Hoy completada gracias a nuevas aportaciones, la jugosa y comprometida historia que una antigua conocida me había contado sobre el actor y escritor José Luis de Vilallonga, había sido guardada durante años en mi libretilla roja de noticias imposibles esperando ser confirmada algún día por el protagonista. Y así fue hasta que a finales de 1997 a través de uno de sus editores logré contactar con su hijo Fabricio.
Desde su residencia madrileña en la calle Pintor Fortuny, el escritor avaló como auténtica la anécdota, brindándose a dejar vagar sus recuerdos por teléfono para que yo incluyera el episodio en un libro de curiosidades sobre Antonio Gaudí (1), mientras precisamente –según me dijo- observaba un cuadro alusivo a la Sagrada Familia que tenía en su despacho, pintado por una amiga.
Mago de la palabra al fin, el escritor introdujo la mano en la chistera de sus vivencias y tomando un pellizco biográfico lo envió a volar de la manera siguiente...
CASTIGO DE GAUDÍ SIN PIEDRA NI PALO
Publicado en Gaudí y Más. 27 de agosto de 2023
1940. Un año de posguerra y escasez en España, todo un panorama. Pero aún en tan desolador paisaje hay urgencias que no admiten retrasos. Entre ellas, la pasión amorosa.
Para el joven José Luis de Vilallonga en su vuelta a Barcelona con 20 años intentando dar un definitivo adiós a las armas, a pesar del frío invierno flotaba en el aire un olor a primavera con la sangre puesta en pie de guerra, de una guerra amasada a partes iguales de erotismo y curiosidad. Un sabor a caricias se funde en su paladar con el nombre de una mujer. Y el soldado cree que ya nada será digno de ser vivido si no consigue materializar el contacto de su piel con esa otra piel que marea sus sueños.
Casi de puntillas, la calima atraviesa la ciudad coronándola de un cielo lechoso, al que traspasan los rayos de sol que consiguen colarse entre los perfiles de los montes Tibidabo y Montjuich. En lo alto de la Sagrada Familia suena un coro de aves. Vencejos y palomas vuelan formando bandadas, dibujando cada una de ellas anchas fajas pardas o claras que se entrecruzan por el espacio como disciplinados escuadrones aéreos.
A la entrada del templo una brisa tenue arremolina el polvo empujando algunas hojas hacia el desierto interior.
Entre las genialidades de Antonio Gaudí figura la de haber empezado la casa por el tejado. Así, antes de construir la iglesia se empeñó en dejar terminado el primer campanario de San Bernabé consciente de que lo legendario del edificio no iban a ser los vitrales, como en León, ni el rosetón de su portada, famoso en la basílica de Santa María del Mar de Barcelona. Mucho menos serían las pinturas de sus capillas interiores, eso ya sucedió en el Vaticano por obra de Miguel Angel. Lo que sí intuyó Gaudí es que la Sagrada Familia sería universal precisamente por esos campanarios/mazorca engarzados de fauna y flora.
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Con Julie Christie en Darling
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Con Jeanne Moreau en Les amants
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Por aquellos días se iniciaba la recuperación de todo lo perdido durante la Guerra Civil y de nuevo al sacro lugar empezaban a llegar los visitantes. José Luis de Vilallonga era uno de ellos. Cincuenta y ocho años después de su inicio, la fachada del Nacimiento seguía dando paso al vacío interior que junto a las cuatro torres terminadas era lo único que podía visitarse (1).
Por segunda vez el futuro escritor y actor se disponía a pisar las escaleras del campanario, a pesar de no ser él, precisamente, un enamorado del deporte ni un entusiasta de la obra gaudiniana. La primera ocasión se había producido unos días atrás mientras mostraba los monumentos de la ciudad a unos amigos franceses, circunstancia que le hizo reparar en que esas escaleras solitarias cuyos 340 escalones situaban a los curiosos a cien metros del suelo, podrían muy bien acoger en sus recovecos la intimidad que buscaba para la situación amorosa que tanto deseaba ultimar.
Porque, vamos a ver...
En la Barcelona puritana de aquella década gris, ¿A dónde podía llevar un joven, a una mujer casada de la alta burguesía acostumbrada al lujo y la comodidad, para una relación privada? Sin piso propio ni un coche que los acogiera...
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15 de los 340 escalones de un campanario en la Sagrada Familia de Barcelona. (A.Mª.F.) |
¿A un hotel de calidad? Imposible, habrían tenido que presentar la documentación de los dos. Pero sin portar el obligatorio libro de familia... ¿Una casada y un soltero? Impensable.
¿A una fonda de las que se alquilaban por horas, un meublé? Vamos, eso, por el estatus de la mujer, al seductor ni se le pasaba por la cabeza proponérselo.
Descartadas quedaban, por supuesto, las respectivas viviendas familiares. ¿Qué hacer, entonces?
Como John Malkovich en Las Amistades Peligrosas, un joven José Luis de Vilallonga aún por descubrir profesionalmente para el arte, pero ya con una guerra a sus espaldas a los veinte años y muchas experiencias tatuadas en la carne, había insistido durante seis meses en su acoso a la mujer intentando convencerla. Pero el bello objeto de sus deseos se resistía a claudicar... hasta que claudicó. Hay que tener en cuenta que pocos argumentos existen en el mundo tan efectivos para la seducción como el sentido del humor y la imaginación, unidos a la constancia. Si a eso le añadimos una juventud intelectualmente brillante y físicamente crujiente, la rendición de la dama parece comprensible.
Se acercaba el momento. Los cómo, cuándo, porqué, aclarados. El ansiado sí ya había sido pronunciado. Pero el caballero aun se debatía buscando solución a la más difícil pregunta existencial de aquella circunstancia. ¿Dónde?
Entonces sucedió, que mientras ejercitaba las rodillas junto a sus amigos galos por aquella imposible escalera de caracol imaginada por Gaudí en un proyecto malévolo, a él se le había ocurrido una idea tan perversa como impía: Hacer el amor en uno de los rellanos.
Y llegó el gran día.
La mujer, dispuesta para la aventura: Gafas negras, un pañuelo ocultando los cabellos, traje de chaqueta gris y el abrigo de pieles en manos del portero. Él, con la urgencia palpitando. El guarda alejado con una excusa para que durante un tiempo nadie rompiera el hechizo de aquel castillo sagrado y encantado. El descansillo esperándoles al final de los eternos escalones subidos uno detrás de otro, aliándose todo para acoger el encuentro soñado.
Demasiado bello para ser real.
Adelantemos que cuando decidieron parar de subir ya estaban casi sin aliento. También que quizá, debido a la ansiedad que lo consumía, los escalones eran más estrechos de lo que días antes le habían parecido al joven. Y sobre todo, que suavemente al principio, más y más violenta al cabo de poco, la suave brisa que empezó siendo tan dulce, de repente giró transformándose en un viento helado que dio paso a unas ráfagas que acabaron en vendaval.
Distintas escaleras interiores de caracol y una vista del diseño
perforado de las torres de los Apóstoles, entre 100-135 m.
El soldado retornado cayó entonces en la cuenta, de que entre la minuciosa investigación logística llevada a cabo no había previsto ni las condiciones meteorológicas del día, ni el propio diseño perforado de las torres. Así, cuando la corriente de aire hizo su aparición, encontró a la pareja a pura piel colgados del vacío sobre cien metros de altura, soportando los embates de un viento polar salido de sabe Dios dónde.
La dama se desolló una rodilla y pilló media pulmonía, el enamorado un lumbago feroz. Y lo que comenzó siendo la ascensión al cielo entre oleadas de pasión -de mucha pasión, puntualizó él durante el relato-, finalizó bajando del infierno a toda prisa, jurando cada uno para sí en arameo.
José Luis de
Vilallonga y la aquí anónima casada casi infiel no repitieron el encuentro.
Volvieron a saludarse en algún acto social, pero el ardor que les había llevado
al original affaire se enfrió al mismo ritmo que sus cuerpos. ¿Sería
motivo suficiente el que a la vista uno del otro, un mecanismo reflejo les
hiciera acariciarse la zona lumbar?...
Al acabar de contarme la crónica de su aventura, le pregunté a José Luis de Vilallonga y Cabeza de Vaca, marqués de Castellbell i el Vilar i Castellmeià, barón de Segur, Maldá i Maldanell, Grande de España:
- ¿Cree usted que Gaudí se vengó de su irreverencia?
Adivinándose al escritor divertido con lo que acababa de recordar y contar, se oyó una ligera risa otro lado del teléfono antes de responder:
-No soy creyente, pero... ¿Quién sabe? Mi acompañante sí que estaba convencida de que aquello iba a ser una blasfemia, por lo que no descartemos una "piccola vendetta" de Gaudí.
Ana Mª Ferrin
(1) El capítulo completo, en el libro Regreso a Gaudí's Place, de Ana Mª Ferrin.
Sinopsis:
Buenísima anécdota, ya me imagino a la pareja exhaustos ante tanta escalera y encima heladitos de frío...no me extraña que no repitieran.Besicos
ResponderEliminarEl protagonista lo describió muy bien.
EliminarCasi te provoca llevarte una mano a la zona lumbar...
Besos, Charo.
Esto es parte de una comedia exquisita que se lee de un tirón, a pesar de que uno sabe que no se llegará a consumar, pero quiere saber la razón. Felicitaciones, Ana Maria
ResponderEliminarPensándolo bien, debió ser una experiencia inolvidable. El encuentro prometía tanto... Y a los 20 años... ¡Ay!
EliminarCordial saludo, Alí.
The towers of the Apostles is very impressive.
ResponderEliminarSi, Will.
EliminarY sabe Dios cuántos secretos encierran.
Buena semana.
Olá, Ana,
ResponderEliminarCrónica muito interessante sobre esta personagem aqui relatado. Com imagens muito bonitas, que me deliciaram. Gostei muito de ler.
Grato pela visita, e gentil comentário no meu cantinho.
Deixo os meus votos de uma boa semana.
Beijinhos!
Mário Margaride
http://poesiaaquiesta.blogspot.com
Estas anécdotas nos hacen mirar hacia nuestros monumentos con otra perspectiva.
EliminarEl ser humano siempre deja su huella sobre la piedra, Mario.
Es una anécdota muy divertida. A falta de habitación de hotel o de asiento trasero de coche, pues un rincón recóndito. Pero los elementos se aliaron con la pareja y el encuentro no fue del todo romántico. ¿Fue venganza de Gaudí? Pues no lo sabremos nunca.
ResponderEliminarUn beso
Sin irnos tan para atrás, recuerdo en los años 70 a una pareja de veinteañeros recién casados, que en Barcelona no les dejaron cambiarse de ropa juntos en una cabina de la playa por no llevar encima el Libro de Familia. Les obligaron a pagar dos cabinas individuales.
EliminarLa Moral ante todo, Carmen.
Una estupenda anécdota.
ResponderEliminarSiempre oí hablar de Vilallonga como un gran seductor.
Una aventura para no olvidar.
Un beso, Ana María.
Feliz semana.
La verdad es que fue muy amable compartiendo la anécdota.
EliminarY también que lo pasó muy bien riéndose todo el tiempo de su torpe inexperiencia, que a mí me recordó algún episodio de juventud de esos que todos guardamos en nuestro armario.
Besazo, amiga.
La he leido de un tirón y me ha sabido a poco.
ResponderEliminarMuy divertida. Un abrazo
Un placer que te haya gustado, Julia.
EliminarBuena semana.
Locuras de juventud!
ResponderEliminarSi fueran a First Dates, podrían contestar a la pregunta " Sitio más raro donde lo hicisteis" con una respuesta de lo más original.
Me encantó ese cotilleo tan bien descrito.
Los genios también pueden ser diablos!
Un abrazo
Quién no haya vivido algún error que hoy recuerde con ternura, peor para él.
EliminarQuerida Beatriz, la juerga siempre se nos ha dado bastante bien...
Verdaderamente interesante, como bien dicen en otro comentario se lee de un tirón, la pasión y el deseo no tienen lugar discreto para demostrar.
ResponderEliminarFeliz septiembre.
Saludos Cordiales.
Sin duda sólo leer el pasaje ya nos viene a la vista la escena.
EliminarAlgún día la veremos en cine. Saludos, José Aº.
rssss, olá, Ana, que história macabra, subir tantos degraus para...
ResponderEliminarpoxa, é a pura anedota! Coisa estranha. Mas aos 20 anos podem acontecer coisas imprevisíveis.
Estava com saudades de você. Devem ter sido umas férias ótimas,
um calorão que Deus nos acuda.
Um setembro lindo pra você.
beijo!
Tais, tu sonrisilla la veo un poco malévola.
EliminarEn cuanto al verano que hemos pasado, ése sí que está pidiendo un relato. Inconcebible, ya te diré.
Un besazo.
Interesting read Ana.
ResponderEliminarThose towers of the Apostles beautiful on the outside, but what stories do they tell on the inside, I wonder.
A raíz de publicar este episodio, bastantes amigos empezaron a contarme sus increíbles andanzas en espacios religiosos.
Eliminar(Mamá, no te preocupes que no los haré públicos).
Abrazos, Margaret.
ResponderEliminarAventura y ascensión para olvidar. Ese aire les bajó la calentura al momento. Si hubo alguna cita más, bien se pensarían el lugar.
Buen septiembre Ana Mª.
Un abrazo.
Hola, Laura, tienes razón. Por mucha temperatura que hubiera en aquella aventura, tengo la sensación de que después de aparecer el cierzo, nada hubiera podido hacerlos volver al inicio.
EliminarUn buen otoño para ti.
Me ha encantado leer la aventura sin buen fin de José Luis de Villalonga ¡Menuda ocurrencia tuvieron!.
ResponderEliminarAbrazos.
Desde luego son aventuras para vivirlas a esa edad.
EliminarPasada esa época, ni el subir, ni el bajar, y ya no hablo del actuar, no parece muy fácil.
Un beso, Conchi.
Olá, Ana, Bem-Vinda aos blogs depois de suas merecidas férias.
ResponderEliminarParabéns à ilustre jornalista pelo seu excelente texto, no qual Gaudí
se faz presente, pela sua extraordinária obra, a Igreja Sagrada Família, que aparece aqui nesta sua reportagem com seus inúmeros degraus onde se deu o encontro do jovem de 20 anos, depois da Revolução Espanhola, encontro esse que não mais se repetiria. Sem dúvida um encontro singular levado pela paixão do insistente ex-soldado.
Uma ótima semana pra você, com saúde e paz.
Um abraço
Amigo Pedro, también espero que hayan sido unas buenas vacaciones para ustedes.
EliminarHay vivencias que a ciertas edades se comprenden muy bien, recuerdos que sirven para que, como en el caso de Vilallonga, acaben llevándote a echar unas risas.
Con mis mejores deseos.
Genial historia me gusto. Te mando un beso. Enamorada de las letras
ResponderEliminarEn tiempos llenos de noticias negativas, volver la vista a la ingenuidad, aunque sea erótica, alegra la vida.
EliminarUn besazzo para ti.
Ótima anedota, a paixão e o vento frio que esfriou a febre da paixão.
ResponderEliminarMas o Villalonga colecionou fotos com artistas lindas, em?
Beijos!
Si, Ane, debió ser una pasión tremenda.
EliminarComo actor trabajó con los directores más renombrados y con actrices de primea línea, como Audrey Hepburn o Julie Christie.
Notável "passagem" pelos caminhos da História; é uma forma de paixão a completar momentos bons e menos bons. Relatos que enchem e deixam os caminhos abertos ao saber e ao sentir.
ResponderEliminarTe saúdo, Querida Ana Mª Ferrin.
Beijo
SOL da Esteva
Hola, SdE.
EliminarEl espacio que Vilallonga escogió para ese encuentro no estaba nada mal. Un buen marco siempre prestigia la foto.
Así se escribe una buena crónica que, no sólo es información sino ingenio de escritrnvuentrasura y narración hasta el punto de subliminar una anécdota que puede parecer, sin la magia de su pluma , anodina
ResponderEliminarMe encanta que guardas en tus experiencias de escritura, la fidelidad a Gaudi y como encuentras en el actor Vilallonga y su exacerbación sexual, en medio de una sociedad celosamente puritana, a arriesgar su vida, por una satisfacción erógena con una mujer deseable, en un rellano de esas escaleras concéntricas que zGaudi sacaba de su imaginario artístico-arquitectónico. Asumo que el actor no confesó por pudor sexual que cuando accedieron al espacio reservado para ese pugilato cuerpo a cuerpo, estaban tan exhaustos, que perdieron kas ganas de hacer el amor. Un abrazo
Carlos
Gracias, Carlos, celebro que te haya gustado la anécdota.
EliminarQue por cierto, me parece digna de una buena escena pasional cinematográfica.
Incluso de una con notas humorísticas. Pensemos en Cantinflas o Jack Lemmon y una buena partenaire...
Buena semana.
Jajaja, muy buena anécdota. Villalonga debía ser un play boy de cuidado. Como actor solía interpretarse a sí mismo.
ResponderEliminarSaludos!!
La característica de llegar a interpretarse a sí mismo, trate el tema que trate, si el actor logra hacer creíble el personaje me parece un logro.
EliminarQuizá porque es el distintivo de actores que me han interesado mucho, como Bogart.
A ver qué nos depara este otoño cinematográfico, Ethan.
Beautiful blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarBienvenida, Rajani. Gracias por tu comentario.
EliminarMe ha parecido una bonita anécdota de un personaje muy popular; y muy divertida y amena la narrativa utilizada, como es habitual en todo lo que escribes.
ResponderEliminarGracias, y un fuerte abrazo, amiga Ana.
Manuel, la catedral de Sevilla fue un gran impacto para Gaudí en su viaje por Andalucía. Tanto, que lo llevó a tomar una decisión histórica en su construcción de la Sagrada Famlia.
EliminarCordiales saludos.
Maravillosa e interesantísima anécdota la que nos regalas, Ana María. Muchísimas gracias por despertar el interés de esa manera tan especial.
ResponderEliminarUn abrazo grande.
Teo, siempre gracias por compartir estas cosillas.
EliminarEse es el verdadero disfrute.
A un paso del otoño, saludos.
Hola Ana Maria!
ResponderEliminarque divertida y exquisita anecdota, me saco varias sonrisas jiji, me los imagine pendiendo de un hilo y seguramente, adios pasion XD
Te envio un gran abrazo, querida amiga!
Aunque con humor, todos tenemos un punto malévolo cuando conocemos andanzas descalabradas de algún personaje Vip.
EliminarEn este caso, él mismo estuvo riéndose de su malograda aventura juvenil. Un bessazzo.
Me ha gustado mucho la anécdota, la entrada es muy buena. Un saludo
ResponderEliminarCon el propósito de alegrarnos después de tanto tiempo con noticias tristes, escribí la entrada.
EliminarGracias por tus palabras.