En 1950, Josep Mª Subirachs prosigue realizando su obra sabiendo que la creación nunca es absolutamente libre. En él proviene de sus lecturas, de pasajes de la Historia, de obras anteriores a él. A menudo buscando reproducir en piedra ese momento histórico o literario que logra conmoverlo, llevándole a realizar el viaje alquímico que va de la letra a la piedra.
Auguste Renoir , 1876. Desnudo al sol. Museo del Louvre |
Lawton Parker |
Desnudo de Edward Munch (1863-1944) |
F. van Hove, n.1942. Reflejo en el espejo |
Venus del espejo. Tiziano. 1555. National Gallery, Washington |
¡ENCANTADORA BELLEZA ORGÁNICA!...
Publicado en Gaudí y Más. 27 de mayo de 2023
Es en esa fecha cuando el escultor encuentra su línea. A partir de ahí las suaves curvas empiezan a fluidificarse en vellosidades rectas, éstas en vértices cada vez más afilados hasta llegar a convertirse en espinas punzantes. Una muestra podría ser su Clawdia Chauchat, personaje de La Montaña Mágica de Thomas Mann, desnudo vertical con los brazos levantados y doblados tras la cabeza que un año después al esculpir el artista su primer Maniquí-ídolo, ya había perdido cabeza y brazos formando sus tres bases junto a los senos, cinco figuras geométricas emergiendo del cuerpo, hasta que en 1953 y 1954 al repetir la misma figura, fuesen cinco púas que podían convertirse en una estrella gaudiniana.
Si años después, al proyectar la corona de espinas del Ecce Homo para la Fachada de la Pasión hubo quien viese un homenaje a Gaudí, los seguidores del escultor volvieron la vista hacia aquellos desnudos de los años cincuenta, unas veces esquematizados en vertical y otras en horizontal. Hallazgos, por tanto, que venían germinando en el artista desde mucho antes de su entrada en el templo.
Si años después, al proyectar la corona de espinas del Ecce Homo para la Fachada de la Pasión hubo quien viese un homenaje a Gaudí, los seguidores del escultor volvieron la vista hacia aquellos desnudos de los años cincuenta, unas veces esquematizados en vertical y otras en horizontal. Hallazgos, por tanto, que venían germinando en el artista desde mucho antes de su entrada en el templo.
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Maniquí-ídolo. 1951. Subirachs. Terracota |
Maniquí-ídolo. 1954. Subirachs. Bronce |
Gaudí. Constelación. Fachada del Nacimiento. Sagrada Familia. |
Corona de espinas de Cristo. F. de La Pasión. Subirachs |
Subirachs no fue un gran lector quizá porque su vista siempre fue débil, aún así, a pesar de sus dificultades lectoras sí se mostró fiel a determinados autores, a Sthendal en su Rojo y Negro, y en especial a Thomas Mann, de ambos podía recitar párrafos enteros. A éste último debe Subirachs la recreación de Clawdia Chauchat, transformando una de sus imágenes favoritas de literaria a plástica, llevándola a tres dimensiones.
En un pasaje de La Montaña Mágica, Mann describe la calidad de un cuadro que representa a esa mujer, desvelando cómo a pesar de que el pintor no es especialmente hábil y que la tela en su conjunto no es una obra de arte, aún así, en la textura de la carne y en el color de su piel los miembros y el escote de la fémina palpitan, sudan. En ella la uniformidad académica del blanco ha dado paso a los claroscuros propios de lo vivido cuando el artista sabe de lo que pinta. Se intuyen recovecos, insinuantes y menudos pliegues, humedad, calor. La lubricidad conseguida por la tela es tal, que el narrador se muestra convencido de que si apoyara su rostro en la pintura no le llegarían olores de barnices ni aguarrás, sino la fragancia de aquel cuerpo rabiosamente vivo y carnal.
Rubens. Venus del Espejo. 1614-15 |
Renoir. Durmiendo tras el baño. 1897 |
Marco Ortolán. Carne de mujer |
José Cruz Herrera |
Túnica Rosa. 1927. Tamara de Lempicka |
Biblis. 1884. William Bouguereau |
Supe de una conversación entre Subirachs y un amigo suyo poeta en la que el escultor recitó el siguiente párrafo, lo que avala el impacto que debió causarle la novela de Thomas Mann para llegar al límite de memorizarlo con la delectación golosa de un crítico gastronómico:
... ¡Oh, encantadora belleza orgánica que no se compone de pintura al óleo ni de piedra, sino de materia viva y corruptible, llena del secreto febril y de la podredumbre! ¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre... Mira los omoplatos, cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda. Y la columna vertebral... y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y como la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas, bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa al acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! ¡Sí, Dios mío, déjame sentir el olor de la piel de su rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo!... ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros... imagen humana de agua y de albúmina!... (*)
Ana Mª Ferrin
(*) El episodio completo en la biografía de Josep Mª Subirachs, El Tacto y la Caricia. Subirachs, de Ana Mª Ferrin. Reseña y primer capítulo:
Una entrada llena de un arte bellísimo, he disfrutado viendo cada obra.Besicos
ResponderEliminarQue arte tan exquisito, muy querida Ana Ma.
ResponderEliminarAbrazos
Desbordado quedo Ana Mª. Toda una lección. Se lo mando a mi nieta que es muy amante del arte y este post le va a encantar.
ResponderEliminarGracias.
Efectivamente, un gran género artístico.
ResponderEliminarComo lo han demostrado tan grandes pintores.
Un beso, Ana María.
Muchas gracias, Ana, por este despliegue de arte femenino. Son muy instructivos tus textos.
ResponderEliminarSalu2.
Una muy buena entrada llena de arte como siempre ya nos tienes acostumbrados. Me he quedado un poco impactado con alguna belleza de algunos lienzos que desconocía, así como con el impactante relato del “El tacto y la caricia” sencillamente mágico y maravilloso.
ResponderEliminarGracias, Ana, por mostrarnos siempre la belleza en el arte.
Un gran abrazo y feliz semana.
Totalmente de acuerdo la creación no es totalmente libre.Pero si ,el estilo y ese momento de inspiración donde este estupendo artista le da su toque personal, no cabe duda que esa alquimia es perfecta, Pero no es producto de un día, es ser constante y sobre todo ser fiel a ti mismo.
ResponderEliminarUna entrada estupenda donde cada vez sabemos más de esta emblemática obra a ver si ya se concluye...
Un fuerte abrazo desde este Atlántico sur, Ana María
Ha sido un placer visitar esta maravillosa galería Ana Mª.
ResponderEliminarAbrazos.
Estupenda colección de desnudos de los mejores pintores de todos los tiempos. Desde luego, Subirachs estaba hipnotizado por las letras de Mann en esa difícil obra que es La montaña mágica.
ResponderEliminarAbrazos.
Creo que en esta entrada, demuestras que las artes y la literatura se retroalimentan. Yo diría que se necesitan porque tanto plástica como literatura generan su cosmos de lo que memoran y guardan de lo vivido. Por eso, esa pasión de Subirach por un aparte colmado de bello erotismo corporal, de La montaña mágica. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarUna explicación detallada del origen de esas esculturas. Otro argumento que apunta a que el arte es laimitación a la obra creadora que nos rodea y de la que somos parte.
ResponderEliminarHe quedado impactada por la seleccion de artistas, Bouguereau, Renoir, Tiziano, Sorolla, Parker, Rubens, la corona de espinas de Subirachs... todo es un sueño de amor al arte.
ResponderEliminarTe envio un abrazo cordial.