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Sant Quentin S-S - copia "SAN QUINTIN sur Sioule" Auvernia, Francia. Lugar de los antepasados de Antonio Gaudí.



DE CUANDO A JESÚS LO DETUVIERON A LAS 6 DE LA MAÑANA YENDO EN MOTO POR LA MONTAÑA, SILBANDO...





                        ...Cuando circulaba camino de Montmeló, por un sendero entre sembrados que unía este pueblo con Montornés del Vallés, en la provincia de Barcelona.

  Velada por la neblina que subía de un riachuelo, las primeras horas de la amanecida se abrían paso entre el vaho que desprendía la hierba. La falda de la cordillera litoral encarada al sol naciente, resplandecía, proyectando en el horizonte el lecho de Ella, sus sábanas duras y calientes, tan limpias, con olor a cereza. Silbaba y cantaba Jesús la canción de Sabina,  19 días y 500 noches: 



  ... luego todo  pasó. 
De repente, su dedo en mi espalda
 dibujó un corazón
 y mi mano le correspondió
 debajo de su falda.

                       
  Una dulce tiritera rebozó su pecho encrespándole el vello creyendo divisar entre nubes los cabellos rubios y rizados de la joven, donde acariciara su nuca introduciendo sus dedos en el pelo un par de kilómetros atrás, alisando las mechas suaves y fuertes. Unos agudos pitidos borraron las imágenes que él creía reales delante suyo, volviéndolo a la realidad. 

   Y la realidad era que se encontraba en pleno campo y dos agentes fuera del coche patrulla hacían sonar sus silbatos a un lado del camino indicándole por señas que se detuviera. Paró en seco la melodía silbada y así lo hizo.   

                         - Buenos días. A ver. Documentación-. El tono de la autoridad imponía.  

                                   - Si, un momento-. Como en sueños, aún sin entender la escena, quitándose el casco y abriendo el cierre de la cazadora, Jesús sacó del bolsillo interior la cartera entregándole el carnet al agente.

                                  - ¿Es esta su dirección?-, señaló  el policía de tráfico el documento, escuchándose el asentimiento del joven. Tras revisar los datos por las dos caras, pasó a interrogarlo sobre el lugar al que se dirigía: 

                                - Al trabajo-, le contestó el motorista. El paso siguiente lo dictó la visión del pequeño envoltorio de papel de aluminio que llevaba tras él, sujeto al asiento por un pulpo. 

                                -Y esto, ¿qué es? ¿qué lleva usted ahí?-. Ante el requerimiento del uniformado, la sonrisa del joven distendió su rostro desde los labios a los ojos, a la vez que hacía un ademán con la mano señalando el bulto que había provocado la sospecha, respondiendo al uniformado: 

                                   - Es mi bocadillo.  

  A pesar de que todo encajaba a la perfección, al policía no le acababa de cuadrar la escena, por lo que su mente iba limando cada arista, hasta llegar a la última. A ver: Un lunes a las 6 de la mañana con un frío de perros, un joven fresco y despejado cruzando el campo en una moto, con un bocadillo, según él. Pero cantando y silbando a todo pulmón...

                         - ¿Puede usted decirme qué motivos tiene para ir escandalizando, cantando y silbando campo a través con este tiempo?  

                             -  Pues... no sabría decirle. O quizá sí-. Añadió con un gesto de complicidad-: ¿Que soy muy, pero que muy, muy, feliz?





... Abriéndose paso entre el vaho que desprendía la hierba...
 
(Shutterstock. 69404726)


 SILBANDO...



Publicado en Gaudí y  Más. 1 de junio de 2019


                                      
                                                        
                                                                Silbando feliz a los 20 años corriendo sobre la moto de sus sueños tras acariciar a la mujer de sus sueños. O a los 12, como Hukleberry Finn pescando con Tom Sawyer en el Missisipi. Pedaleando por el pueblo en tu vieja bicicleta, corriendo al encuentro de la chica más guapa de la clase, que te espera. O volviendo del trabajo hacia tu casa, donde quienes te quieren te abrazarán.

  ¿Cómo se genera la felicidad? Qué mecanismos dispara para que la exterioricemos. Qué nos empuja a silbar y canturrear mientras cocinamos, nos duchamos, paseamos a nuestro perro, observamos un paisaje.

   Silbar, pitar, chiflar, rechiflar. Derivando, la chifladura acaba señalando al chiflado, quien se comporta de manera extravagante. O al que está enamorado, chiflado por otra persona. A quien pasea ensimismado envuelto en sus sueños componiendo un poema. A quien, en suma, los márgenes de la vida común le quedan estrechos, estallan, cuando desea abrir los pulmones y gritar a la vida.


   

Feliciano de Silva




Fray Luis de León




Pawel Maciwoda, bajo de la banda alemana de hard rock, Scorpions

                                    

                                    Una forma de comunicación sin género, ¿hombre? ¿mujer?, nadie podría responder a ese interrogante al oír El silbador (o silbadora) y su perro (*), ya sea  al ritmo del paseante o con puro swing en los labios Esperanto multifacético que lo mismo sirve para que los naturales de La Gomera se comuniquen de monte a monte, como para piropear a una mujer moldeando al aire su silueta sin que resulte políticamente incorrecto. Ilustrando la banda sonora de un western a labios de Kurt Savoy (**) o ejerciendo de comparsa para el músico que esboza una melodía, desde Otis Redding a Andrew Bird,  Enrique Bunbury o los de Scorpions.

   Utilizando el interior de la boca como caja de resonancia, silbar puede también convertirse en un instrumento para castigar, enviándole el dardo más agudo y rechinante, al político resabiado del que ya no servirán con nosotros sus falsas promesas. 

  Bueno también el silbo para lanzarlo, sin manos ni fuelle en los pulmones, cuando el batallón exhausto y harapiento del ejército inglés llegue a su destino junto al río Kwai

   Si Fray Luis de León se refirió a tan dulce sonido, como el cantar sabroso y no aprendido, de las aves, quizá, el silbar que aprendimos fácilmente de niños sea ese que nos abandona al convertirnos en adultos comprendiendo que perdimos las alas de lo bucólico. Y que nuestra libertad de pájaros acabó, por lo que será preciso clavar los pies en la tierra y olvidar que quizá ese fuera el modo del hombre para comunicarse antes de que el lenguaje hablado se desarrollara, ahí será bueno brindar un homenaje a Fernando Arrabal (***) y a su admirado Feliciano de Silva, aquel que estudió los signos sonoros que utilizaban los pájaros entre sí y el caballero con su montura. 


Ana Mª Ferrin



(*) El silbador y su perro

https://www.youtube.com/watch?v=E44kqjCI7sk

(**) Kurt Savoy
https://www.youtube.com/watch?v=JitCaDcCEvg

(***) Entrevista a Fernando Arrabal por Ana Mª Ferrin
https://amf2010blog.blogspot.com/2016/04/fernando-arrabal-se-compara-miguel-de.html


19 comentarios:

  1. Es difícil, Ana María, comprender la felicidad en plenitud, si se actúa bajo la premisa y el convencimiento que toda acción puede esconder un delito.
    Son dos polos que chocan.

    Sobre los silbidos, el más calificado debería ser el de admiración por una mujer y el más bienvenido el que nos alerta de algún peligro.

    Saludos australes.

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    1. Hay a quien las situaciones muy redondas le disparan el termostato de la intriga. Fíjate en Agatha Christie, que era capaz de detectar a un asesino entre la soporífera población de un minúsculo pueblo inglés.
      En cuanto a las preferencias que describes, diría que pareces saber de lo que hablas.
      Saludos, Esteban

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  2. Silbando y con las manos en los bolsillos mientras pateas una lata vacía de cocacola tiene una gran similitud con imitar a Caruso en la ducha cuando el agua está fría: una manera de exteriorizar un estado de ánimo especial.
    Lo que no sabemos es si el agente multó al final al motorista, no por ruidoso, sino por provocarle envidia.
    Un saludo.

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    1. Ahora que lo dices.
      Cuánta mala praxis habrá provocada por la envidia...

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  3. Recuerdo que siendo adolescentes en el barrio donde vivíamos (era un cuartel a las afueras de la ciudad)aprendimos un silvido para llamarnos cuando alguien estaba en casa y se le pedía salir pero yo en este sentido era torpe y nunca logré poder silvar bien, lo hacía para adentro que me salía regular pero para afuera misión imposible.Todavía puedo silvar para adentro....ya ves soy muy rara.Besicos

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    1. Querida Charo. Silbar bien no es fácil, un silbidillo para dentro o hacia afuera lo hacemos cualquiera, pero esos virtuosos que dan recitales son otra cosa.

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  4. Perfecta la contestación del joven y justificada la postura de los "polis".
    Hay que entender que eran las 6 de la madrugada, de un día frío y seguro que se les había terminado el termo de café caliente que les había preparado la parienta.
    Besos.

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    1. Todos cumplieron con su cometido.
      Aunque si al termo le hubieran añadido un cucurucho de churros, igual las cosas hubieran ido más finas. A ti, Juan L.

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  5. Yo hubiese contestado lo mismo...Soy feliz. incluso con el frío que pelaba.

    Besos Ana...Silbo cuando voy en el coche...a lo mejor me multan...

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    1. Querido Manuel, en esas circunstancias quien se acuerda del frío.
      Me has hecho recordar cuando silbábamos en el coche con los chicos.

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  6. Bom dia, aos 20 anos tudo é fácil, até o assobiar se transforma em linguagem, hoje continuo assobiar, está automatizado.
    AG

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    1. Aunque era cosa de chicos yo también aprendí de niña. Y también sigo silbando, cosa que a mi perro lo pone a ladrar.
      Yo creía que lo hacía bien...

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  7. Ojalá todos nos dedicáramos a silbar y cantar en cualquier momento del día, siempre y cuando no molestásemos al vecino, claro. Ciudad de silbidos y alegría aquella Salamanca de Fray Luis de León plagada de estudiantes y jovenzuelos, ávidos de aprender y volar en su paso por la adolescencia.
    Un beso

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    1. Me has disparado la imaginación.
      Carmen, quién pudiera haber presenciado la época de esas calles con su alboroto y el hambre de tanta vida en los ojos. Aunque supongo que pocas chicas estudiantes habría por allí, seguro que tú podrías contarnos algo sobre el tema. Abrazos.

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  8. Recuerdo melodías con silbido y gran arte. El puente sobre el río Kwai es magnífica.
    Un beso. Feliz fin de semana.

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    1. Amalia, a que nos das una sorpresa y resulta que eres una gran silbadora....Beszzos

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  9. Olá amiga!
    Passando para apreciar sua maravilhosa postagem e desejar-lhe um final de semana com muita saúde, paz, amor e felicidade. Abraços da família RH.

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  10. Desde casi 7000 km, un fuerte abrazo para ese centro del saber y gracias por la visita.

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  11. Como bien dice es muy difícil dominar esta técnica, yo apenas soy capaz de hacerlo al aspirar el aire, porque lo otro no es silbar, sino soplar.
    Así que me conformo con canturrear en la ducha, cuando me apetece, que también es saludable, si tenemos en cuenta aquello de que quien canta sus males espanta. Pero hágase en la ducha o en momentos de ocio, no a la hora de comer, que ya recordará que también se dice que quien come y canta, algún sentido le falta. Y aquí estamos todos muy cuerdos, ¿no?
    Saludos.

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