Foto cabecera

Sant Quentin S-S - copia "SAN QUINTIN sur Sioule" Auvernia, Francia. Lugar de los antepasados de Antonio Gaudí.



EL TERCER SENTIDO. EL OLFATO EN LA PINTURA


 



                                “ … Las fragancias del jardín lo rodearon como las franjas polícromas de un arco iris… La sangre se le subió a la cabeza, luego le bajó hasta el centro del cuerpo y después le volvió a subir y bajar de nuevo, sin que él pudiera evitarlo. El ataque del aroma había sido demasiado súbito...”

                                                                El Perfume. Patrick Süskind




                                      De niña era un placer acercarme a dos establecimientos de mi barrio donde tostaban café y lo vendían junto al chocolate y la raíz de regaliz, todo un universo para los cinco sentidos. Una de las tiendas, la Casa Gispert, estaba en la calle dels Sombrerers nº 23, a pocos metros de mi casa en la plaza de Santa Mª del Mar. Era –y es, por fortuna, desde 1851-, un paraíso olfativo al que marchaba diligente cuando mi madre me enviaba en busca de pimentón o café, manzanilla o pimienta. De sus minúsculos cajones escapaban partículas invisibles que flotaban por el comercio y allí descubrí que se me daban bien los aromas, que era muy capaz de identificarlos por separado entre los infinitos que poblaban las tiendas, los mercados, como comprobaría más adelante. Pero la felicidad, al punto de atraerme y alejarme de mi pequeño círculo llevándome hasta el final de la calle Princesa nº 38, a la derecha casi llegando al Parque de la Ciudadela, se ocultaba en la Casa de Ángel Jobal (1). Allí, en esa cueva mágica de especies al por mayor donde el ama de casa no entraba porque el mínimo que se vendía era un kilo de cada producto, se ocultaba un Imperio del Sentido Olfativo que podías oler desde treinta o cuarenta metros antes, desde el cruce de la calle Moncada, que era por donde yo accedía a la calle Princesa. Doblaba la esquina y mi cuerpecillo de ocho o diez años ponía en marcha sus mecanismos olfativos con tal fuerza, que ahora mismo, mientras deslizo mis dedos por el teclado noto como mis brazos, mis piernas, la nuca, se me erizan ante aquel reflejo enervante. Atiborraban la tienda, no recipientes, sino sacos, sí, sacos rebosantes casi tan altos como yo, llenos hasta arriba de especies y hierbas aromáticas con su abigarrado colorido oriental y el potente olor del curry, del café, del chocolate en polvo, del orégano, manzanilla, menta. Su poder evocador expandiéndose hasta mi mente me hace la boca agua y ha guiado muchos pasos de mi vida hacia rincones donde reine el tercer sentido. 

                        A los afectados de anosmia o incapacidad de experimentar el sentido del olfato, va dedicado el presente texto. Entre muchos otros artistas, Pieter Brueghel el Viejo, acompañado por Rubens en las figuras, dedicó una tela excepcional al Olfato. Con él iniciamos el paseo.


En el Museo del Prado se guarda este cuadro de Jan Bueghel el Viejo, óleo sobre tabla de 1617. Las figuras como en el resto de la serie sobre los sentidos, son de Pedro Pablo Rubens. Hay matas y guirnaldas de flores, útiles de perfumista como redoma y alambique, estufa, infiernillo. Guantes de ámbar. Un mundo para el olfato

En esta composición, J. Angel  recrea el interior de la Casa Gispert  (tiendasantiguasbcn.blogspot.com)

Entrada de la Casa Gispert (casagispert.com)

La mezcla de especies multicolores y aromáticas atrapan nuestra percepción. 


IMPERIO DE LOS SENTIDOS

Publicado en Gaudí y Más. 23 de enero de 2021

                                   
                                 Podría reproducir mi biografía a base de olores y sé de muchas personas que también lo harían, muchos de ellos pintores. Quizás porque vengo de hacer la compra, ahora mismo estoy dispuesta a describir el olor salado del ramaje velloso que unía los tomates a las matas, balanceándose, cuando cd niña los arrancaba a tirones para llenar un cestillo. Inolvidable. Es un recuerdo fijo de mis vacaciones infantiles en el pueblo de Sant Vicenç dels Horts.   

                       El perfume Joya de mi madre y la colonia Álvarez Gómez con que nos peinaba.

                          El olor único del cuerpo amado.

                          El dulce vaho lactante de mis hijos.

                          La hierba tras la lluvia.
              
                          El pan del Forn de l'Apolonia de la calle Cambios Nuevos.

                         El olor a sal de las lapas que me comía, sorbiéndolas, cuando las arrancaba de las rocas del Rompeolas con la punta de una pequeña navaja . 

                      La tapia del Call (2) por la que escapaban a puñados jazmines y rosas.

                       Las Ramblas recién regadas y barridas  tras arreglar los puestos de flores sobre las ocho de la mañana. En la actualidad ya no existe ese paisaje olfativo porque las flores industriales, salvo en casos excepcionales, suelen ser inodoras. 

                         Esa cera de las velas en las capillas de Santa Mª del Mar y en las procesiones...


 Imagen reveladora de complicidad y olores a dos bandas 
                                        
El artista argentino Oscar Alejandro Casavalle pintó El Olfato en 2009
                        
En su Romeo y JulietaAnselm Feuerbach muestra al enamorado
llevándose un último aroma de su amada. Óleo. 1864

Como de nieve o lluvia / donde vive el amor que me domina...
(Poema de Julio Escobar)

Sorolla y sus niños, luz, sal, Mediterráneo. Olor a felicidad

J. Ibarrrondo pintó en 2001 estos tomates en pura sazón.

John William Watherhouse. Óleo de 1908

Cuadro de Barcelona. Paseando por las Ramblas

Acuarela del Cristo de la Fe en la plaza Belluga de Murcia. José Enrique Morejón
         
                       
                                 Nerón mandaba soltar palomas con las alas perfumadas en los banquetes para agasajar a los amigos. Pero pasemos a mayores con el emperador romano Heliogábalo, quien consiguió acabar con sus enemigos entre perfumes. Cederemos la palabra al historiador Carlos Fisas, a quien entrevisté y que tan bien sabía hacer realidad la máxima de ChestertonDivertido es lo contrario de aburrido, no de serio (3):

                                - Heliogábalo, aquel el emperador sirio que entró en Roma sobre un carro tirado por mujeres desnudas, tenía un cronista dedicado exclusivamente a anotar sus banquetes, cada uno de los cuales costaba como mínimo unas cien mil pesetas actuales.

                                ...Se hacía confeccionar pasteles de lengua de pavo real, ruiseñor y faisán, que dudamos verdaderamente de su valor desde el punto de vista culinario. Se jactaba de no haber bebido dos veces en el mismo vaso y, teniendo en cuenta que sus vasos eran de oro y plata, se puede calcular lo que debía costar un banquete. Un día invitó a ocho jorobados, ocho cojos, ocho gordos, ocho esqueléticos, ocho gotosos, ocho sordos, ocho negros y ocho albinos. Fue un capricho como cualquier otro, como por ejemplo, el que le llevó a sepultar y ahogar a unos invitados que no le satisfacían, bajo una cascada de pétalos de rosas que hizo soltar desde un falso techo.

                                   ...Heliogábalo mandó construir un patio de pórfido a fin de poder precipitarse en él desde lo alto de su palacio en caso de peligro de muerte. Por más seguridad, llevaba un anillo con una esmeralda hueca, llena de veneno. Por si fuera poco, tenía dispuesto un puñal de oro con la empuñadura de diamantes, así como una cuerda de oro y seda para ahorcarse si todo lo anterior fallaba.

                             ...Pero de nada le sirvieron tales previsiones porque, sorprendido cuando estaba haciendo sus necesidades más íntimas, fue asfixiado con la esponja con la que los romanos se limpiaban el trasero. Tenía dieciocho años.


Lawrence Alma-Tadema pintó en 1888 Las rosas de Heliogábalo, impresionado por el episodio histórico

                       Los perfumes han sido preferencia de artistas desde la antigüedad, siempre atentos a lo cotidiano. Aquí está el testimonio gráfico de su cronología.


El maestro de los perfumes en Egipto

Una dama romana rellenando con perfume un esenciero 


El anciano perfumista árabe supervisa la traída de las flores. Ahora viene el
momento de la alquimia. Destilar, condensar, separar, mezclar...

Con su avanzada publicidad, en Chez L'Armessin nos informaban de sus creaciones.
                
                               
                               Dando un giro al tema pasaremos a las pinturas de Arte con aromasPara ciegos. Los colores al agua, blanco, rojo, verde, violeta y naranja, contienen aroma de coco, fresa, eucalipto, uva y naranja. Una vez pintados, los cuadros pierden su perfume para que el espectador común no esté avisado y valore la obra sin tener en cuenta la invidencia de su autor.  

                         El invento viene de Uruguay, donde el artista y docente Rogelio Osorio y la ingeniera química Marcela Cozzo, creadora de las pinturas, colaboraron en una idea de gran originalidad hasta completar el proyecto que tantas satisfacciones está proporcionando a los artistas sin visión. Se trata de desarrollar sobre un plano una figura, a base de dibujar un contorno con una goma que puedan palpar para no salirse del espacio imaginado, clavando alfileres en los diversos puntos que uno considere relevantes. La sinergia de unir varios sentidos a la vez, permite al artista expresar su mundo interior por medio del olfato y el tacto. 
                    

De iz. a der., las pintoras Margot Bauhoffer, Glicina Medina y Linda Krudos (JulioBarcelos)

Marcela Cozzo, la ingeniera que desarrolló las pinturas.

Rogelio Osorio, el artista que promovió el proyecto con Marcela Cozzo 





Obras de artistas invidentes realizadas con las citadas pinturas

                                  Ahora, imaginemos que existen seres para quienes todas las experiencias que propiciaron los cuadros mostrados, no cuentan. Que nunca recordarán olfativamente los lugares visitados. Que cuando bañen a sus hijos, ese aroma a limpio de su piel, irrepetible, no les llegará. La biblioteca sensorial de su vida quedará sin un anaquel decisivo al no poder redondear los recuerdos por faltarles el olfato, el más primitivo, el que nos ha hecho sobrevivir hasta hoy. Socialmente desconocida y con un nombre que no nos dice nada, la anosmia o incapacidad de apreciar los olores la padece en España un 2 % de la población, que no es poco. En 1914 éramos 46.507.760 habitantes y según mis cálculos un buen número de personas vivimos sin disfrutar el placer de los aromas. Y sí, sí, como algún lector estará pensando... también con la suerte de no oler según qué ambientes.


                                   No sólo Patrick Süskind basó su novela en el olfato y su danza de sensaciones. Piet Vroon publicó un ensayo interdisciplinar sobre el que se ha llamado el menos noble de los sentidos, La seducción secreta, con notable despliegue de conocimientos. El mexicano Andrés Acosta con su libro Olfato nos descubre a los lampires. 

                                 Libros sobre Olfato de perro, Cuestión de olfato, Olfato de detective, son algunas lecturas, para adultos y público infantil, que se han ocupado de un sentido tenido por modesto pero que ha demostrado ser muy capaz de transmitirnos sensaciones duraderas.


Portada de la novela de Marta Tafalla, Nunca sabrás a qué huele Bagdad 
La escritora Marta Tafalla. (lacoruna.es)
                                                    
                                   La barcelonesa Marta Tafalla, doctora en Filosofía y autora de varios títulos anteriores, ha escrito Nunca sabrás a qué huele Bagdad. Se ha decidido a contar en esta novela muchos de los contratiempos que le ha procurado padecer anosmia, la deficiencia sensorial de los individuos carentes de olfato. Por el lado emocional son muchas las lagunas que le gustaría rellenar. Una, saber a qué huelen las personas. En la vertiente práctica, alguna que otra inquietud. Si se escapa el gas... Si se quema la comida... Si lo que está comiendo estará en buena condiciones...

                                       En lo social, varias preguntas asaltan a la autora. Entre ellas el porqué a un recién nacido se le revisan la vista y el oído pasando por alto el resto de sentidos, cuya carencia en el caso del olfato podrán pasar años hasta detectarse, o en clave cotidiana, no saber si estrenar o no ese perfume que le han regalado. De ahí su decisión de dar a conocer la peculiar manera en que los afectados por esa falta menor perciben la vida y sus paisajes. Su actitud personal, positiva, la lleva a cultivar jazmines, cuyo penetrante perfume no podrá apreciar. Pero como ella dice: - Cuando sientes nostalgia por algo que no has experimentado es mejor hablar de ello, soñar con eso y buscarlo...(4) 

                               Quién iba a decírmelo cuando empecé a tomar notas curiosas sobre este sentido unos veinte años atrás. Cuántas historias, cuantas andanzas, alrededor del olfato...


Ana Mª Ferrin

(1) La Casa Jobal se ha trasladado en la actualidad a la cercana calle de Comercio, 21,            aunque sigue presente y vacío el local de mis recuerdos con su antiguo rótulo

(2)  Call, en catalán. En castellano, barrio judío. En Barcelona.

(3) Entrevista a Carlos Fisas en 1987 :
        http://amf2010blog.blogspot.com.es/1987/06/carlos-fisas-hizo-la-mili-en-sant.html

(5)  Libro electrónico de Andrés Acosta, Olfato. Lectura gratuita:

32 comentarios:

  1. Los olores que percibes de niño se quedan contigo para siempre. Yo tengo metido en mi interior el olor cálido, penetrante y apetitoso de una vieja tahona donde mi madre compraba el pan y los colines camino de la escuela.
    Malo cuando no hay olor en tu memoria. Recuerdo al protagonista de El perfume que, de niño, no olía a nada.
    Muy interesante tu entrada, muy completa y muy bien documentada. Te ha debido llevar tu tiempo.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ese olor del pan y los bizcochos de niños nos envuelve, sigue haciéndolo, como una manta cálida.
      Esta entrada forma parte de una serie que escribí hace años en homenaje a la magnífica obra sobre los cinco sentidos, de Brueguel y Rubens.
      Un saludo y el deseo de que os cuidéis en estos días tan chungos.

      Eliminar
  2. Las aromas te envuelven en un mundo fantástico que te pierdes en él.
    Incluso los olores fuertes a especies suelen ser agradables.
    Bonita elección de imágenes acompañadas de buenos textos.
    Un buen domingo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Los pintores son una bendición a la hora de ilustrar una idea.
      Han abordado todo tipo de comportamientos humanos, descubriendo cuerpos y mentes. Aquí han estado grandiosos.
      Buena semana, MariPi

      Eliminar
  3. Tenemos en común esa fragancia de la colonia Álvarez Gómez, que a mis 85 años, sigo utilizando.
    Desgraciadamente se han perdido esas tiendas donde los aromas eran los que te animaban a la compra.
    El recuerdo olfativo de mi niñez, es del café que se tostaba y torrefactaba en la calle, delante de la tienda de Rafael Moro, en mi pueblo.
    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué cosa tan rica esa de tostar el café en la calle. Imagino a los vecinos viviendo en medio de algo que sólo su aroma ya alimenta.
      Que la entrada de este año sea buena.

      Eliminar
  4. Me gusta esa crónica o relato tan bien descrita de lo representativo que son los olores y como se guardan en nuestra memoria desde la infancia, es asombroso como mantenemos ahí recuerdos y situaciones a través del tiempo.
    Saludos Cordiales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hace poco me hicieron una sopa de ajo que saltaban las lágrimas de rica. Vista, olfato, gusto, un tropel de sensaciones.
      Fue como volver a la infancia, José Aº.

      Eliminar
  5. Los olores de la infancia... los recuerdos como si fuesen ahora mismo: El pan cuando llegaba y el de las arepas asadas en el budare, con leña... Incluso el perfume de lavanda Yardley que usaba mi papá y que después empecé a usar...

    Me ha gustado mucho. La anosmia es un signo patognomónico, del COVID. si lo has perdido, durante al menos una semana, estás contagiado...

    Besos Ana

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como estos trabajos los escribí hace años y sabía de la anosmia, cuando llegó el virus y empezaron a informar de los síntomas fue lo primero en que pensé, Y me duró días.
      Me levantaba, desayunaba, y cuando olía el café y saboreaba alguna pasta, ya respiraba tranquila.
      Espero que sigamos así. Saludos.

      Eliminar
  6. Cantidad de aromas han venido a mi recuerdo que no olvidaré jamás.Siendo niña y viviendo con mis padres en Valencia había una fábrica de muñecas de porcelana muy cerca de casa y el olor que desprendía todavía lo tengo muy metido.Otro olor inolvidable es el de la uva cuando está fermentando en la bodega que al haber trabajado en una de La Rioja durante años es imposible olvidar además también salía a la calle pudiéndolo oler los transeuntes... tengo unos cuantos más inolvidables.Ahora disfruto de las plantas aromáticas que siempre tengo en mi terraza.Tu entrada es fascinante y siempre aprendiendo cosas nuevas que te agradezco un momtón.Besicos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El olor del buen vino en La Rioja, una tierra en la que tanto he estado, es consustancial al paisaje. No tiene nada que ver con el desagradable olor avinagrado de algunas bodegas cuando no se ventilan. Y eso que yo no bebo, pero el aroma de una buena copa de vino en cualquier mesa es una delicia. Besicos a ti.

      Eliminar
  7. Cuántos olores de la infancia están en mi recuerdo!!.
    Al evocarlos, siento una gran emoción. Han quedado en mi memoria.
    El aroma del café recién hecho, de lavanda, de aquella colonia con olor a violeta que tanto me gustaba...
    Un beso, Ana María.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una colonia con olor a violeta...Mmmm, qué placer, Amalia.
      Un besazo.

      Eliminar
  8. Olá, Ana, aromas e cheiros... cheiros de nossa infância jamais esqueceremos. Lembro de uma flor que gostava muito, lembrava de seu cheiro mais do que qualquer outra flor, e consegui que uma pessoa me desse o nome da flor porque disse a ela: aquela flor dos cemitérios, branquinha e pequena, mas muito perfumada! E a pessoa me disse certinho. Esqueço do nome, mas jamais do chiero.
    Sua postagem é linda, tudo na base da memória. Os cheiros, os perfumes de avó, da mãe... são gratas recordações. As obras de arte aqui estão magníficas!
    Uma boa semana, Ana, com saúde e paz!
    beijo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bien cierto lo que dices, espero que nunca nos abandonen...
      Si tenemos suerte, porque ya sabes que el maldito virus a veces también se los lleva...
      Pero vamos a ser optimistas para que pronto olvidemos este mal sueño y volvamos a besarnos y achucharnos.
      Petonets, Tais.

      Eliminar
  9. Totalmente de acuerdo el olfato es uno de los sentidos que evoca muchos recuerdos.Me estoy riendo porque ahora mismo me estaba acordando de La Seda de Barcelona que era un tufo tan fuerte.
    Esos olores que te retrotraen a tantos momentos.Pobre quien no pueda tener esa sensación.

    Mira casi ni me entero que habías publicado estas dos entradas tan estupendas.

    Un beso desde este rinconcito




    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. -Disculpa Ana María que te deje el comentario por el móvil soy Bertha.

      BESOS.

      Eliminar
    2. Si, Bertha, era un horror. Siempre que volvíamos a Barcelona después de ir a la playa, aunque fuéramos distraídos ya sabíamos que estábamos en el Prat de Llobregat.

      No sé si tendrá que ver, pero también he tenido problemas con los mensajes y los comentarios. Un abrazo.

      Eliminar
  10. Fantástico, interesante y evocador tu post de hoy, Ana.
    Arte, historia, curiosidades...¿Quién da más y mejor?
    Me encanta , como no podía ser de otra manera, que hayas incluído un cuadro con el aroma de los cirios y las flores de la Semana Santa murciana. Y de un artista de la tierra. Esos olores embriagan y, a veces, muy condensados hasta aturden. Como los del incienso en las iglesias, recordar el magnífico botafumeiro de la Catedral de Santiago que intentaba solapar en tiempos medievales otros "olores" no deseados.
    La modernidad nos ha arrebatado alguno de los aromas de antes.
    De esos molinillos de café, que dejaban escapar entre el chirrido de su manivela un olor que resucitaba, al café encapsulado en aluminio y plástico, que por comodidad tomamos ahora, la verdad es que no hay color. Ni olor.
    Un abrazo
    un olorcito que te al que tomamos ahora encapsulado en aluminio y plástico

    ResponderEliminar
  11. Esa frase final se me ha colado, no sé...,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jamás tomo un café solo, pero su aroma es de lo más embriagador que conozco, así que hasta hace poco molía cada porción en un pequeño molinillo eléctrico, hasta que me he pasado al molido ya envasado.
      Pero a las cápsulas me resisto. Quizá porque la preparación manual en cada cafetera de cristal o italiana tiene un algo ceremonial que alarga los aromas, impregnando la casa.
      Abrazos, guapa.

      Eliminar
  12. Me ha encantado este artículo sobre los recuerdos de la infancia, tan bien currado.
    Yo vivía pared con pared de una perfumería, a la espalda de la casa estaba un tostadero de café Saimaza, muy, muy cerquita tenía la casa de las especias y una tienda de coloniales, pero, a pesar de estar rodeado de tantos y variados olores, el que más ha dejado huella en mi, es el olor de la droguería de mi abuelo Manuel, donde pasaba horas y horas con él, y que se ha perdido de las droguerías modernas.
    Buen trabajo, Ana.
    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, bueno, Manuel, lo tuyo ya es puro vicio. Con ese listado de aromas no hay duda de que eres un privilegiado, felicidades. Y es verdad lo que cuentas. Los envasados han barrido muchos de los diversos perfumes que nos envolvían.
      Saludos.

      Eliminar
  13. Ana, que buena idea la tuya esta de escribir sobre el sentido del olfato.
    ¡Excelente crónica amiga! Creo que no has dejado nada fuera de la misma. Desde lo evocador del sentido, la mirada de los artistas y datos de algunos personajes de la historia en relación al mismo.
    Me parece muy interesante los que nos cuentas sobre la experiencia en Uruguay para que puedan pintar artistas invidentes.

    Creo que el olfato es el sentido al que menos importancia le damos ...¡hasta que nos falta! Y digo esto en relación a amigas que lo han perdido a causa de haber padecido COVID y ¡vaya que lo extrañan!
    ¿Olores que me atrapan? Particularmente el de los caldos de verduras caseros en los cuales el apio es el rey de los aromas (comidas de la abuela). Café recién molido. El olor a tierra mojada y a "lluvia que llega" me remontan a mi infancia en campo de mis tíos...Solo para nombrar algunos y no aburrir.
    Va mi abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Antes de escribir esta serie hace unos años, no había oído jamás la palabra anosmia. Quien nos iba a decir que íbamos a vivir una experiencia como esta catástrofe mundial, de pura ciencia ficción.
      Acá lo recojo, LU.

      Eliminar
  14. He disfrutado un montón, Ana Mª con esta crónica tan aromática ocmo nostálgica, tengo muy buen olfato, para bien y para mal, pues me ocurre que si voy a comer a un Restaurante y tengo al lado alguien que se ha pasado con el perfume se me cierra el estómago y no soy capapz de comer.

    O como me ocurrió en un Restaurante Indio con comida tan especiada que mi olfato entro en conflicto con mi estómago, al no poder separar tanta gama olorosas y definir el sabor.

    Sigo utilizando algunos aromas de mi infancia, como lavanda, el jabón de marsella, y me vuelve loca el olor de la lluvia en verano o el de los recipientes de arcilla, y el olor del café recién tostado... Y las matas de los tomates de huerta, porque los de invernadero ya no huelen así...

    Una gozada visual también con las obras que has elegido, Ana Mª y esas pinceladas de Historia. Siempre aprendo y disfruto mucho leyendo tus crónicas tan bien escritas y documentadas.

    Un abrazo,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy bueno lo de "para bien o para mal".
      Aunque las personas que lo padecen no dudan en decir que es para mal. La falta de este sentido podrá evitarte un rato desagradable al lado de alguien, pero hará que te comas una ostra que pueda matarte por su mal estado o que no te enteres de que por muy limpia que estés, necesitas un desodorante.
      No lo dudes, si hemos llegado hasta aquí como habitantes, ha sido gracias al olfato de nuestros ancestros. Petonets.

      Eliminar
  15. El olfato no es el más afinado de mis sentidos, pero he de reconocer que hay olores que no se olvidan:
    -El petricor u olor a tierra mojada tras la lluvia.
    -La colonia de mi adolescencia.
    -El cantueso en la procesión del Corpus.
    -El piorno en floración.
    -El olor a galletas que impregna Aguilar de Campoo.
    -Ídem a aceite de oliva en Baeza.
    -A mar en San Sebastián.
    Con esos me quedo.
    Un beso

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a esta entrada sobre el olfato me he enterado por ti de que ese arbusto que tanto me gusta, además de ginesta, genista y hórreo, también se llama piorno. La colonia de los años más jóvenes no falla, se ha quedado en nuestro subconsciente.
      Y sobre todos los olores, el recuerdo de la primera vez que fui a Aguilar, donde kilómetros antes de entrar en el pueblo y otros tantos después de partir, aquel aroma a galletas, tan rico... Inolvidable. Un beso.

      Eliminar
  16. Hola Ana María, te devuelvo la visita a tu blog con mucho retraso, porque hace mucho tiempo que no entro al mío. te deseo que estés bien y no te haya perjudicado mucho la pandemia.
    FELICIDADES por las aportaciones que vas subiendo, tanto literarias como de pintura, valiosas, gracias!
    Un abrazo, o un codazo, Maru

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esto va de retrasos. Yo también llevo atrasada la revisión de los correos, por eso no había visto tu comentario.

      Un beso virtual pero grande. Voy a echar un vistazo a tu blog.
      Deseo que tú y los tuyos hayáis cruzado esta pandemia sanos y salvos.

      Eliminar