Ha coincidido mi visita al Círculo Castellano-Leonés de Barcelona en su nueva sede de Rbla. Capuchinos nº 89, con el primer día en que se reunían los componenteS.
La espléndida balconera de la sede del Círculo Castellano-Leonés, junto al Palacio de la Virreina. |
UNA POSICIÓN CONTROVERTIDA
Publicado en EL NORTE DE CASTILLA. 7 de Junio de 1986
EL PRESIDENTE DEL CÍRCULO CASTELLANO-LEONÉS
- Sr. Manuel Muñoz, usted lleva muchos años en Barcelona. ¿No se ha integrado en Cataluña? ¿Y sus hijos, de dónde se sienten más, catalanes o castellanos?
- Yo -contesta el presidente del CCL-, últimamente y cada vez más, me siento agredido en mis derechos. Y a mis hijos les tira más aquello que ésto, aunque alguno es de aquí. Pero con los carteles y las clases en catalán, se sienten extraños. Yo no quiero irme de aquí, aunque a muchos les dan indemnizaciones con tal de que se vayan. ¿A mi tierra? La recuerdo con un poco de todo, rabia y cariño. Pero olvidarme de mi tierra y sentirme de aquí, de eso nada. ¿Cómo vería usted a quien olvide su madre? ¿Mal, verdad? Pues es lo mismo. Y sin embargo muchos de los que vienen olvidan de donde son, y no se preocupan de buscar los centros donde nos reunimos.
- ¿Un centro para todos, dice usted? No es posible. Hay muy poca tolerancia, nosotros ya venimos del Centro Castellano-Leonés, y después de salir de allí aún nos hemos escindido en varios centros pequeños. Yo me fui porque no me entendía con ninguno de los dos presidentes, Arias y Prieto. De momento, tenemos fondos acumulados para un año de local, pero como no se acuerde más de nosotros la Junta de Castilla y León, mal estamos.
Me despido de este Círculo Castellano-Leonés, presidido por un vallisoletano serio y bienintencionado, además de valiente según mis informaciones de una época administrativa poco clara en los años 82/83, en la que consiguió con otros socios clarificar la nebulosa económica, lo que le acarreó muchos problemas. Sin embargo, reconozco observar un sentimiento excesivo de apego a la nostalgia, lo que dificulta una ubicación integradora normal en cualquier lugar que uno se encuentre. Echo a faltar entre estos amigos una consonancia del pasado con el presente. Un interés por la tierra que les acoge, que quizás suavizaría su estancia aquí.
Manuel Muñoz Moreno. Honestidad y añoranza
Después de contactar con Robert, 15 años, catalanista y simpatizante activo de Terra Lliure y La Crida (*), dos organizaciones independentistas catalanas, queda el interrogante sobre quiénes componen a los peligrosos provocadores. Medita sus respuestas componiendo un gesto de responsabilidad. También abordamos el tema de las rectificaciones que llevan a cabo manos anónimas eliminando el enunciado castellano de los letreros bilingües.
- Veo un contrasentido entre estos hechos y el artículo que leí ayer en el periódico sobre las ayudas que proporciona La Crida a quienes deseen volver a su tierra. ¿Usted las ve paralelas? Pues yo no. En cuanto a esas agresiones las veo censurables, pues también hay catalanes por ahí, con sus bailes y sus tradiciones, y me ofendería mucho que alguien los atacase por celebrarlos. Supongo que se tratará del clásico grupo de gamberros del que ningún pueblo se libra, como los Ultra Sur madrileños, o los supporters ingleses. Los letreros son un apartado muy puntualizable y subjetivo. Una cabina telefónica ¿se identifica o no? Un buzón de correos ¿se distingue o no? ¿Mercat o mercado?, ¿museu o museo? Estos casos y muchos más no precisan bilingüismo, con el catalán, basta. Sin embargo carreteras, autopistas, lugares oficiales, de servicios...En estos casos considero admisibles los dos idiomas.
- Mire -añade-, de tú a tú, somos todos iguales, pero éste es el nostre país. El que venga de fuera, respete nuestra cultura, y aprenda el catalán, será uno más. Pero si se resiste, que vuelva a su tierra. Si no quiere oír una clase en catalán y pasa el tiempo y no se molesta en aprenderlo, a su tierra. Piense que nuestra lengua siempre será una lengua de resistencia, por encontrarse geográficamente entre dos culturas tan potentes como la castellana y la francesa y si no ponemos los medios, en cuatro días la misma dinámica del progreso, acabaría con lo conseguido en siglos.
Me pongo en contacto con Pedro, un industrial palentino cercano a la cincuentena, y tomamos un café mientras se expresa en castellano después de veintitrés años trabajando en el mundo barcelonés.
- Pues voy a hablarte como lo siento. Una visita el Centro Regional alguna vez, vale. Pero a estas alturas de estancia, reuniéndote siempre con la misma gente en el mismo sitio, hablando de las mismas cosas, me da la sensación de estar en un búnker y me pondría a abrir las ventanas para que entrara el aire de la calle.
- Que los catalanes son listos como el hambre y que a lo tonto , a lo tonto, van avanzando en competencias, eso no lo dude. Pero es que funcionan, oye. La derecha es menos prepotente que en Castilla y la izquierda menos rígida y si es interesante para su pueblo pactar, pues pactan. Y en Castilla, ya sabes, pactista es un insulto y así nos va. El asunto del idioma yo no lo veo tan dramático. Mis hijos dan clase en catalán y en castellano, y no les cuesta, yo mismo no me doy cuenta de si estoy viendo T.V.E o T.V.3. Sé de gente que esto les trastorna, son capaces de tragarse un musical entero en inglés que ya me dirás de qué se enteran, y cambian de canal porque dicen que no entienden el catalán después de treinta años. O chicos de catorce años nacidos aquí que sólo los llevan a los centros regionales, porque no se entienden con otros niños.
Y concluye:
- Eso es ir contra la vida. No se puede afirmar, como he leído hace poco, que hay que guardar las raíces aunque haga cuatro o cinco generaciones que estén en Cataluña, porque por lo general existe una buena convivencia y esa juventud ya no es la de sus padres, ellos son otra circunstancia. Una cosa que es preciso meditar, consiste en que la Generalitat , a diferencia de otras autonomías, está deseosa de que todo el nacido aquí, forme parte de su realidad. Y con todos sus errores, pienso que hay bastante buena voluntad. Pero ojo, que nadie se engañe. Después de tantos años yo entiendo muy bien las claves de su lenguaje, y aunque no lo aclaren expresamente, cuando ellos dicen: Mi país, el país, nuestro futuro, nuestra sociedad, etc., están hablando de Cataluña, no de España. Y no hay que sorprenderse. A mí me fue mal en mi tierra y sin embargo, siento el mismo sentimiento respecto a ella. Al fin y al cabo, la nacionalidad es principalmente una cuestión de sentimientos.
-¿Por qué me vine de Soria? - Charo, con su pelo cortito y sus ojos vivarachos, cruza una pierna y se pellizca pensativa el hoyuelo de la barbilla-. Hace ya diez años...Me oprimía. No es que yo haga nada fuera de lo normal, pero la gente siempre llevándote cuenta de todo lo que haces, vigilándome, no lo soportaba. Vuelvo y estoy deseando salir de allí. Aquí vivo a gusto. Sí, en algún momento me he sentido culturalmente desplazada, pero la sensación de libertad me lo compensa.
Existe una carrera que es especialmente crítica en cuanto a la normalización del catalán; los profesionales de la enseñanza castellano-parlantes. Obligatoriamente se han debido “reciclar”, o sea, han recibido un margen de hasta cuatro años para adecuar su carrera, de forma que permita ejercerla en los idiomas con conocimientos histórico-sociales de ambos.
- Desde que empezó a aplicarse el plan, de mi escuela en la zona de Nou Barris se han marchado más de veinte maestros por su causa -me cuenta María, nacida cerca de Ciudad Rodrigo-. Hay personas que se niegan en redondo a hacer el curso porque no se atreven, o porque se sienten presionadas. Son muy diversas las posturas, pero el problema es delicado, es un hecho. Yo tengo ya cincuenta años y aunque estoy casada con un tarraconino nunca me había planteado el hablar catalán, pero a raíz de las disposiciones opté por estudiarlo como una asignatura más que actualizara la profesión, del mismo modo que me he aprendido la Constitución , y las matemáticas modernas y tantas otras cosas nuevas que han ido saliendo desde que acabé Magisterio.
Así que suelo ver la televisión catalana y si cuando voy a comprar un libro lo hay en catalán, lo prefiero, para coger soltura y vocabulario. Si lo piensa una bien, también aprendí francés y latín. Lo he tomado como un nuevo conocimiento para mi profesión, como un reto y muchos de mis compañeros también. Pero desgraciadamente no todos lo han visto así y los hay que después de muchos años aquí, están sufriendo un verdadero trauma.
Así que suelo ver la televisión catalana y si cuando voy a comprar un libro lo hay en catalán, lo prefiero, para coger soltura y vocabulario. Si lo piensa una bien, también aprendí francés y latín. Lo he tomado como un nuevo conocimiento para mi profesión, como un reto y muchos de mis compañeros también. Pero desgraciadamente no todos lo han visto así y los hay que después de muchos años aquí, están sufriendo un verdadero trauma.
- También te podría hablar de los casos de chauvinismo que a veces rozan el choteo -concluye-, como un profesor de Historia de Cataluña que tengo en el reciclaje. Tergiversa el lenguaje, no para de hablar de cuando el Imperio Catalán de Jaime I, época que, objetivamente, nunca llegó a esa categoría. Pero como mujer práctica que soy pienso que a estas personas fanáticas se les debe que las lenguas minoritarias hayan sobrevivido hasta nuestros días.
(*) "EL BANDO"
Ana Mª Ferrin
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