RELATO
Original
de
Ana Mª Ferrin
El
cantante uruguayo Jorge Drexler nunca sabrá, que esta mañana del 3 de junio de
2022, mientras Alberto Herrera lo entrevistaba en la radio y el músico evocaba
los avatares de su padre médico durante la dictadura, ha desempolvado en cierta
oyente un recuerdo oculto largas décadas en su mente. Algo inconexo,
chirriante, silenciado en esos días sin buscar más explicaciones a su
contenido. Sin generar preguntas que lo aclararan. O más bien, quizá,
evitándolas.
UNA JORNADA PARTICULAR
A ciertas horas del día, pongamos
las dos de la tarde, si por aquellos años alguien llamaba a mi puerta podía apostar quién era y
ganar. Ese lunes, una vez más, mi vecina del edificio de al lado, Lila, hizo sonar el timbre. Como venía
sucediendo a menudo los últimos seis meses, siempre acompañada por dos policías de paisano y con su hija de la mano, mi nueva conocida me pedía el mismo favor:
- Hola, Encarna. ¿Podrías quedarte con María
y llevarla al colegio? Tengo que hacer una visita, ya sabes, un par de horas.
–sus ojos claros se dirigieron hacia la derecha, moviendo el cuello en
dirección a la pequeña.
- Son las dos, ¿ya ha comido? Bien. La
dejaré en el colegio con las mías. No te preocupes.
-
Gracias –me dijo, apartándose el flequillo rubio de su cara bonita-. Si cuando vayas a buscarlas yo no estuviera, ¿te importaría traer a
María y que se quedara contigo hasta mi vuelta?
-Venga, ni una palabra
más. Vete tranquila que merendarán juntas y verán los dibujos. – Tomé por el
hombro a la pequeña, que no se hizo de rogar y entró corriendo en la casa
camino de sus amigas, al aire las trenzas y riendo felices las tres ajenas a la
situación, cuando se me ocurrió añadir, más dirigiéndome a sus acompañantes que
a la misma Lila: – Aunque no creo que tardes mucho más, ¿verdad?
Pero el interrogante quedó sin respuesta.
Venida del cono sur americano como tantos otros desplazados de la época, baqueteada y trasladada con documentación provisional en compañía de su hija de un año a un país nórdico, gracias a un diplomático de esa zona, Lila y María llevaban dos años saltando de país en país, de Holanda a Bélgica, de allí a Suecia, donde tuvieron que intervenirla y extraerle un riñón, hasta llegar a Francia, siempre intentando bajar hacia el sol. Y por fin a Barcelona, a España.
Lo curioso era, según afirmaba, que sus problemas con los
“milicos” no tenían nada que ver con ella, profesora de literatura ajena a la
política, sino con su pareja, Ricardo José, un activista de renombre al que tanto a él, como
a quienes lo rodeaban, la policía de nuestra dictadura seguía la pista europea bien
asesorada por las Agencias de Inteligencia más punteras.
Recuerdo la gracia con que acabó contándome la
primera vez sus andanzas europeas -humor negro mediante-, mimada por una ONG de élite gracias a los
desvelos de su familia, que eran, según aseguraba, un potente clan gracias a
los que había escapado de las penurias económicas vividas por la mayoría de
exiliados del desgraciado triángulo de donde procedía. En aquella ocasión no
hizo mención de su paso por los calabozos y los interrogatorios. Las grietas
emocionales eran caso aparte, y de esas
no sé si acabaría librándose aún regresando
a su país a mediados de 1984.
Antes de eso, en sucesivas ocasiones me hizo
el regalo de compartir conmigo piezas de su historia. Y sobre todo, el de entregarme
dos sobres para que se los custodiara y les diera curso si la negra estrella del póker acababa dándole una mala mano.
Nada de eso pasó y los dos sobres volvieron a su poder antes de su marcha sin que yo jamás llegara a saber el contenido.
Sabe Dios qué debió llevarla a decidir confiar en una desconocida como yo,
pensando que podría ser depositaria del secreto que ella ocultaba y de que yo
no traicionaría sus confidencias, pero así lo decidió. Su relato comenzó así:
… -Después de tomar cuatro aviones, llegamos a
Estocolmo mi hija y yo acompañadas por Luc, el funcionario que dirigió la
escapada, –empezó a desgranar el primer día en que se sinceró sobre su
realidad, tras la primera ayuda que le prestamos mi familia y yo quedándonos
con su hija cuando los agentes vinieron a buscarla al atardecer-: Sólo dos horas más tarde de poner allí los
pies, ya me habían ingresado de urgencia en una clínica, donde acabaron
extrayéndome un riñón y llevándose a la niña a un centro de acogida.
… No podía involucrar a mi familia
haciéndoles venir, significándolos y levantando la veda sobre el lugar dónde la
organización me había ocultado. Tampoco contactar con el consulado ni la
embajada, eso hubiera tenido repercusiones impensables. Luc había sido tajante
en cuanto a la discreción en que debíamos movernos.
Mechando aquel relato que tenía mucho de
Dashiell Hammett, Lila empezó a narrar cómo su sentido lúdico la había salvado
acompañando sus primeros dos años en nuestro continente. Lo que contaba la profesora de literatura no tenía desperdicio.
- … Estando
en la cama a la espera de que vinieran a llevarme al quirófano, medio sedada,
los médicos suecos me avisaron de que tenía una visita imprevista que no podía
quedarse más de un par de minutos, por cuestiones médicas mías y de seguridad del
visitante, por lo que yo debía decidir con rapidez si lo recibía o no. Se
trataba de Ricardo José, mi marido desaparecido, y por supuesto, a pesar de mi
estado acepté verlo…
- … Él había sido el primer hombre de mi vida, el amor de mi vida, el padre de mi
hija, del que nada sabía desde hacía más de un año, ni si estaba vivo o muerto,
y su llegada en aquellos instantes, bronceado y elegante como siempre, vestido de
azul y blanco con estilo náutico, tenía todo el halo de una novela romántica de
entreguerras. Ya no me importaba nada, ni el riñón que iba a perder, ni los
sufrimientos a que me habían arrastrado sus ideas políticas. Aquel hombre era
mi hombre, me amaba, había conseguido cruzar medio mundo arriesgando su vida
para verme en aquella situación, aunque fuera tan sólo unos minutos…
Y
entonces, Ricardo José, habló:
-…
Sabes que siento verte en esta situación, -le
dijo-, pero sé que entenderás que yo
siempre he sido fiel a mis principios, la verdad ante todo, por lo que no voy a ser desleal contigo y menos
estando como estás.
…- He venido a decirte que me he enamorado
de otra mujer y que voy a pedirte el divorcio para casarme con ella, que está
esperando un hijo mío. Estamos con su yate en un paraíso fiscal donde no hay
acuerdo de extradición y he hecho el esfuerzo de venir a verte para contártelo
en persona, y decirte que en unos días mi abogado te hará llegar los papeles,
aunque no sabía tu estado. Pero no importa, eres fuerte, seguro que saldrás con bien de esta
situación y reharás tu vida. Siempre he sido honesto contigo y quiero que mi
conducta siga siendo intachable. María y tú siempre estaréis en mi corazón, os quiero, díselo a ella. La causa lo merece, Lila. ¡Hasta la victoria final, mi amor!...
Según le contaron a Lila una vez recuperada, tras sus palabras, Roberto José se agachó para besarla en la frente pero el susto que se llevó fue de órdago.
Sin saber cómo, ni de dónde, de aquel cuerpo menudo y agotado logró salir algo de una energía descomunal.
El aullido salvaje que
lanzó la enferma antes de desmayarse, grito sobrehumano de socorro, logró expulsar aterrado de la habitación al marido de lealtad política tan exquisita, arremolinando en la habitación a todo el personal de la planta donde se encontraba la enferma.
A continuación, la escena siguiente, el único recuerdo que a Lila le dejó el episodio, era que despertó musitando lo que parecía la letra de un tango. Y que una vez extraídos los tubos del oxígeno, enjuagada la boca y chupeteada una gasa empapada en agua y bebido el único sorbo, la sensación se hizo realidad. La cancioncilla que empezaba a salir entrecortada de sus labios maltrechos y sonrientes, era realmente eso, un tango: Cambalache.
Sí, aquel que dice:
Hoy resulta que es
lo mismo ser derecho que traidor,
ignorante, sabio o
chorro, pretencioso estafador.
Todo es igual, nada
es mejor,
lo mismo un burro
que un gran profesor.
No hay aplazaos, ni escalafón,
los inmorales nos
han igualao.
Si uno vive en la
impostura y otro afana en su ambición,
da lo mismo que sea
cura, colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón…
El clínico siguió a lo suyo, impermeable a la conmoción de aquella mujer acuática de La Plata, que para resguardar su pizca de fortaleza y no sucumbir, había logrado, como la oruga en un cálido capullo, escarbar hasta el confín de su alma hilando allí un ovillo y anidar, arrullada por el tierno balanceo de su música más querida; un tango. La escena tan chiquita e invisible que Lila evocaba en su relato, era de tal magnitud emocional que me dejó paralizada, muda durante unos segundos.
Continúa…
Ana Mª Ferrin
(*) imagen
Guauuu... he quedado con la boca abierta. De verdad que has sido testigo de cosas increíbles. Tremendo relato.
ResponderEliminarAhora bien, en cuanto a lo de la dictadura, es algo que ahora, los venezolanos que en aquellos tiempos recibimos a tantos fujitivos huídos del Cono Sur, ahora nos toca a nosotros esa huída que, al fin y al cabo se debe a razones políticas, incluso, se de compatriotas que están en el extranjero y todavía el régimen de facto los busca para eliminarlos... Dios tenga misericordia de nosotros
Alí, he conocido varios lugares en épocas de dictaduras sangrientas de diverso color. Y lo curioso es que cuando estás allí, para el no conocedor de la realidad todo parece una balsa de aceite sonriente. No hay algaradas ni pintadas fuera de norma. Es la Ley del Silencio que acaba por eliminar el valioso ¡NO! del individuo, que acaba huyendo o plegándose a la prioridad de proteger a los suyos a cambio de secarse por dentro.
EliminarSiento lo que cuentas y sabes que te deseo todo lo mejor.
Es un relato impactante.
ResponderEliminarLa frase final es toda una promesa de lucha para salir adelante.
Espero con interés la continuación.
Un beso, Ana María.
Me alegra que te interesa, querida Amalia.
EliminarVamos a ver si puedo poner en orden estos apuntes que quedaron guardados años ha. Un besazo.
Me ha encandilado tu historia, de principio a fin. Me he fijado en lo bien que escribes. Sea real o ficticia, sin duda es un testimonio de una realidad que está presente aunque no la palpemos.
ResponderEliminarTe felicito por ese talento que tienes para escribir, para observar y comunicar.
Es una gran historia, Ana Mª
Un abrazo
Querida Beatriz, para mí el trecho que va desde un recuerdo fácil de relatar:: "Iba por la acera, resbaló y cayó", a la hora de pasarlo al papel y transformarlo en relato, es largo. Hay todo un escenario que precisa su escenografía y no siempre se dispone de ese tiempo sereno, ya que siempre vas en paralelo con otras circunstancias. Gracias por tus palabras. Bsszo.
EliminarOlá, Ana!
ResponderEliminarUma história muito interessante, que muito gostei de ler. Curiosamente, apesar de eventualmente ser ficção, há muitas semelhanças com a realidade.
Parabéns!
Votos de uma excelente semana.
Beijinhos!
Mário Margaride
http://poesiaaquiesta.blogspot.com
Amigo Mario, ya desearía yo y sobre todo la protagonista, que esas líneas surgieran de mi imaginación. Pero no. El núcleo es real de la A a la Zeta, aunque obviando lo gore porque no es éste lugar para ello. Saludos y enlazo tu blog a mis preferencias.
EliminarUm excelente texto que gostei muito de ler, que pode ser
ResponderEliminartido como texto jornalístico ou de ficção.
Muito bom de ler.
Uma boa semana, Ana.
Um abraço.
Como he escrito a Mario, no tengo problema en confesar que sí, que este texto es prácticamente una crónica de la que muchos lectores habrán conocido situaciones parecidas.
EliminarEspero que te interese. Saludos y buena semana para ti.
RESCATADOS ESTOS COMENTARIOS QUE SE QUEDARON BLOQUEADOS EN EL ARCHIVO INTERIOR DEL BLOG
EliminarCarlos Augusto Pereyra Martínez. ha comentado. Hace 2 días
Me atrapa como hilas esta historia para un post de entregas que será memorable. Bien podría entrar, estos eventos que conoces de esta Argentina en el exilio y con un amor que en su momento más doloroso, se le presenta, antes de la extracción de su riñón, para confesarle que se va a casar con una mujer con capital , en un paraíso fiscal, Qué bien la cuentas, apelando a los textos literales de ella. Nos has enganchado. Quedamos a la espera. UN abrazo. Carlos.
CHARO ha comentado el 14 jun 2022
Muy triste la historia y a la vez muy loable su actitud ante la adversidad. Besicos
Muy triste la historia y a la vez muy loable su actitud ante la adversidad.Besicos
HOLA, CARLOS.
EliminarVamos a ver si logro transmitir esta crónica como se merece. No resulta fácil unir veracidad y discrección cuando se tratan temas tan delicados. Ya veremos. Un saludo.
HOLA, CHARO.
Los problemas con los comentarios no acaban de solucionarse, pero al menos con los que podemos rescatar dejamos constancia de vuestro paso.
Seguimos. Un beso.
Y, más fuerte que nunca ; un borrón y cuenta nueva...
ResponderEliminarTienes razón, parece un párrafo de novela negra, la realidad supera a la ficción...
Deseando seguir leyendo la interesante historia de Lila.
Feliz semana Ana un abrazo
Gracias, Bertha.
EliminarA ver si podemos seguir recibiendo y respondiendo con normalidad los comentarios.
Gracias por seguir el post y su historia, que nos lleva a pensar cuántas vidas habrá sueltas por ahí sin control ni defensa y de las que nunca tendremos noticia. Un beso y sigo.
Lila es un maravilloso ejemplo de resiliencia.
ResponderEliminarMuchas veces, en situaciones graves de adversidad, hay personas que, en lugar de hundirse, aún salen fortalecidas.
Yo no sé lo que haría en una situación parecida, pero por un hijo se hacen tantas cosas buenas... Ella aún tenía algo por lo que luchar.
Te dejo un fuerte abrazo.
Kasioles
Hola, Kas.
EliminarA ver qué te parece la segunda parte. Deseo que te interese.
Un besazo.
Olá, Ana, eu e Pedro lemos junto essa sua bela crônica, crônica que rendeu para nós uma boa conversa envolvendo o tema abordado por você. Nós dois chegamos a uma mesma conclusão no que respeita à necessidade de voltarmos aqui para fazermos mais uma leitura, o que certamente será muito interessante para que nada nos escape.
ResponderEliminarUma boa semana!
Um beijo
No sé que saldrá al final, pero sí os digo que es uno de los textos que más me ha costado escribir, por lo comprometido del tema.
EliminarLo colgaré el sábado. Ya me diréis. Un beso.
Hola Ana_
ResponderEliminarRelato impactante... me ha gustado mucho
fui victima de la dictadura...
Besos
Este comentario es mío... no sé por qué salió anónimo...
EliminarBesos
Llevo casi un mes con el blog haciendo cosas extrañas.
EliminarCon idea de identificarlos los saqué a flote, ya que ignoro por qué vericuetos han acabado en el archivo como Anónimos muchos comentarios que debían iban firmados, por eso los puse a la vista aunque fuera de forma elemental. Así me he enterado de que era tuyo.
Gracias y a ver qué te parece la segunda parte. Saludos.
Sencillamente conmovedor, Ana Mª lo he leído con atención y es impactante.
ResponderEliminarSaludos.
Deseaba compartir una experiencia que me marcó durante mucho tiempo. Aun hoy, al recordar alguno de los pasajes vividos entonces no puedo evitar un escalofrío. Buena semana, José Aº.
EliminarInteresantísimo, y espero que en la segunda parte a esta pobre mujer le sonría un poco la vida. Siempre se ha dicho que las desgracias vienen juntas, y he aquí un claro ejemplo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Ana.
"Hasta el rabo todo es toro", Manuel.
EliminarYa me dirás
Interesa e impacta, amiga Ana Mª, la seguridad que tienes en el manejo del relato. Sacudes al lector, lo inquietas y atraes, lo desasosiegas y conmueves...
ResponderEliminarMaravilloso.
Fuerte abrazo,
Gracias por tus palabras. A ver si al final tienes que desdecirte...
EliminarSaludos.
Muy bueno Ana, haces que esperemos la continuación para salir de esa gran intriga que creas.
ResponderEliminarSaludos
Esperemos a ver que te parece la segunda parte.
EliminarBuen inicio de verano, Fernando.
An amazing story, Ana. I was captivated by your words and enjoyed reading it.
ResponderEliminarGreetings
Gracias por la visita, Will.
EliminarSaludos.
Bueno, ya estamos por aquí después de este corto período vacacional saludando a los amigos.
ResponderEliminarUna historía muy conmovedora amiga Ana. Esa mujer tuvo que echarle mucho valor a su vida y no se merecía esa triste primera parte. Espero que el próximo capítulo, la vida le haya tratado de otra manera.
Seguro que fue una gran luchadora de los pies a la cabeza.
Un fuerte abrazo y buen verano Ana.
Este es un texto para aprender a no sacar conclusiones anticipadas y a confiar selectivamente. Al menos
Eliminarasí fue para mí.
Saludos y mi deseo de que ya sólo tengamos buenas noticias..
Espero con impaciencia la continuación de tar interesante relato Ana María. Gracias por traerlo.
ResponderEliminarAbrazos.
Ya me dirás que te parece. Acabo de colgarla.
EliminarBesos, Conchi.
Nossa, emocionante e pungente sua estória!
ResponderEliminarÉ desse tipo de homem que todas as mulheres tem pavor!
Quando postar a continuação me avise!
Beijos!
A la mala gente más vale tenerla lejos, Ane.
ResponderEliminarHay mucha gente magnífica para tratar, pero a veces nos equivocamos.
Un fuerte abrazo.
Esto sí que es un tango.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo sabes bien. Espera, espera.
EliminarDYHEGO. Aparece otro comentario tuyo en el archivo interior, del 27 de junio 2022
Eliminar"Lo estoy leyendo hacia atrás. Interesante. Salu2, Ana."
DYHEGO. Esto ya es un puro misterio que el informático no sabe como solucionar. Gracias por la visita. Seguimos.
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