RELATO
Continúa...
...De susto en susto, durante el verano se sucedieron diversas angustias provocadas por el pequeño Chus que marginaré para no alargar el relato. Pero la del 15 de Septiembre sí quedó fijada entre las más graves.
¡RÁPIDO, RÁPIDO!
Publicado en Gaudí y Más. 12 de agosto de 2017...Salió a beber en la fuente del patio... (www.coruna.gal) |
Era el primer día en que el niño acudía a
la guardería. La madre ya había hablado con la Directora avisándole de que el
niño era muy travieso. La mujer le
había contestado comprensiva, que no se preocupara, que ella tenía gran
experiencia en tratar a los pequeños. Sus ojos, en cambio, decían claramente: -Estas madres primerizas se creen únicas...
No habían pasado veinte minutos de la vuelta
a casa de Ana después de dejarlo, cuando una llamada a su puerta le mostraba a
la Directora con el niño en brazos, lloroso, con el brazo derecho doblado hacia
dentro y sujeto a un pañuelo atado tras el cuello. La cara surcada por los
churretes característicos del llanto y el polvo.
Después de calmar a la histérica mujer que
en menos de media hora había perdido todo su empaque, pudo enterarse de lo
sucedido:
-Es que resulta increíble –les
dijo entre lágrimas a los padres-. Salimos
al parque de al lado como todos los días y su hijo se fue al pequeño tobogán. Le ayudamos a subir por los peldaños y le preguntamos si ya se
había tirado por alguno. No llegó a contestarnos porque al oírnos, los cinco o
seis niños de su clase que se habían subido detrás suyo para acompañarlo se
lanzaron tras él…
Abreviando. Unamos un tobogán de metro y medio escaso, una melé de menudos personajes atascados de lado en la curva de la rampa con las piernas y brazos abiertos, quedando Chus comprimido entre la media docena de pequeños, dando como resultado una de las fracturas más complicadas que existen en un brazo de dos años, la de codo astillado, que el Dr. Mascaró del Hospital al que lo llevaron aseguró haber visto en su vida.
Abreviando. Unamos un tobogán de metro y medio escaso, una melé de menudos personajes atascados de lado en la curva de la rampa con las piernas y brazos abiertos, quedando Chus comprimido entre la media docena de pequeños, dando como resultado una de las fracturas más complicadas que existen en un brazo de dos años, la de codo astillado, que el Dr. Mascaró del Hospital al que lo llevaron aseguró haber visto en su vida.
Aquello ya fueron palabras mayores. Siendo un niño tan pequeño
e inquieto y necesitando inmovilidad, lo enyesaron desde la cintura al hombro para
evitar cualquier desplazamiento de los huesos que malograsen la soldadura. Cuarenta
días en total lo tuvieron escayolado con el brazo inmovilizado en ángulo.
Dentro de la tristeza, sin embargo, dos
meses de tranquilidad para la familia.
Unas semanas después de retirarle el yeso,
contento por moverse ya si dificultad, salía del baño nuestro amiguito. Saltando
por el pasillo en albornoz, tropezó al pisarse el cinturón, la prenda se le
abrió, le bajó por los brazos y al tener las manos cubiertas por la tela no
pudo protegerse, cayendo de plano en el suelo aplastándose el vientre, con el
resultado de un dolor tremendo en las costillas y los genitales amoratados más
de un mes. Percance que los llevó de nuevo a urgencias.
Todavía con la pelvis azulada y de nuevo después
del baño, se acercó otro día a la estufa con su padre, que llevaba la ropa para vestirlo
al calor. Nadie hubiera imaginado que a pesar de la protección de los aros que
resguardaban la placa eléctrica pudiera dañarse. Pero sí. Chus pisó descalzo unas piezas de Exín
Castillos con las que llevaba días intentando montar una casa, pero que en ese momento le sirvieron de
patinete llevándolo en volandas directo a colisionar su barriga contra la placa. Como resultado, teníamos de nuevo a Chus con la misma parte de su anatomía lesionada. Ésta vez con varias quemaduras que aunque leves, resultaron muy dolorosas por lo sensible de la piel en ese lugar.
Cuando al final pasaron el mal trago tras otro mes de cicatrización, para que empezara a habituarse de nuevo a la guardería y volviera a su vida
normal, la madre lo llevó un día al colegio para ver a sus amiguitos, con gran
alborozo del niño. Salieron al patio y se acercó a beber agua en la fuente. Ese gesto inocente hizo que otro chavalín, al querer beber también, se le subió a la espalda y Chus se pegó un
golpe en la boca con el pitorro metálico de la pileta que le partió el labio inferior tan
profundamente que se le veían las encias.
Con todo el dolor a cuestas, con la boca
de su hijo sangrando escandalosamente por el pañuelo que la madre le apretaba
contra la boca y los dos llenos de manchas, entraron madre e hijo entre
lágrimas, en el Ambulatorio…
Por desgracia el
médico de guardia era el mismo de las tres últimas ocasiones, aquel en quien Ana había notado una mirada acusadora. Por aquellos días, una campaña de Unicef mostraba en la prensa los malos tratos a menores por parte de padres desnaturalizados y esa circunstancia no
era ajena a la reacción del médico hacia la madre.
-Señora mía -le dijo, mirándola con desprecio-.
Me ha traído a su hijo con tal variedad de síntomas: quemaduras, traumatismos,
heridas, que le voy a dar un consejo: No quiero volver
a verla por aquí. Madres como usted, tan dejadas e incompetentes, me dan asco, son una vergüenza. Y más cuando viéndola, nadie lo diría. No, no se quede mirándome con esa cara de idiota.
Desde luego no sé si es Vd. tonta, o la mama. ¡Váyase a la sala de espera mientras curo al niño! ¡Fuera de aquí!
Aquellos momentos de humillación que la dejaron muda y seguramente, como afirmaba el médico, con cara de perfecta idiota (él era un
hombre joven y ella tenía veintitrés años) no supusieron, sin embargo, un recuerdo de rencor. Después de insultarla, le cosió tan bien el labio a su hijo, con tanto arte, que pudiendo haberle quedado la cara desfigurada de por vida, la boca de Chus no guarda la más leve cicatriz. Como añadió Ana con agradecimiento al contarme el episodio: -Él cumplía con su obligación. Sólo pensaba en el bien de mi hijo.
Me imagino como se debía de sentir siempre la madre con un hijo tan activo y a la vez cayendo en todos los obstáculos que le iba trazando su camino.
ResponderEliminarUn abrazo
Menos mal que cuando tenemos perspectiva de lo mucho que cuesta criar a un hijo, ya ha crecido. De no ser así...
EliminarAbrazos para ti.
Ay, pobre niño, la cosa se pone fea! Porque es que no sólo es un poco trasto, sino que también tiene mala pata para esas cosas el pobrecito. No sé si le hubiera venido bien un amuleto!
ResponderEliminarMenos mal que al menos sigue sano y salvo.
Feliz fin de semana.
Bisous
Todo fue transformándose, poniéndose en su sitio y demostrando que la Naturaleza es sabia de veras.
EliminarEmpieza la segunda quincena, bajan las temperaturas.
Se ve que es una lotería. Yo con mis dos hijos nunca tuve problemas, salvo lo que podría considerarse normal: alguna fiebre, algún brote de granos sospechosos... Hay críos que con dos o tres años atesoran más visitas a urgencias que mis dos "zagales" juntos, sumando entre los dos 67 años.
ResponderEliminarUn saludo, Ana.
Lo que cuentas es cierto. Varios hermanos criados igual, educados igual, con los mismos cuidados, a uno sus padres no ganaban para sustos y los demás prácticamente no les dieron ningún problema. Saludos para ti.
EliminarMajadero el médico. Posiblemente no tenía hijos...
ResponderEliminarEl niño también tenía una suerte para hacerse heridas...
Veremos la continuación. Seguro que no defrauda-
Besos
Manuel, sé de la gran corporatividad de los médicos, como de los periodistas. Prepotentes sin ningún tipo de valores, ética ni sensibilidad, los hay en todas las profesiones, ninguna se salva.
EliminarDel mismo modo que abundan los que se emplean a fondo, muy por encima de lo que reciben a cambio.
Espero que lo que sigue te provoque una sonrisa.
Cómo dirían en mi tierra ese pobre niño era el "pupas".....vaya mala suerte de accidentes tan seguidos y complicados y vaya disgusto para los padres.Espero que ya se haya pasado esa mala racha.Besicos
ResponderEliminarHola, Charo.
EliminarEl "niño" tiene hoy a su vez otro niño que nada tiene en común con el padre en cuanto a percances. En lo que sí se parece es en el carácter, tan sosegados y divertidos uno como el otro.
Qué intranquilidad tendrían siempre los padres!!.
ResponderEliminarDisgusto tras disgusto con un niño tan inquieto. El pobrecito tenía mal a suerte.
Besos
Pues fíjate que a mi me parece que tenía mucha suerte. Pasarle tantas cosas que podían haber sido graves y salir de todas vivo y bien..
EliminarAna esta segunda parte do seu relato, (2ª PARTE) ¡SIN ALIENTO!, é de tirar o fôlego. O pequeno Chus passou por momentos muito difíceis, os acidentes que sofreu, como o ferimento profundo na boca, que mal se pode acreditar na sua recuperação. A mãe também sofreu com tudo o que aconteceu ao filho, inclusive o maltrato do médico, que a compensou deixando o filho Chus sem cicatriz. O médico foi enérgico com ela, que, pelo bem que fez ao menino, parece não ter guardado ressentimento. Vamos ver como se conduzirá a mãe com dois filhos. Precisará daquele médico novamente, para os filhos?
ResponderEliminarGostei muito deste seu relato, Ana. Parabéns.
Um abraço.
Pedro
Pedro, ha captado usted bien el sentimiento de frustración de la madre.
EliminarA menudo los padres nos sentimos mal por no entender el porqué a nuestros hijos les pasan ciertas cosas, nos culpabilizamos demasiado.
A ver qué le parece lo que sigue. Saludos.
¡Pobre mamá! Me pongo en su piel y entiendo perfectamente sus desvelos. Un niño lo es siempre y, trasto o no, es imprevisible en sus idas y venidas, trastadas y demás aconteceres. Ya verás cuando el mío empiece a andar... Es bastante tranquilo, pero nunca se sabe...
ResponderEliminarUn beso
No quiero asustarte, pero Chus era/es, la tranquilidad en persona.
EliminarDe todos modos aunque todo fue cierto de la A a la Z, lo que cuento no es muy común, así que no te preocupes. Ana tuvo más niños y ninguno tenía ese ansia aventurero. Seguro que Javier será listo como sus padres y hará sus travesuras pero sin llegar a protagonizar otro relato. Así te lo deseo.
Grande es la calidad humana de la madre, Ana María. Mira que reconocer lo que hizo el médico por el hijo dañado de ella no es común, después de haber recibido aquella humillación del galeno.
ResponderEliminarPrefiero pensar como ella, Esteban. La verdad es que el médico, como diría un francés tenía la gracia “a l’arrière”. Pero si lo miras bien, intentaba proteger a un niño y eso es magnífico.
EliminarSaludos en un día trágico para mi ciudad.
Terrible Ana María lo del atentado en la Rambla. La humanidad toda esta expuesta a criminales suicidas, capaces de cometer las peores tropelías.
ResponderEliminarGracias, Esteban. Un abrazo.
EliminarLa Historia es implacable y acabaremos con ellos, no lo dudes.
I love this little kid.
ResponderEliminarHoy es un hombre estupendo.
EliminarPero si lo hubieras visto de niño, aparte de su característica traviesa era adorable.