LLUIS GRANER, EL FABULOSO PINTOR DEL PETRÓLEO

                                                   

                                          Flota por el lienzo un denso perfume, violentos aromas con millones de años a cuestas. Fósiles de ámbar y flores traídos al arte y el hogar entre los siglos XVIII y XIX.

   A través de sus manos, los artistas del petróleo nos dejaron el halo mágico de sus obras flamígeras, ondeando las estancias en un juego chinesco de sombras que fijaban en los rostros de sus personajes las más delicadas expresiones del sentimiento. 

  Entre ellos, mi preferido, Lluís Graner, el pintor realista que logró introducirnos en un mundo que apareció de sopetón en los hogares como la gran novedad de la época en iluminación. Tan rápida como breve fue la presencia de su luz, fugaz espacio entre velas y bombillas.    

  Aunque de vez en cuando, se dan ciertas ocasiones en que se presenta el apagón eléctrico tanto en las ciudades como en el más recóndito pueblo. Vuelve entonces el momento glorioso del quinqué, ese en el que ciertas manos familiares desempolvan la antigua lámpara de la abuela para transformar la reunión en un cuadro de Lluís Graner.  

     

Luís Graner Arrufi en su juventud

                                      Françoise Pierre Aimé Argand

 

El farmacéutico francés, Antoine Quinquet

EL INGENIO DE MONSIEUR QUINQUET

Publicado en Gaudí y Más. 22 de octubre de 2022

                                       Antes de la llegada de la luz eléctrica, ¿cómo iluminaban los artistas la ejecución nocturna de sus cuadros en el interior, las telas, el estudio a menudo sin aberturas al exterior?

  Desde la obvia ventana, a la vela. Desde el imaginativo sistema de Francisco de Goya colocando candelas en el ala de su sombrero, a la chimenea, un candil de carburo o aceite, una lámpara de gas, buscar la cercanía de un tedero o una farola, entre otros.

   En su momento, sobre 1780, el físico suizo Aimé Argand inventaba una lámpara portátil alimentada con esperma de ballena. Sustituida y mejorada a mediados del siglo XIX por el farmacéutico francés Antoine Quinquet, que cambió el carísimo combustible por un refinado de petróleo mucho más asequible, el queroseno revolucionó nuestros espacios nocturnos. 

 Hoy podríamos referirnos a los leds, hablar de electricidad y fibra óptica, fluorescentes, neón, láser y tantos otros métodos.

  Sin embargo, el embrujo de una lámpara de petróleo con su globo verde, naranja, amarillo, tuvo también su época. La de provocar ambientes soñadores, sentimiento en los labios, los ojos, romanticismo en los encuentros que nos dejaron cuadros inolvidables.

Francisco Rabal como Francisco de Goya, en Goya en Burdeos.

                                                   Aprovecharemos la ocasión para visionar una muestra de las telas que el pintor de Barcelona, Lluís Graner, (1863-1929), dedicó a esta luz que lo seducía. Luz que parece susurrar, rogándole a Julio Verne que la inmortalice en un relato.

                                                       

                                                      Jugadores de cartas

                                              Interior con figuras

    

                                       Nenas a la luz de un farol

                                              Una  muestra del resto de pinturas de Lluís Graner en sus años de éxito nos empuja a descubrir este genio de vida brillante y caótica, hoy semidesconocido, 

   De Sorolla a Turner, ninguna imagen se le resistía. Sus obras deslumbran desde las principales colecciones y museos del mundo. Como la de Carmen Thyssen, donde se guardan lienzos que son verdaderas joyas. 

                                              Puerto de noche

Noche en el Puerto de Nueva York

          

Trilogía optimista de los primeros tiempos de Graner con unos
campesinos del Camp de Tarragona, Los bebedores

Con carácter  (duesseldorfer-auktionshaus.de)

 Los Capitalistas. 

A lo largo de sus viajes, muchas experiencias había vivido
Luis Graner cuando se hizo este autorretrato en 1921.
Murió en 1929.

Ana Mª Ferrin