En su Tratado del vino agvado y agva envinada, Gerónimo Pardo publicaba en 1661 un avanzado estudio sobre las bondades dietéticas del vino. Pero al pintor Diego de Velázquez fallecido el año anterior, esa cualidad del mosto no le hubiera interesado. Al representar El triunfo de Baco treinta años atrás, su intención iba hacia dejar constancia de la
celebración festiva de la vendimia en cierta clave jocosa. Y jugar de paso con
lo clásico y lo castizo mezclando tipos bregados, soldados y campesinos, oponiéndolos a un rosado dios Baco coronado de
pámpanos.
Sin olvidar la influencia que en ese cuadro
tuvo Pedro Pablo Rubens recién llegado a Madrid, al que Velázquez acababa de conocer. Y lo más importante, cumplir con el encargo
del rey Felipe IV por el que recibiría 100
ducados de oro en 1629.
El cuadro, que en principio no tenía más
exigencias que servir de divertimento a
un rey aficionado a los placeres, al ser tocado por la gracia del que fuera llamado Pintor de la Verdad y Pintor del Aire, iba a convertirse en historia.
El Triunfo de Baco, 1628-1629. Diego de Velázquez. También conocido como Los Borrachos |
(ampliar) |
BACO Y SUS SECUELAS
Publicado en Gaudí y Más. 30 de septiembre de 2017
De los nueve personajes que componen el cuadro de Velázquez, sólo dos miran al frente. El central, sonriente, único con el sombrero puesto que parece ofrecer su cuenco de vino al espectador y el hombre a su izquierda por el que ya flotan los vahos etílicos en su rostro achispado, que apoya en el compañero su mano maltratada de campesino.
Cinco elementos nos llevan, retrocediendo hasta los principios del pintor en Sevilla, al cristal y la cerámica de sus bodegones, donde la Vieja friendo huevos ya avisaba desde su toca blanca que el autor de 19 años estaba llamado a la gloria. Sigue la mirada del observador recorriendo el grupo de Baco, el blanco cuello y la mano del soldado que a la derecha a poco está de salir del cuadro. Piel de hombre de armas, uñas que no saben de terrones, conversando con la astucia en el rostro vuelto hacia el personaje desdibujado, del que no sabemos si la fijeza en su mano se debe a las monedas que no se distinguen o a las que espera recibir.
En la escena compuesta en forma de equis, su centro lo ocupa un joven cuya cabeza Baco corona de hiedra, un tocado reservado a los poetas. Las ropas impolutas del postrado, correaje, camisa, calzón, polainas y sus manos cruzadas con respeto, pertenecen a quien no muestra su rostro pero se adivina soldado hidalgo u hombre estudiado. A su espalda, cerrando la mitad derecha de la tela, el hombre avejentado envuelto en su capa parda parece iniciar un brindis a Baco, el Dionisios griego, sin atreverse.
Vieja friendo huevos, 1618. (ampliar) |
La soltura con que el artista combina atuendos, tipos y actitudes, es magistral. La composición va, luz y sombras, de Caravaggio a José de Ribera, del naturalismo a un cierto tenebrismo, de lo vulgar a lo divino. Incluso el fondo de cielo roza un avance de impresionismo que aparece diluido, en contraste con la luz que desprende el protagonista.
Es esta figura sentada en su tonel, el dios Baco, el motivo principal del lienzo, destacando la claridad de sus ropas por color y textura con el resto del conjunto. Velázquez lo representa como un joven blanquísimo, mórbido y sensual cuya piel presta luz al conjunto, custodiando su espalda el personaje fáunico que sostiene a la vez una copa y el extremo de la tela blanca que cubre el vientre de Baco, en una de las alusiones tan equívocas como elegantes que solía soltar el maestro de pintores. En el suelo junto a su talón, un elemento (¿hoja de parra? ¿pájaro muerto?) atrapa nuestra vista dirigiéndola a los pies cruzados del dios, de los que el único visible al completo, el izquierdo, presenta la malformación de un pie cavo.
Una imaginaria saeta parte desde el personaje terroso del extremo inferior izquierdo, hasta cruzar la tela en diagonal señalando al tipo medio embozado del ángulo superior derecho. Ambas figuras quedan hermanadas, seres oscuros en los que nadie repara.
El vino claro visto a través de los dos cristales que lo contienen queda presto al brindis, término españolizado del traído por los soldados alemanes que llegaron a España con Carlos I de España y V de Alemania: "Ich bringe dir’s": Te lo ofrezco.
ALGUNAS COPIAS DE HOMENAJE
Copia de Juan Herrador Granero |
Ángel García Jiménez |
M. Vives |
Anónimo1 |
Anónimo 2 |
Anónimo 3 |
Anónimo4 |
Anónimo. Recreando con humor el estilo Ecce Homo de Cecilia Jimenez, en Borja (ver aquí la historia) |
Ana Mª Ferrin
Un pueblo sin vino ni es pueblo ni es "ná".
ResponderEliminarViva el vino.
¡Hips!
Conseguir el punto exacto entre la sosería y el desmayo es un arte. Algo que yo no conoceré porque soy alérgica, no tolero el alcohol y me pongo mala si paso del segundo sorbo.
EliminarAunque cuando pongo bien la mesa nunca falta un buen vino. ¡Qué viva el vino!
Qué maravilla Velázquez!!
ResponderEliminarY, como siempre, muy grato aprender leyéndote.
Un fuerte abrazo.
Gracias, Amalia. Aprendemos juntas.
EliminarUn abrazote para ti.
Las copias están dignas de tenerlas en un museo :D, sobretodo la última.
ResponderEliminarHe crecido con vino. Hoy es una aberración darle pan y vino a los niños, pero a mi me criaron así...y no pasó nada... Todo con sentido común es correcto.
Besos
Hay partes del comportamiento social que uno debe aprender en casa. Es una enseñanza de vida para un niño que lo hará fuerte y autosuficiente ante los peligros, aunque hoy suene políticamente incorrecto.
EliminarEstoy contigo en que la copia estilo Borja es la mejor. Saludos.
Desde Chile, país vinero por excelencia, saludo tu homenaje Ana María y me regocijo de su forma y fondo.
ResponderEliminarUn beso austral.
Hablando de vinos no hay más que decir,
Eliminar¡Qué vivan España y Chile! ¡Que viva el vino!
¡Viva el vino! y ¡viva este espacio tan elegante y tan aleccionador!
ResponderEliminarBello e interesante post
Un beso grande y feliz semana
Gizela, mi madre que seguro nos está leyendo desde el cielo y era una mujer sabia, sólo bebía vino en las comidas de fiesta y no más de una copa. Pero solía decir que cuando veía una parra en un huerto o un jardín, sabía que estaba entre gente de bien.
EliminarTe mando un brote de vid con mis mejores deseos.
A parte de la de Velazquez, me gusta mucho la última copia, la borgiana, no sólo representa a unos borrachos, sino que parece pintada por artista colocado con una buena melopea.
ResponderEliminarSaludos.
Es fácil crear un esperpento. Pero llegar al grado de lo de Borja ya entra en ese terreno divino que lograron algunos surrealistas.
EliminarMe declaro fan absoluta de Cecilia Jiménez.
Qué grande nuestro pintor Velazquez y qué grande tu por traérnoslo aquí en tu blog.
ResponderEliminarViva el vino.
Un abrazo.
Estás en todo. Gran entrada, Ana Mª.
ResponderEliminarQué gran maestro, Tecla, cuánto podemos presumir. Disfrutaremos con él más veces.
EliminarY gracias por tus palabras.
Un canto a los placeres del buen yantar que Velázquez supo retratar como nadie. Porque del vino pueden disfrutar desde los reyes hasta el más humilde de los siervos aunque la calidad del mismo sea totalmente diferente. Y se achispan todos por igual.
ResponderEliminarUn beso
Una buena compañía, unos alimentos bien cocinados, armonía, una copa de vino, conversación.
EliminarBuenos ingredientes para un alma en paz, querida Carmen.
No suelo beber vino, pero en esta ocasión haremos un brindis, ya que viene envuelto en tan bello texto.
ResponderEliminarFeliz semana
Bisous
El vino es el pretexto, amiga Dame. La guinda para embellecer la mesa con su copa.
EliminarLo importante es la compañía, como podemos ver en las caras del cuadro. Feliz para usted también.
Olá, excelente texto informativo bem acompanhado pela pintura do Velázque, a mesma parece que está viva, é maravilhosa.
ResponderEliminarContinuação de boa semana,
AG
Olá, A.G. Decía Gaudí que la vista es el sentido de la Gloria.
EliminarSi le añadimos un plato de bacalhau dourado como el que comí hace poco en Coimbra y las manos queridas, podemos rozar la perfección.
Olá Ana
ResponderEliminarÉ muito agradável ler uma matéria como esta, que foi tratada com muito carinho desde o texto até a escolha das obras de arte. Essa união entre o vinho, maravilhosa bebida, e a pintura de Velázquez é uma das boas coisas que se pode ter para ler. Gostei muito, minha amiga.
Um abraço.
Pedro
Pedro, en Brasil está habiendo una producción vinícola de una calidad notable en el Valle de los Viñedos de la Sierra Gaúcha. Deben estar por una producción de 15 millones de botellas/año.
EliminarNo sé si Tais y usted son aficionados al vino, pero si tienen ocasión no dejen de probar el Lidio Carraro Quontum de 2006, el único que he degustado. Inolvidable. Un saludo
Magnífica entrada.
ResponderEliminarY si que dió frutos ésta Vid!
Tanto el texto como las imágenes me transportaron a una Tierra que amo y que le dicen, Tierra del Sol y del buen vino, se llama Mendoza y es una provincia de Argentina, si algún día pasas por aqui no dejes de visitarla.
Abrazos.
Adriana, los vinos mendocinos son famosos en todo el mundo. Gracias por la recomendación.
EliminarEn el cuadro, a pesar de que cada uno de los personajes tiene un objetivo que los mantiene inmóviles, gracias al genio del autor, como dices en tu entrada de esta semana, “todo es luz y movimiento”.
Un beso
Hola querida es lindo ver brindar por el vino de la vida
ResponderEliminarabrazossssssssssssss
Hoy el brindis va por ti y tu familia, porque vuestra buena estrella os ha protegido.
EliminarNo todo el mundo puede presumir de haber sobrevivido a un huracán.
Con cariño.
¡Viva el vino!
ResponderEliminarQue magníficos reportajes los tuyos. No sabes cuanto aprendo.
Para ti y el palentino, un montón de besos.
Un brindis de los dos para que todo te vaya muy bien en tu nueva andadura. Un abrazo.
EliminarLa minuciosidad de la desnudez pormenorizada de composición, estilo e incluso ropa, Anamaría, es perfecta en este ameno texto que nos describes. Sólo me atrevo a apuntar que la luz se hace color en alguno de los cuadros y en otros se hace sombras y retos pictóricos. Baco, representado ampliamente en la pintura, ha sido un motivo para estudiar, tanto su figura como su inmensa influencia en la vida cotidiana de quienes creían en él en la antigüedad y en el Siglo de Oro de la pintura española y de otros muchos países. Un abrazo.
ResponderEliminarAntonio, este cuadro es de los que pones punto y final a la observación, pero podría dilatarse bastante más. Por ejemplo, la forma en que el fauno sostiene el lienzo que cubre el vientre de Baco se diría la del amo que sujeta las riendas al potro, ostenta dominio. Y la mirada de Baco no es casual, parece estar enviando un mensaje hacia donde confluyen sus ojos, algo como: “en cuanto acabe el posado voy pa’llá”. Y más.
EliminarUn interesante articulo Ana María, Velazquez no deja indiferente a nadie. Hace no mucho hice un Mooc sobre el artista y se ven v con otros ojos sus obras. Un placer la visita Buena semana.
ResponderEliminarLa prueba está en pararse a mirarlo con tranquilidad. Estos grandes maestros no daban una pincelada sin sentido, todo tenía un porqué y el juego está en ver hasta dónde somos capaces de ver.
EliminarLo mismo te deseo