Atreverse a tocar el tambor, frente a la
Expresión popular vietnamita
-¡Maldita ,
maldita y maldita sea!
-Igual que en Viena -pensó. Estaba en Tortosa y se veía sintiendo la misma indignación que había experimentado en la catedral de Viena el año anterior por motivos similares-. Hay que fastidiarse -se dijo-. No era esto lo que yo tenía en mente cuando deseaba que Europa nos conociera.
Entre la penumbra de la nave central, la catedral de Santa María mostraba generosamente sus tesoros a quienes se aventuraban a pasear en esa hora asesina de la siesta. Gorritas en la cabeza, pieles mostrando miembros enrojecidos y peludos asomando de camisetas y shorts.
El mochilero respetuoso aguzó el oído. No eran imaginaciones suyas. El ultrasonido de lengua árabe pasaba bordeando el soberbio coro del siglo XVI tallado en roble y daba un quiebro sobre la pila bautismal regalada por el Papa Luna desde Peñíscola.
El eco era árabe, ciertamente, por algo el templo
tenía la misma orientación que la mezquita mayor. Más que rezos eran lamentos, por el poco respeto que aquellos ignorantes llegados desde islas lluviosas profanaban con sus alpargatas ruidosas y sus risas el recogimiento de los fieles.
El observador fijó su atención en el caballero que rezaba en un ángulo frente al retablo de la Virgen de la Cinta.
De rodillas, con las manos una envolviendo la otra y el mentón apoyado en ellas. El cabello entre rubio y blanco peinado hacia atrás, el poblado bigote aún dorado, la frente levantada hacia el altar, el largo cuerpo militarmente erguido. Un bastón caoba con pomo de marfil descansaba apoyado en el banco junto a él, cuando unas risotadas alteraron la concentración del feligrés.
Por su parte, haciendo uso de un mecanismo defensivo, el visitante rodeó
con la vista la totalidad de la bóveda, sintiéndose aliviado por la pureza de
líneas del conjunto románico-gótico, no pudiendo por menos que reparar en las
transparencias de luz a través de los sutiles calados de alabastro. Pero una algarabía...
... una algarabía, se impuso. El grupo bárbaro aterrizó en uno de los bancos tras el orante, derramando sus humanidades sobre los asientos y arreando patadas a los reclinatorios. El cómo y por qué aquella docena de primates incapaces de usar un sonajero sin antes haber leído las instrucciones, habían ido a parar a aquel lugar de culto y filigrana, era un misterio.
Alarmados, tres coros de voces corrieron por el claustro con un sonido sólo percibido por las almas sensibles. Hablas en hebreo, griego y latín elevándose de la famosa Lápida Trilingüe escrita en esas tres lenguas, se enredaban entre los pies paseantes del claustro. La losa nos informa de que en ese lugar de Tortosa descansa desde el siglo VI, Miliosa, joven hija de María y Judá. La pieza era parte de su sepultura, hoy situada en la catedral, constatando la presencia semítica en la ciudad, al menos desde tiempos visigodos.
-Señor, señor... ¿Habremos llegado al final
sin retorno de la civilización?-, musitó el observador.
Acompañado por sus meditaciones el feligrés se levantó sin siquiera mirar al grupo disonante, diciendo para sí:
-No creo en “el buen salvaje”, Rousseau estaba equivocado. El hombre nace animal y sólo la educación unida a la cultura lo eleva. O el respeto. O la religión. Quizá es posible que la inteligencia unida a la sensibilidad. Puede que también una cierta elegancia natural de su espíritu... Pero cuando se carece de todo eso...
Cuántas grandes ciudades habrían deseado tener una de aquellas obras para hacerla resplandecer y justificar por sí sola
una visita cultural.
¿No habían acabado ya los japoneses de restaurar la Capilla Sixtina? Pues que se dirijan a Tortosa, que van a disfrutar lo suyo terminando las obras exteriores de su catedral. Poseedora en su interior de seis techos consecutivos de frescos e innumerables imágenes, columnas historiadas, óleos, tablas. Al final, presidiendo el fervor sobre el altar, un grupo escultórico de mármol con la Virgen entre nubes talladas que más bien se dirían rosas.
Ágil, con una ligera cojera que su amor propio lucha por quitarle importancia, con pasos largos, moviendo con galanura el bastón, el caballero desanda el camino hacia la puerta de salida observado por el atento viajero. Como siempre, piensa echar una última mirada al escudo con las armas de la Generalitat Catalana que desde el siglo XIV dos ángeles de piedra han custodiado por entre todos los avatares de la historia.
Colgando del respaldo de un banco primorosamente tallado, bascula una ristra de chorizos y butifarras.
-¡Bestias, hijos del berraco! ¡Seréis cerdos! Yo os enseñaré. ¡Vais a volver a vuestras pocilgas domesticados!
Con la más santa cólera, el defensor de su cultura la ha
emprendido a bastonazos con la turba. Uno contra diez molinos, a la manera del Quijote.
Nada mejor que el frescor intramuros para conservar las butifarras, los chorizos y los tomates.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Cayetano. Veo que tus experiencias son infinitas.
EliminarSaludos a ti.
No conozco Tortosa y por supuesto tampoco su catedral y me ha parecido preciosa.Me ha gustado tu relato.Besicos
ResponderEliminarSi un día te das una vuelta por Tarragona, ya sabes. No te defraudará.
EliminarUn abrazo, Charo.
Me encantó todo lo referente a Tortosa, pero el relato me pareció demasiado triste ... ¿De verdad eso ha pasado?
ResponderEliminarPor cierto ¿Qué relacióntiene la figura del mendigo con la de los "turistas"?
EliminarEs una crónica real de principio a fin. Y no es tan extraño, porque algo similar aunque no tan salvaje lo vi en otra ocasión, como hago referencia en el texto.
EliminarCuriosa tu segunda pregunta. No, no hay ninguna relación. Sólo el placer de ir mostrando en la cabecera a los artistas que me
gustan. En este caso a José L. García Pascual, de Palencia, un lugar al que quiero. Saludos, Alí.
Gracias por recordarme esa bella joya de Tortosa y a los buenos amigos que allí dejé en mi corta estancia.
ResponderEliminarBesos.
Si ya la conoces, no digo más.
EliminarSaludos, Juan L.
No la conozco pero me parece que debe de ser magnífica.
ResponderEliminarSin duda, merece una visita.
Un beso. Feliz fin de semana.
Esa es la suerte, Amalia.
EliminarQue a cada punto del mapa que mires, encontrarás algo bello.
Como tú sabes bien por tu tierra afortunada.
Besazo.
Hola Ana: La catedral es impactante. Detalles de su interior que me llaman la atención.
ResponderEliminarCreo que visitaré Tortosa...lugar con historia... Realmente ¿Qué lugar del mundo no la tiene?
Besos
Eso, ¿dónde no habrá una historia que conocer?
EliminarHistorias de las que tenemos noticia y otras que ni sospechamos en cualquier lugar del mundo, como esos lugares en que hay un sembrado, metes el arado y te aparece una mansión romana, palaciega y espectacular, con 35 habitaciones y 4.400 m2. de hace casi dos mil años de la que no existía noticia. Eso estuve conociendo el año pasado en La Olmeda, en Pedrosa de la Vega, Palencia. Para no perdérsela, Manuel.
-Estos barbaros modernos, que la cultura es algo que no lo mastican muy bien...-Hay de todo: los hay con modales, pero si que estos sitios de culto donde la historia pesa :cuando ya vas entendiendo esos aportes y esos mensajes en forma de esculturas, arte imaginario, esos asientos para poder meditar etc.Te sabe a poco; porque al fin y al cabo somos descendientes de este pasado.-Corparto con el visitante su adversión en al pensamiento de Rousseau.
ResponderEliminarMe ha encantado, este relato guiado y volver a recordar este lugar; y sobre todo esas calles, a ver si ya como bien dices los japoneses meten prisa para que se aceleren estas obras...a ver si alguien les deja pista.
Un abrazo enorme Anna
Esos elementos son una raza universal, como una seta, brotan en todos los puntos del mapa mundi. Y el comportamiento especial lo guardan para sus viajes a otros lugares, donde las leyes impiden darles la justa lección que merecen.
EliminarPorque si no recuerdo mal, "Enseñar al que no sabe" es en el Cristianismo una Obra de Misericordia y uno de sus principales atributos divinos. Vamos, que les haces un favor informándoles.
Besitos a ti.
Conozco Tortosa y por supuesto la catedral y alguna Cinta que otra. De qué maravillosa manera nos adentras en esta maravillosa joya. Respetemos, aprendamos, regocijémonos de estos legados que nos hablan de quienes fuimos y somos.
ResponderEliminarMuy agradecido. Abrazo.
Estoy de acuerdo: Somos afortunados por haber tenido unos antepasados capaces de legarnos tanto arte y cultura, tanto esfuerzo. Y tenemos que preservarlo para que nuestros descendientes también puedan disfrutarlo.
EliminarGracias a ti por tu tiempo y tus palabras.
Es una catedral maravillosa amiga Ana, le visité hace ya algún tiempo y quedé impresionado de tanta belleza. Tu narrativa como siempre es espectacular y el relato fabuloso.
ResponderEliminarUn placer leerte siempre.
Un abrazo y buen resto de semana.
Eran tiempos en que los mecenas no se compraban yates fabulosos para demostrar su potencial económico. Preferían embellecer la tierra en que nacieron con obras que honraran sus creencias y que luego han quedado para nuestro disfrute. Un saludo, Juan.
EliminarHola hola Ana!
ResponderEliminarNo he estado en Tortosa pero-a partir de tu crónica- ¡está en mi agenda viajera!
Añoro demasiado mis viajes que, de momento, los estoy haciendo de manera virtual pues no me queda otra.
Impactante relato. He imaginado la escena final casi como si la hubiera visto en vivo y en directo.
Abrazo
Todos los lugares tienen su obras que ver y honrar, ya sean naturales o creadas por el hombre. Y no siempre hay que emprender grandes viajes para disfrutarlas, sobre todo si se pueden hacer con la gente que quieres.
EliminarUn beso y te deseo lo mejor.
Abrazos a ti
Olá, Ana, magnífica essa Catedral de Santa Maria! O retábulo da Virgem de la Cinta é deslumbrante. A foto da Catedral por fora e por dentro é imponente, leva-se um susto de tão bela arquitetura. Adoro igrejas pelo seu silêncio, pela sua arte e pela sua imponência, uma maneira de chamar os fiéis à fé. Cappila del Carman, em rococó do séc. 18 é fascinante. E por fim, sei texto é excelente, gostei muito.
ResponderEliminarBeijo, Ana, uma ótima semana.
Aplausos!
Dices algo muy cierto. Aunque no se sea muy creyente, por poco espíritu que se tenga las iglesias tienen algo que lo eleva. Ese encontrarte con tu yo, a solas, sin excusas, siempre me ha gustado.
EliminarPetonets y una buena semana paara ti.
Muy impresionante esa catedral, no conozco Tortosa, la verdad hay tanto por conocer que al menos una parte me gustaría poco a poco conocer y disfrutar de ello.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Saludos.
Gracias a ti por la visita, José Aº.
EliminarSi tenemos suerte, este año podremos ir recuperando parte de lo que perdimos el pasado. Será un buen momento para disfrutar de lo bello.
Saludos.
So beautiful church.
ResponderEliminarI like your header, it's nice.
Como verás, es una pequeña muestra del lugar.
EliminarSi vienes por aquí podrás ampliarla con tu cámara.
Saludos. Buena semana.
La culpa de que manadas de gentes visiten un monumento o un pueblo recóndito la tenemos nosotros mismos. ¿No queremos ser el pueblo más turístico? ¿Que se llenen los comercios y los bares, las terrazas y los chiringuitos?
ResponderEliminarY si no que se lo digan a los paisanos de Cendelario, La Alberca o Hervás.
Un beso
Carmen, aunque absolutamente real, la crónica de estos mastuerzos no deja de ser una excepción. Pero es cierto que esa situación no se hubiera dado de existir una vigilancia adecuada, ya que son unos cobardes y sólo se atreven a ese comportamiento cuando la indefensión del lugar les da su oportunidad.
EliminarHe conocido en lugares monumentales a grupos de voluntarios jubilados, profesores y de otras actividades, que en ese sentido hacen una labor formidable. Tienen tiempo y conocimientos, autoridad y amor por su tierra, características que los hacen imprescindibles.
Besos.