Ell la ciutat veié pecaminosa
Pel vici i pel pecat tota cercada
I va aixecar al cel un para-llamp;
Pedra picada, esvelta, harmoniosa
Que meravella sense està acabada!...
- Qui és ell?
– Gaudí Almogàver, fill del Camp. (*)
Joan Bertran
CAMPANARIOS CALVOS CON UN PELO
Publicado en Gaudí y Más. 22 de junio de 2019
No fue trabajando con martillo y cincel como el mallorquín Guillem Torres fue herido por un rayo en las obras de la Sagrada Familia. Su cometido consistía en accionar el montacargas, uno de cuyos cables de acero atrapó la descarga casi mortal que lo dejó incapacitado para el trabajo, paralizándole parte del cuerpo.
Desde la isla de la calma a Barcelona, pasando por ser capataz en las minas de Lérida, aquel hombre despierto que no desdeñaba el trabajo duro iba a terminar su etapa laboral en el templo barcelonés. Entre octubre de 1918 y marzo de 1919 se produjeron el accidente y la muerte del señor Guillem y en ese intérvalo de tiempo Antonio Gaudí subió varias veces a visitarlo al cuarto piso de la calle Cerdeña donde vivía con su familia.
Puede ser que a la simple atención al enfermo se añadiera un conocimiento más estrecho ¿de los tiempos en que el arquitecto trabajó transformandola Seo mallorquina? No puede afirmarse con seguridad, pero el hijo de Guillem Torres, Emilio, recordaría que a menudo Gaudí a pesar de sufrir fuertes crisis reumáticas, se agarraba con fuerza a la baranda y subía a pie los cuatro pisos del inmueble para hacer compañía a Guillem conversando distendidamente con él sobre las obras.
Desde la isla de la calma a Barcelona, pasando por ser capataz en las minas de Lérida, aquel hombre despierto que no desdeñaba el trabajo duro iba a terminar su etapa laboral en el templo barcelonés. Entre octubre de 1918 y marzo de 1919 se produjeron el accidente y la muerte del señor Guillem y en ese intérvalo de tiempo Antonio Gaudí subió varias veces a visitarlo al cuarto piso de la calle Cerdeña donde vivía con su familia.
Especialista en lo alto de una torre de la Sda. Familia. Arriba, el pararrayos. http://www.fairsl.com |
Puede ser que a la simple atención al enfermo se añadiera un conocimiento más estrecho ¿de los tiempos en que el arquitecto trabajó transformando
Un cierto sentido de responsabilidad pudo haberle quedado al arquitecto ante ante la desgracia sufrida por el obrero. En un rasgo de ese humor que tan solo conocían sus íntimos, Gaudí había comentado anteriormente su rechazo ante las desnudas terminaciones metálicas de los pararrayos que afeaban muchas construcciones. Seguramente, en paralelo a sus comentarios jocosos maduraba como protección alguna otra solución estética, pero la realidad era que por entonces no contemplaba instalar pararrayos: -Hacen parecer a los edificios cabezas calvas con un solo pelo en medio- solía responder cuando se le mencionaba el tema.
Pero tras el accidente de Guillem debió experimentar el pesar de haber tomado a la ligera un riesgo tan serio y cambió de actitud, declarando que una vez terminados los cuatro campanarios, lo que se preveía para 1930, se colocaría un pararrayos rematando cada terminal.
Pero tras el accidente de Guillem debió experimentar el pesar de haber tomado a la ligera un riesgo tan serio y cambió de actitud, declarando que una vez terminados los cuatro campanarios, lo que se preveía para 1930, se colocaría un pararrayos rematando cada terminal.
En esta curiosa imagen con los campanarios exteriores cambiados por los interiores, aunque muy débil pueden apreciarse los pararrayos. |
Aún así, ni él ni Guillem Torres llegarían a verlos. En 1927, un año después de morir Gaudí, se desencadenaron dos temporales que condujeron dos rayos hacia los únicos campanarios existentes, el de San Bernabé y el de San Matías, concluidos en 1925 y 1927 respectivamente.
En uno destrozó la cruz del remate, en el otro una de las bolas cayó sobre la cubierta que protegía a los canteros, rompiendo el techo que los salvó de sufrir una tragedia. El recuerdo de aquellos episodios guardado por los vecinos del barrio que vivieron allí su niñez, como el fotógrafo Joan Iriarte a quien entrevisté en 2010, era que tras las tormentas, los niños se acercaban a las torres para recoger del suelo los fragmentos de Murano que se veían esparcidos por los alrededores del templo al desprenderse de los pináculos. Con ellos jugaban, intercambiándose los distintos cristales de colores que guardaban en cajas de cerillas.
Esta serie de infortunios hicieron adelantar el primitivo plan de protección. La Providencia Divina parecía haberse cansado de esperar la previsión humana y no queriendo arriesgarse a nuevas desgracias, la Junta de Obras mandó colocar en 1928 un pararrayos en cada uno de los dos campanarios construidos, dedicados a los santos Bernabé y Matías.
En 2012, el grusta José Encina que llegaba a pasar 6 horas seguidas subido a 141 metros del nivel del suelo, en lo alto de la última grúa llegada a la Sagrada Familia, vive una realidad muy diferente a la que experimentó Guillem Torres en 1917.
Sigue siendo un trabajo duro, empezando porque debe trepar diariamente unos diez minutos por una escalera hasta llegar a su puesto de trabajo en la cabina acristalada de 1,70x2 metros de larga, cálido confort que lo protegerá de los embates de un viento que a esas cotas es cosa seria. De la niebla y sobre todo de las descargas eléctricas de los rayos que a menudo escapan a la atracción de los pararrayos instalados a pocos metros, en los campanarios: -Los pararrayos no impiden en todos los casos que toque un rayo -contaba Encina en La Vanguardia-. Lo notas por una fuerte descarga a la que sigue un destello de luz blanca.
Ana Mª Ferrin
En uno destrozó la cruz del remate, en el otro una de las bolas cayó sobre la cubierta que protegía a los canteros, rompiendo el techo que los salvó de sufrir una tragedia. El recuerdo de aquellos episodios guardado por los vecinos del barrio que vivieron allí su niñez, como el fotógrafo Joan Iriarte a quien entrevisté en 2010, era que tras las tormentas, los niños se acercaban a las torres para recoger del suelo los fragmentos de Murano que se veían esparcidos por los alrededores del templo al desprenderse de los pináculos. Con ellos jugaban, intercambiándose los distintos cristales de colores que guardaban en cajas de cerillas.
Campanario de San Bernabé de 98 metros de altura, único que Gaudí vio terminado en 1925 |
Vista posterior del 2º campanario, San Matías. 1927 |
Esta serie de infortunios hicieron adelantar el primitivo plan de protección. L
En 2012, el grusta José Encina que llegaba a pasar 6 horas seguidas subido a 141 metros del nivel del suelo, en lo alto de la última grúa llegada a la Sagrada Familia, vive una realidad muy diferente a la que experimentó Guillem Torres en 1917.
José Encina, gruísta de la Sagrada Familia. 2012. (lavanguardia.vivir.29/01/2012) |
La cabina de la última grúa llegada a la Sagrada Familia está equipada con muchos adelantos de confort para el técnico. Incluido un inodoro. |
Sigue siendo un trabajo duro, empezando porque debe trepar diariamente unos diez minutos por una escalera hasta llegar a su puesto de trabajo en la cabina acristalada de 1,70x2 metros de larga, cálido confort que lo protegerá de los embates de un viento que a esas cotas es cosa seria. De la niebla y sobre todo de las descargas eléctricas de los rayos que a menudo escapan a la atracción de los pararrayos instalados a pocos metros, en los campanarios: -Los pararrayos no impiden en todos los casos que toque un rayo -contaba Encina en La Vanguardia-. Lo notas por una fuerte descarga a la que sigue un destello de luz blanca.
Ana Mª Ferrin
(*) El veía la ciudad pecaminosa / Cercada por el vicio y el pecado./ Y elevó hacia el cielo un pararrayos./ Piedra picada, esbelta, armoniosa./¡Qué maravilla aún sin estar acabada!/ ¿Quién es él?/ –Gaudí el Almogávar, hijo del Campo.
Con "el Camp" el poeta se refiere al Baix Camp, Campo Bajo, comarca de Tarragona a la que pertenecen Reus y Riudoms, territorio natal de Gaudí
Con "el Camp" el poeta se refiere al Baix Camp, Campo Bajo, comarca de Tarragona a la que pertenecen Reus y Riudoms, territorio natal de Gaudí
En cuanto a los Almogávares fueron una tropa de infantería que formaba parte de los ejércitos de la Corona de Aragón en los siglos XIII y XIV. Por su gran bravura constituían la avanzada de choque en las batallas. En el poema se utiliza almogàver como sinónimo de valor hacia la figura de Antonio Gaudí.
El episodio aparece completo en el libro Gaudí. De Piedra y Fuego, de Ana Mª Ferrin:
El episodio aparece completo en el libro Gaudí. De Piedra y Fuego, de Ana Mª Ferrin:
Resulta tarea casi imposible que podamos apreciar desde el suelo la existencia de esos pararrayos. El de la cabina casi casi vive como un astronauta, solo le falta la comida en pastillas. El váter ya lo lleva incorporado.
ResponderEliminarUn saludo, Ana.
Cayetano, la imaginación es un bendito milagro. Hay que ver cómo podemos derivar una información, a qué pensamientos puede llevarnos...
EliminarTiene que ser terrible trabajar a esa altura, yo sería incapaz de hacerlo.Desconocía los sucesos que nos cuentas.Besicos
ResponderEliminarPues nunca antes había pensado en lo que cuentas, pero así es. No es alto el porcentaje de personas dotadas para ese trabajo.
EliminarPetonets.
Cuantas historias, cuanta humanidad, tras la construcción de la Sagrada Familia barcelonesa.
ResponderEliminarBesos.
Los templos están repletos de señales y anécdotas. Si pensamos en cómo se altera nuestra vida por cualquier menudencia donde entra un albañil, qué no vivirán esos miles, entre hierro y piedras...
EliminarLa magnificencia de muchas obras como las de la Sagrada Familia, Ana María, esconden esfuerzos incomprendidos y dramas profundos que construyen historias paralelas de por sí impactantes.
ResponderEliminarDe vez en cuando aparece algún loco/loca que logra meter la cabeza por las ranuras de esas obras monumentales y gracias a ellos conseguimos descubrir cómo era allí la vida cotidiana de los seres corrientes.
EliminarSaludos, Esteban.
Hola Ana:
ResponderEliminarUna obra titánica, como esta catedral, tiene sus miles de historias escondidas, como bien tienes traer muchas veces y sus héroes anónimos que hace que se pueda construir.
Besos Ana
La crónica menuda de la vida real en esos escenarios me parece muy atractiva. Qué no pasaría entre aquellas piedras, sin medidas de seguridad. Seguro que también andaba por allí algún galeno colega tuyo arreglando descalabros. Saludos.
EliminarEl trabajo de este hombre no es apto para quienes padece de vértigo.
ResponderEliminarSaludos.
Desde luego a mí no me encontrarían subida a un andamio a 100 metros comiendo un bocadillo, sentada en una viga mirando al vacío... Saludos DLT
EliminarEl señor Guillem no podría haber imaginado los adelantos que protegen hoy día, a pesar de que no se libran de vez en cuando de una descarga eléctrica inofensiva en su acción, a sus colegas. Duros tiempos aquellos, tiempos de héroes.
ResponderEliminarUn beso
Hará unos 30 años un veterano de las obras me contó que Gaudí era un maniático de las medidas de seguridad, que aún siendo muy elementales ya existían. Pero aunque él había llegado a poner multas, en cuanto podían, los obreros se quitaban el arnés.
EliminarPor lo visto, en aquel colectivo el tomar precauciones se consideraba un equivalente a estar falto de masculinidad y ser poco hombres, por eso preferían ir saltando por libre de tablón a tablón por los andamios. Algo hemos adelantado.
Yo no podría hacerlo.
ResponderEliminarEnorme trabajo y esfuerzo.
Un beso.
Tienes mucha razón, hay trabajos para los que además de vocación hay que tener unas determinadas características físicas.
EliminarAyer estuve en el embarcadero de un río y había un puente colgante que llevaba a la otra orilla. Parecía algo sencillo y excitante, pero fue poner un pie en la pasarela y desde el meñique del pie a la coronilla, todo mi cuerpo rechazó la aventura, se negó a seguir y ahí acabó el paseo.
Besos a ti.
Olá, Ana Maria, fico olhando para a Sagrada Família, assim como para outras construções dessa envergadura e fico a pensar o tanto que o homem faz para chegar ao objetivo traçado, quanta loucura, quanto risco! Hoje ainda, claro, com meios mais significativos e aperfeiçoados, já nem tanto perigo. Quanta coragem!
ResponderEliminarEu não olharia para baixo se fosse visitá-la!
Ótima postagem, gostei muito.
Beijo, um bom fim de semana!
Si pasas junto a una construcción de mucha altura y ves sus ventanas, puedes adivinar los huecos de los ascensores, los servicios y suministros energéticos, las escaleras, los cálculos de resistencia, ventilación, etc, todo controlado por programas que lo diseñan al milímetro y no puedes dejar de pensar en las grandes construcciones universales cuando todo se hacía a mano. A veces tienen 1000 o 2000 años y eso te reconcilia con el hombre y su valor. Buen fin de semana para vosotros.
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