José Antonio Sauqué, el que fue responsable de la desaparición de la Rambla de Sant Andreu, manifiesta hoy sentirse muy orgulloso de haberquitado aquel tapón circulatorio. Recuerda al general Franco como un hombre muy avanzado y como un personaje por el que siente un gran respeto.
Jósé Antonio Sauqué en su despacho |
ENTREVISTA A JOSÉ ANTONIO SAUQUÉ
Publicado en Noviembre de 1988 en Sant Andre Expréss
José Antonio Sauqué recibe a la redactora de este periódico en pie desde el rellano de su despacho en un entresuelo de la calle de les Monges. Visto desde el vestíbulo, añadida su alta estatura a los peldaños de la escalera, dada su corpulencia y sus cabellos completamente blancos de corte militar, cualquiera diría por su porte de patricio romano que es un anciano.
Mal asunto, que nos hace dudar de si por un error de documentación el abogado que vamos a conocer no sea la persona prevista, pues según los datos, es un deportista dinámico que hasta hace poco llevaba un joven equipo de trial y con justeza llegaría a la cincuentena. De cerca, la impresión cambia radicalmente. Rostro saludable y movimientos elásticos que acompañados de respuestas educadas aunque fulminantes, servidas con una eterna sonrisa, nos tranquilizan de que íbamos bien encaminados. Tenemos ante nosotros a José Antonio Sauqué Gallarda, ex-regidor del Distrito que dentro del período 1966-73 llevó a cabo la eliminación del paseo central de Sant Andreu, la Rambla , que en pocas fechas resurgirá un primer tramo.
- Lo que más me enorgullece de aquella etapa es, sin duda, el gran número de escuelas que construímos, pero ¡ojo!, no me importaría sintetizar toda la obra que llevamos a cabo y únicamente se me recordará como parte responsable de la transformación de la rambla en Paseo. Estoy muy orgulloso de haber quitado aquel tapón circulatorio del barrio de Sant Andreu.
SECUESTRADO A LOS NUEVE AÑOS
Las vueltas que da la vida. Para este hijo de un querido médico del barrio, fue precisamente la aureola del padre un factor decisivo para ser elegido a los veintiocho años como concejal, dentro del sistema electoral de los tres tercios -familiar, sindical, corporativo- que se llevaba a cabo por aquel entonces, 1966. El más joven concejal de Barcelona, como rezaba el eslogan, aportaba un buen bagaje existencial al puesto. Había vivido la política como hijo de antiguo candidato monárquico; y el ser sobrino del carlista Fonfreda le había costado veinticuatro horas de secuestro por el famoso maqui Massana, que se zanjó como suelen liquidarse estas situaciones, aún hoy en día, pagando el rescate. Tenía tan sólo nuestro interlocutor nueve años.
- ¿Cómo se gestó el fin de la Rambla ?
- Este era un proyecto de una antigüedad similar al de la Via Layetana. Una de las soluciones que había pensadas y a la que yo me opuse en redondo, consistía en levantar una vía desde la calle de les Monges por encima de la Avenida Meridiana que hubiera ido a aterrizar a la calle Velia. El agilizar el tráfico cruzando por debajo, era imposible por los túneles de la Renfe. Hacer un paso elevado no era factible porque por causa de esos mismos túneles no existían puntos de apoyo suficientes, según el estudio técnico. Otra solución desechada hubiera sido hacer un emparrillado tipo Plaza de las Glorias. Lo que por otra parte hubiera quedado feísimo, pero vaya. Por último se llevó a término la solución conocida.
- ¿Hoy cree usted que la solución fue acertada?
- De ella no me avergüenzo ni me retracto. Al menos los comerciantes me felicitaron porque el boulevard obligaba a pasar por las aceras a los posibles compradores. ¿Si me importa que haga nuevamente la Rambla ? No me estorba. Pero no tengo claro que la circulación de esa zona no se convierta en un caos. Yo voy en moto. ¿Por qué voy en moto a mis cincuenta años? Porque en coche voy maldiciendo a todos. ¿Espíritu deportivo? No, perdón, simple necesidad de currar para poder alimentar a los cuatro hijos que todavía tengo en casa.
- ¿Y en cuanto a la reacción de la gente de a pié?
- Hubo recogida de firmas, hubo cosas... muy bien. Respeto profundamente a la gente que cree en algo, lucha y lo consigue. Pero no debemos olvidar que el Paseo de Fabra i Puig es un vial que sirve a la ciudad, no a un barrio simplemente. Si ahora se ha renunciado a que sirva a la ciudad, los que están en política sabrán por qué.
- ¿Qué tal el actual equipo municipal?
- Quizás le extrañe, pero muchas de las realizaciones actuales estaban ya en estudio en nuestra época. Y algunas de las nuevas me dejan perplejo. Se dijo que iba a lograrse una Avenida Meridiana mas humanizada y lo único que se ha remodelado, el tramo Valencia-Aragón, para lo único que ha servido es para que un antiguo edificio hoy convertido en hotel pueda tener su propio parking y paren allí tranquilamente los autocares de clientes. Los dueños del hotel estarán contentísimos, pero a los ususarios de esa vía habría que preguntarles qué opinan de los continuos atascos.
- Usted ha residido siempre en el Distrito
- Desde más arriba de mis tatarabuelos, toda mi familia siempre ha sido de aquí. Fuí al Colegio de los Padres de la Sagrada Familia y allí hice todos mis estudios hasta ir a la facultad de Derecho. De la antigua Rambla guardo el recuerdo de un paseo por el que festejamos mi mujer y yo todo el noviazgo. Nos lo pateamos mucho, desde luego.
- Entonces permítame una concesión al sentimentalismo. El saber que en 1992 los árboles que se talaron hubieran cumplido su centenario ¿le inmuta?.
- A mí, en absoluto. La ciudad tiene que avanzar. En el 92 estaremos plenamente integrados en Europa. Chapeau para los que consiguieron las Olimpiadas. También el alcalde Porcioles intentó conseguir otra Exposición Universal. ¡Qué importa que después tengamos que pagarla! ¡Pues se paga! La Exposición Universal del año 29 la estuvimos pagando hasta el año 1965, pero las realizaciones que fueron hechas, ya no retroceden.
Como el mismo Sauqué ha recordado, muchas fueron las plumas que se movieron escribiendo crónicas y aleyuyas sobre el fin de la Rambla de Sant Andreu. Existe todo el abanico posible, desde corrosivo hasta simplemente irónicas o rotundamente insultantes. Estos son tiempos de esperanza, y aquí hemos preferido sacar a la luz en primicia los versos que escribiera para esta nueva etapa «la poetessa d'Horta», Maria Domènech:
LA RAMBLA AIMADA
Ja hi anava de petita,
també de vella hi aniré,
a gaudir d'un passeig ample
que ens tregueren fa molt temps.
Van trepitjar l'harmonia
per deixar pas al progrés;
els menuts, ara no tenen
el reguard dels arbres vells.
I mentre els uns hi estudien
perquè no quedin els ocells,
del barri, el romanticisme
ha treballat arduament,
aconseguint la Rambla aimada
que tant anyora Sant Andreu.
- Usted hoy está afiliado a Alianza Popular, pero en otra época fue acusado de catalanista separatista.
- Eran maniobras de Falange. También me llamaron socializante, y nada de eso, para mí las de suelo eran cuestiones de simple justicia social. Se apoyaban en que yo he sido «minyo de muntanya» y «escolà» de Montserrat tres años con el Abad Escarré, buen amigo mío.
- También fue usted representante de la Administración en las expropiaciones.
- A mí me tocó esa china y no fue nada agradable, pero es un servicio más a la ciudad que alguien tenía que hacer y firmar.
- Tres años como Gerente Nacional de Alianza Popular le presentan como activo en la política actual.
- Siempre he estado disponible para el servicio a la ciudad. El tema municipal es apasionante, ciertamente, aunque siempre lo he visto más desde una óptica de amor a la ciudad que de política. ¿Vocación de servicio o ambición?. «Fifty-fifty». También hay que contar con el ego, claro que si en aquel tiempo pude dedicarme de lleno a la concejalía fue porque tuve la suerte de tener a dos magníficos colaboradores en la compañía que trabajaba, Seguros Condal, porque sabrá usted que entonces no existía sueldo, sólo 2.500 pesetas al mes para gastos de representación los cinco primeros años, y 10.000 los dos últimos de mi mandato.
- Así que usted no se hizo rico en el puesto, según se decía.
- Yo salí adelante muy bien por mí mismo. Así subí a mis seis hijos, aunque ya conocerá las «aucas» que me acusaban de haberme quedado con el dinero de los árboles cortados.
EL GENERAL
- Si exceptuamos a Suárez, Samaranch o Emilio Romero, todos los hombres que ejercieron cargos en aquellos años, arrastran la etiqueta de algún modo de «franquista». ¿Ha sido este su caso?.
- Punto uno. Uno es lo que es. Punto dos. ¿El General Franco?. Puedo asegurarle que siento un profundo respeto por el General y su obra, que estoy orgullosísimo de haberle conocido y que fue un gran hombre, muchísimo más avanzado de lo que eran todos los que le rodeaban.
- También trató muy de cerca al alcalde Porcioles. ¿Cómo juzga usted su obra, y también las posteriores acusaciones de especulación y corrupción?.
- Ante todo una convicción: no debe existir corrupción, pero los que hoy hablan de corrupción en aquella época, que miren hacia su tejado, que es de cristal. El mismo alcalde Maragall le ha reconocido de alguna forma su gran valía haciendo que Porcioles esté a su lado en más de una ocasión. Hizo dar a Barcelona un gran salto hacia adelante con una dinámica de mucha ilusión. Siempre me decía, animándome a preparar nuevos proyectos: Hay que hinchar muchos globos, así, aunque alguno se pinche, siempre habrá otros que lleguerán al final.
- A partir de 1973 su vida cambió bastante.
- Desde luego, volví a mi profesión de abogado. Poco después Rumasa compró el Grupo Condal y me propusieron cambiarme al área inmobiliaria, indudablemente por mi experiencia en la Administración , no hay que engañarse. Hasta que la expropiación y reprivatización nos dejó en la calle, fue una etapa fantástica de mi vida, porque Ruiz Mateos pagaba maravillosamente, aunque a cambio nos exigía una dedicación «full-time». En aquella época yo era vicepresidente del Fútbol Club Sant Andreu y me vi en la situación de Presidente interino durante un mes. Pues bien, Ruiz Mateos me llamó rápidamente para advertirme: O el fútbol, o la empresa.
Ana Mª Ferrín
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