria,muchas gracias
besos besos besos
Pondría el acento positivo en la expresión de alegría e inteligencia de la niña en la puerta de su casa.
EliminarLa fuerza y seguridad en sí misma que debieron transmitirle en primer término, la madre y la profesora, está claro que fueron determinantes.
No me refiero al padre porque él fue otra víctima de la maldad del entorno. Al poco de lo que contamos lo despidieron de su trabajo y aunque la Asociación para el Progreso le encontró otro empleo, la presión social provocó la separación del matrimonio. Todo un manojo de angustias que contribuyeron a que aquel buen hombre amante de su familia y sensible, pero no hecho para la batalla, falleciera a los 47 años.
Un besazzooo
Conocía la historia de Ruby Briges,pero como uno nunca deja de aprender, me acabo de enterar de la historia de Bárbara Henry...Tan heroína como la propia niña. Otra cosa que no sabía fue ese planteamiento del punto culminante de la "humillación" ese donde cada estadounidense se vió obligado a tomar partido...El ataúd.
ResponderEliminarGracias Ana María por este reportaje. En contra parte, solo te puedo decir que lo único que he hecho con relación a esta historia, es publicar un post acerca de Normal Rockwell donde de manera rápida toco lo de su famoso cuadro. Espero que te guste y muchas gracias.
http://tigrero-literario.blogspot.com/2017/11/la-america-de-ensueno-en-el-arte-de.html
Es esta una historia que merece que cada lector amplíe por su cuenta el tema, para estar bien atentos a que, de una u otra forma, no encontremos por nuestras cercanías rastros de ese odio que esparcen quienes no están interesados en la unión de los pueblos.
EliminarEl racismo tiene muchas caras, Alí.
-ES NECESARIO, DE VEZ EN CUANDO; REFRESCAR LA MEMORRIA A ESTOS PAISES QUE SE CREEN QUE ESTAN LIMPIOS DE POLVO Y PAJA, POR TENER EN ESTOS MOMENTOS COMODIDADES Y SOBRE TODO MEDIOS PARA PODER COMPRAR BONDADES Y TAPAR INJUSTICIAS:lO ESCRIBO EN MAYÚSCULAS PORQUÉ ES NECESARIO LEVANTAR LA VOZ ANTE TANTA CRETINADA MENTAL.
ResponderEliminarUna entrada que nos hace ver: como la bondad de un niño, hacia su amigo solo ve eso, que es su amigo y, lo valora como tal.Ni color, ni credo, ni raza: "Busca la simplicidad, pero desconfía de ella" , es una cita de un estupendo pensador.
Aparte de la superación de esta estupenda alumna, su profesora que creyó en ella y eso es el mejor logro .Estamos inmersos en una sociedad que aplasta aun al que no tiene poder adquisitivo , no interesa sino poner etiquetas a todo:todo se compra y vende, muy triste.
Un abrazo y un aplauso a esta reflexión Ana María.
En mayúsculas y fluorescentes, nada está de más.
EliminarComo estudiosa de la Historia sé que el género humano nunca ha vivido como ahora, con techo, comida y acceso a la cultura. Eso en nuestro mundo.
Pero sigue existiendo mucho sufrimiento con episodios que nos dejan pasmados. Cómo es posible...
A cuidarse, Bertha, recibe un besazo.
Como siempre amiga Ana, esplendida publicación que, me trasladó por un momento a esas fechas y escenas vividas que se daban en la “democracia más avanzada del planeta” Es bueno, recordar esas cosas ya que, somos demasiado débiles para olvidar rápidamente.
ResponderEliminarLa imagen del ataúd no la conocía, hasta qué punto puede salpicar la miseria humana.
Aunque estas situaciones gracias a Dios no se suelen dar hoy día, se suelen dar otras que, de alguna manera también se discrimina a muchos niños y adultos siendo obligados con prácticas totalmente abusivas en nuestro país sin ir más lejos, y de las que prefiero callar, pues tu esplendido blog no es lugar para ello.
Te deseo un buen resto de domingo Ana y una muy buena primavera.
Un abrazo.
La verdad es que, visto hoy, el episodio es de una miseria moral tan salvaje que sobrepasa la tragedia y de no ser algo que ha provocado tanto dolor, esos rostros rozarían el esperpento.
EliminarAsí que gracias por tus deseos de una buena primavera, con lo que está pasando todos nos la merecemos.
Lo mismo te digo. Saludos.
Hola Ana:
ResponderEliminarSiempre he creído que la confianza en si mismo, hace más que cualquier charla motivacional. Si no crees en ti, nada sucederá.
Ejemplos el que traes. Pero hay muchos, anónimos, que lo hacen día a día
Besos
Pues sí. Los héroes anónimos siguen haciéndolo, porque aunque parezca que todo se ha normalizado, si miras atentamente te das cuenta de que aun queda mucho por hacer.
EliminarSaludos.
Una gran y ejemplar historia.
ResponderEliminarImpresionante lo del ataúd.
Estupenda alumna y profesora y una hermosa lección de superación.
Sin discriminación, razas ni colores. Así debe ser El mundo.
Un beso. Todo un placer leerte.
Gracias, Amalia.
EliminarDa gusto recrearse en estos episodios que nos hacen ver cuánta gente digna hay en este mundo y tomarla como ejemplo.
Un beso para ti y lo mismo te digo.
Es la historia sin fin. Muchas "Rubys", por suerte, en el camino hacia la aceptación de la diversidad. Pero, por desgracia, los conflictos, la discriminación racial, la esclavitud y más siguen existiendo.
ResponderEliminarDe hecho tenemos ejemplos varios, particularmente en Estados Unidos, como; por citar alguno, el asesinato de George Floyd.
Sin duda los niños y las niñas son espontáneos, auténticos y seres de luz no contaminados...pero, como dice la canción "Los locos y los niños": a los locos se los mata y los niños crecen...
Muy interesante por cierto -y como siempre- esta entrada.
Recibe mi abrazo otoñal amiga Ana
Podemos creer en "El buen salvaje", como Rouseau, o sea, que todos nacemos buenos y es la sociedad la que nos hace malos. O especular con que somos lo que nos inculcan los valores que recibimos por parte de quienes nos educan.
Eliminar¿Somos buenos o malos, compasivos o crueles, por los ejemplos que recibimos desde niños?
¿O lo somos por nosotros mismos, al margen de lo que nos enseñan?
¿Y si la realidad es que seguimos siendo animales y todo dependerá de para qué nos adiestran?
¡Uf, Uf! Quita quita, qué malo es pensar...
Una historia de superación que dice mucho de los padres de la niña y de la niña misma: fueron capaces de enfrentarse a toda a una sociedad para que otros niños como ella pudieran romper las barreras infranqueables impuestas desde siempre. Alguien tiene que hacerlo, arriesgarse y no flaquear.
ResponderEliminarPrecioso, Ana.
Un beso
Ruby contó en unas declaraciones, que el Presidente Obama cuando ella visitó la Casa Blanca, le dijo: "Yo estoy aquí gracias a usted".
EliminarY es cierto, gracias a ella y a tant@s otr@s mujeres y hombres que dieron ese primer paso tan difícil, todos hemos ido subiendo nuestro pequeño escalón de libertad y derechos.
Besos a ti, Carmen.
Mucho ha cambiado la vida pero, no tanto como creemos, sobre todo en ese país que presume de ser la primera democracia del mundo, y que se pasan por el forro de los caprichos los derechos humanos.
ResponderEliminarGran entrada...como siempre, Ana.
Un abrazo.
Lo que dices me pasó a mi por la cabeza cuando estuve por allí, un país con una imagen resplandeciente de veras.
EliminarUn día nos equivocamos de salida en la autopista y acabamos en un barrio que bien podría haber sido el último rincón de Liberia. Inaudito, porque estábamos en Búfalo.
Y los dos tuvimos la misma reacción.
Dios! Pero, ¡qué se les habrá perdido en la Luna! Con lo que podrían hacer aquí mismo...
Y no entraré en detalles por respeto a aquellas personas.
Ha cambiado, está cambiando pero a base de mucho trabajo, mucho sudor, mucho sacrificio, somos ciudadanos del mundo, el color no debía de ser obstáculo para nada, son, somos, las personas nuestra tolerancia, nuestra comprensión, nuestra forma de mirar y aceptar a nuestros semejante, en un mundo tan global como vivimos, confío que se supere con el tiempo este problema.
ResponderEliminarSaludos.
Poco a poco ha ido cambiando el panorama.
EliminarPero, la verdad, a veces nos gustaría que esa parte de la Historia avanzara más rápida.
Buena semana José Aº.
No conocía la historia de Rudy. Sí la de Rosa Parks.
ResponderEliminarOjalá veamos pronto que estas hitorias de superación sean recuerdos y Todos podamos vivir sin discriminación de ninguna clase en este mundo global que vivimos. Gran entrada.
Buen miércoles Ana Mª. Cuídate.
Un abrazo.
Hay hilachas sueltas que nunca cambiarán y a ellas debe estar atenta la Ley.
EliminarPocas escenas podrán perturbar tanto a la gente común, como el vídeo mostrando la rodilla del que debiera ser un agente protector, presionando el cuello de George Floyd hasta matarlo.
Horror puro, Laura.
Olá, Ana, gostei muito dessa sua história. Na verdade, não sei quando vamos aprender que cor não tem importância alguma, o que tem importância, na verdade, muitos esquecem, é a falta de moral, a corrupção, a falta de solidariedade, os verdadeiros afetos e o respeito para com o outro.
ResponderEliminarUma boa semana, com os cuidados de sempre.
Grande abraço, Ana.
Malos tiempos parecen éstos.
EliminarY sin embargo, nuestras calles están llenas de gente joven y mayores estudiando y trabajando para conseguir metas decentes y positivas. Una mayoría aplastante.
No permitamos que la silencien. Saludos, Pedro.
Excelente lección de superación por los derechos que todos debiéramos tener en todos los ámbitos de la vida. Desconocía la historia, así que, gracias por traerla.
ResponderEliminarBesos.
Es una de esas historias que acaban sumergidas entre tanta noticia, pero que cuando alguien la desempolva y la muestra, a todos nos hace sentir mejor.
EliminarBesos a ti, Conchi.