¡Vaya una jornada la del 17 de octubre! Pase lo que pase, resulten lo que resulten las Olimpiadas, nada nos podrá quitar el júbilo de ese día en que Barcelona se convirtió en una piña estallante de alegría celebrando el triunfo de las cosas bien hechas.
La Rambla de las Flores |
¡BARCELONA!
Publicado en Sant Andreu Expréss. Junio 1986
Como nunca he vivido del erario público –muy a mi pesar- evitaré el falso pudor de no felicitar a todos los que han hecho posible la designación, empezando por nuestro alcalde, el nieto de Joan Maragall, el poeta aquel que un día escribiera sobre la calle Jaume Giralt donde nació: Quan jo era petit / vivía arraulit / en un carrer negre. / El mur era humit / però el sol hi era alegre. (*)
Versos aplicables a tantas callecitas del viejo Sant Andreu. La calle del poeta Maragall era Jaume Giralt, a pocos metros del Museo Picasso, éste ya en una señorial calle Montcada, donde cada portal esconde un palacio y su principio es la bodega centenaria Cal Esteve, donde un aperitivo de solera combina de manera genial las anchoas con el champanillo.
Antes, a esas horas en que Joan Manuel Serrat hace suya la mar plena de rates i de mariners, los pescadores del barrio de la Barceloneta, los hombres que salen con sus aparejos como en los tiempos de Amílcar, llegan con su carga plateada, y vuelve a pararse el tiempo con el olor a sal y a mar.
¿Qué tienes niños? Pues agarra una cometa y llévalos al Poble Nou a la playa de la Mar Bella un domingo por la mañana. Mejor llévate tú otra y atraviesa hacia atrás el túnel del tiempo meciéndote en la infancia con algo que han descubierto antes que tú muchos otros adultos, como podrás comprobar sobre el terreno.
Puedes recordar que años después de la Guerra Civil, cuando el concepto de catalanidad era silenciado, la viva identidad buscaba una rendija por donde expresarse y acudía a buscar un cántaro de agua a la fuente de la plaza Santa María del Mar. Allí, más de cuatro veces se tarareaba La Santa Espina colectivamente, entre dientes, con la vista fija en algo escapado a la avidez de quienes destruyeron tantos símbolos, el escudo con cuatro barras de piedra que su misma humildad había hecho pasar desapercibido.(Puede verse situado en lo alto de un lateral del muro, donde se ubican la fuente y el pilón donde bebían las caballerías en su paso hasta el mercado de frutas y verduras, el Born)
Hoy, al pasear por Las Ramblas, un titular de prensa francés nos saluda desde un quiosco celebrando lo mucho que hemos cambiado. Giro un poco la vista hacia el Arco del Teatro y recuerdo que en el 1.300 el rey Pedro el Ceremonioso levantaba proclama de retirada a las mujeres alegres que establecían sus reales en el citado lugar. Sin embargo, yo diría que continúan allí buscándose la vida de igual modo.
Más adelante, en la plaza de Sant Jaume, he visto a unos hombres manifestándose y no había duda, eran el eco inextinguible de la voz de Joan de Canyamás, que unos metros más abajo, en la cárcel de la calle Libretería, siglos atrás había gritado: ¡Visca la terra i morin els mals governs! (a la vez que hundía su cuchillo en el cuello del rey Fernando el Católico, produciéndole una herida que a punto estuvo de costarle la vida). Realmente seguimos siendo los mismos, sólo que más civilizados, más viejos y por ello más sabios.
Felicidades a la Barkeno íbera. A la Colonia Favencia Julia Augusta Paterna Barcino.
Felicidades, Barcelona
Ana Mª Ferrin
(*) Cuando era pequeño/ vivía encogido/ en una calle negra/, el muro era húmedo/ pero el sol era alegre...
(**) Sardana cuya letra escrita por el poeta, dramaturgo y político Angel Guimerá, está extraída de la obra del mismo nombre y fue musicada por el compositor Enric Morera. Está considerada uno de los himnos catalanistas y posee una fuerte carga ideológica. Relata el paso de Jesús en primavera, con todo floreciendo a su paso. Y dice el estribillo "Somos y seremos gente catalana, tanto si se quiere como si no/ que no hay tierra más ufana bajo la capa del sol".
TITULAR FRANCÉS
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