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Sant Quentin S-S - copia "SAN QUINTIN sur Sioule" Auvernia, Francia. Lugar de los antepasados de Antonio Gaudí.



"LA MAÑA", CÓMICA Y PROVOCADORA


Lita Claver, la popular vedette del Paralelo barcelonés, es más conocida como “La Maña”. Mujer de carácter sexy y provocador, lo compagina a la perfección con su rol de actriz cómica. Sabe que “corta” a los hombres. Por eso se dirige a sus esposas.

Lita Claver, "La Maña" (rtve.es)

“La Maña”, cómica y provocadora

Publicado en Sant Andreu Expréss,  Noviembre de 1986


La popular vedette admite dejar azorados a los hombres

 
Me disponía a entrevistar a una mujer sexy, provocadora, una Reina del Paralelo por derecho propio. Diría más aún. Hoy por hoy en este género súper difícil del diálogo rápido de forma, picante de fondo, Lita Claver “La Maña” se ha convertido en nuestra primerísima “vedette” nacional.

Pero había algo que me preocupaba antes del encuentro. Siendo yo mujer temía que se me escapase algún matiz atractivo para el lector masculino. Que no acertase a preguntar algo que sus admiradores deseasen saber. Comentándolo con el fotógrafo, se me ocurrió: ¿Por qué no le haces tú un par de preguntas sobre algo que te llame la atención de “La Maña”? Así quedamos.

Y cuando llegó el momento, mi compañero periodista, un tipo duro, duro, se escurrió del compromiso con una excusa.

La “mamella”

- Lita, ¿cómo dejas a los hombres tan azorados al dirigirte a ellos?

- El cómo, no sé decírtelo, pero sí es verdad que se cortan, hasta el punto de que si van acompañados me dirijo a sus mujeres, que no veas cómo son. A veces me las veo y me las deseo para no cortarme yo. Mira lo que me pasó hace poco, cuando al darle las gracias a un señor por haberme dado cinco duros durante una escena le pregunté al público si el caballero se merecía tocarme una “mamella”. El público, claro, empezó a gritar ¡Qué sí! ¡Qué sí!, y cuando voy a cogerle la mano para que me la tocase, a ver si sabes lo que se le ocurre decirme su mujer: ¡Maña, mi marido tiene más testículos que tú tetas!” Y yo: “No me lo creo”. Y ella: “¿Qué no te lo crees?”. Y al marido: ¡Tú, ponte de pie!” Bueno, no te digo más, que hasta que no consiguió que se los tocara no paró.

- ¿Y tenía razón? Cuenta, cuenta…

- ¿Qué si tenía razón? No mentía la mujer, no. Menudo par guardaba el señor…

Menos mal. ¡Qué descanso! Temía bien avanzada la conversación que no saliera esa Maña tan querida por todos, del interior de esta mujer reposada, tímida y delicada con que me he encontrado esta tarde frente al monumento a Raquel Meyer en la esquina del Paralelo con Conde del Asalto.

- Eres joven y estás espléndida de forma, pero las piernas se acaban con los años. ¿No has pensado encaminarte más adelante hacia el recitado con un poco de baile, al estilo de Gabriela Ortega y Lola Flores? Yo no sabía que bailaras tan bien, ha sido una sorpresa.

- Yo soy básicamente una actriz cómica y por ahí me veo en el futuro, pero hoy están de moda los cuadros lorquianos, y como gracias a Dios puedo tocar varios palos…

Los compañeros consultados han sido unánimes al catalogarla de llevar el compañerismo al tope, de seria y de formal. “Si entiendes bien el sentido, te diría que es una mujer a la antigua”, me confiesa alguien. Y como dato curioso diremos, que según mis informes en su paso desde El Molino al Teatro Arnau no fue cuestión prioritaria el dinero, sino el reto. Dejar la fama segura de El Molino por el resultado incierto de un teatro –el Arnau- que no se levantaba y corría peligro de cierre.

Se le cayó todo

- Maña, tú te hiciste famosa en El Molino con una anécdota divertida. ¿Es cierto que esa vez se te cayó algo?

- ¿Cómo algo? Se me cayó todo. Es que yo tenía que sustituir ese día a una mulata exuberante y, al ponerme su traje, como me sobraba sujetador por todas partes, metí dentro todo lo que pillé para rellenarlo y creí que lo ataba bien fuerte, pero por lo visto no fue así, porque en uno de los pasos de baile se me soltó y cayó a las tablas de todo, desde hojas de diario arrugadas, trapos, calcetines, medias, de todo. Ya te dije, un supermercado entero.

- Y ahí nació “La Maña”, esa que los vejetes vienen a ver cada tarde como si fueses de la familia, gastándose la jubilación en entradas.

- Sí, para los de la tercera edad somos algo importante por las tardes, una válvula de escape. Se ríen y yo creo que eso es importantísimo. Recuerdo a un anciano de El Molino, el señor Bonada, que llevaba media vida viniendo, y que cuando murió guardamos un minuto de silencio. También a otra señora que la noche antes de morir nos trajo pasteles para todo el personal. Ellos y los grupos de amigas son el público de las tardes, y los jóvenes y las parejas, el de noche. ¡Huy! ¡Las seis! Ya deben estar haciendo cola. Os invito a un café en el bar de fuera.

No vota

Cruzamos el escenario después de pasar por su diminuto camerino lleno de espejos y estampas de la Virgen del Pilar.

- ¿Eres religiosa?

- Mucho, pero no de prácticas, sino de corazón.

- ¿Votas?

-  Sé que no está bien, pero no, no voto. Arriba siempre están los que se llenan los bolsillos y los que pagamos, los que trabajamos, siempre somos los mismos.

Nos hacemos a un lado para que pasen el Director Artístico José María Coll –vecino del Clot, buen profesional de larga trayectoria desde el Instituto del Teatro-, Pipper –la cara dura sublimada hasta convertirse en arte-, Pirondello –una Edith Piaff más que convincente, rediviva-, Shiana –cara de muñeca guineana-, y de este tránsito queda en el pasillo el aroma eterno del teatro y mi simpatía por el paso de estos artistas de casta que están desapareciendo como los tigres de Bengala, con la diferencia de que a esos ejemplares su gobierno los protege, y a los actores de números vivos, irrepetibles, se les fríe a impuestos sin que vean nunca un duro de las subvenciones al arte por parte del Ministerio de Cultura.

Antes de cruzar la puerta por entre el público que espera, Lita Claver se ajusta el cinturón rojo del mono vaquero alisando la tela de sus caderas, pone en plan de guerra los rojos morrillos desafiantes y, colocándose las gafas oscuras, pasa con toda seriedad regalando breves saludos por entre quienes la siguen con ojos embelesados y admirados. Sorpresa. Entre sus registros escénicos también incluye el de diva.

Al “huerto” con Alain Delon

Se  adivina que hay mucha calidad dentro de esta Emilia Jiménez, artísticamente Lita Claver, conocida por “La Maña”, una zaragozana de la Cava Baja educada sin colegio pero que oye crecer la hierba con su inteligencia natural, y aunque ella presuma de bruta es una artista que se metamorfosea, al revés de esas figuras de porcelana que van por el mundo de exquisitas y a las que como rasques una milésima el barniz, te encuentras con un trozo de escayola. Ella es en privado una mujer herméticamente familiar De un solo hombre, será porque soy gitana, y con una hija estudiando B.U.P. Una mujer que para relajarse después del trabajo, de madrugada, coloca bajo su almohada música clásica, baladas, boleros, que la llevan a un mundo de romanticismo en el que su debilidad, el único que podrá llevarme al huerto, es Alain Delon.

Máxima preparación

              El fotógrafo dispara su cámara, disfrutando los increíbles claroscuros de las vidrieras del Arnau que recubren las ventanas de un Pub acogedor, situado arriba tras los palcos, que antaño permitían a los maridos efectuar transacciones comerciales mientras las esposas admiraban el espectáculo cupletero. Observo a la artista. Ha ido puliendo su imagen a través del tiempo pasado desde que, con ocho años, empezara a patearsu los pueblos con la compañía de Esteso, padre del humorista actual. Y aunque la coquetería la empuje a negarlo, pensé que las fotos eran sólo en el escenario, si no, me hubiera preparado, está claro que la preparación ha ido al máximo y eso está muy bien en una profesional de la imagen. Su esbeltez menuda configura un cuerpo gracioso, de magníficas piernas y seno breve, que le permiten una notable ligereza en el baile flamenco con el que, enlazado al genio de su raza, logra trenzar el magnífico cuadro Recordando a Carmen Amaya, que en verdad la recuerda.

Ana Mª Ferrin

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