Según el hinduismo el mundo
nació puro, de un mar de leche.
De ahí que limpio, inocente,
sin mancha, esterilizado, albo, inmaculado, nacarado, níveo, etc, etc,
encabecen un larguísimo listado de sinónimos para referirnos al color blanco. Y
si deseamos buscar su simbolismo en el retrato, no será menor la
paleta de que dispondremos.
Atrapando la luz, Rubens nos dejó clara su
intención al dejar desnudo el blanco cuerpo de Eurídice, la ninfa de los valles
de Tracia que enamoró a Orfeo, hijo de Apolo. Tras
hacerla su esposa, varias desdichadas circunstancias la arrojaron al inframundo
y otras varias llevaron a Orfeo a lograr rescatarla de allí. Pero la condición de los
dioses para permitirles esa resurrección pasaba porque el esposo caminara
delante de ella llevándola de la mano sin nunca mirarla. Hasta que, salida de
los infiernos al exterior, la luz del sol hubiera bañado completamente todo su
cuerpo.
Una vez los dos bajo los rayos matutinos,
loco de alegría por haber recuperado a su amada, Orfeo se volvió hacia Eurídice
para abrazarla sin darse cuenta de que uno de los pies de la ninfa aún no había
salido de las tinieblas a la luz. Ante sus ojos, volatilizándose, Eurídice
desapareció. Dejando para la posteridad uno de los más bellos pasajes de la
mitología griega, que Ovidio recogió en sus Metamorfosis.
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Huyendo de Hades y Perséfone, con el Can Cerbero a sus pies reposando las tres cabezas.
Orfeo y la lira. Eurídice con el pie en la oscuridad. Rubens, 1638.
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Marlene Dumas. La imagen como una carga. |
ANCLADAS, MIL PINCELADAS DE NIEVE
Publicado en Gaudí y Más. 9 de noviembre de 2019
A propósito he colocado bajo la obra de Rubens otra de Marlene Dumas para contrastar cómo puede conseguirse la unidad de propósitos partiendo de dos conceptos que no pueden ser más dispares. La virginidad del blanco, en manos adecuadas que muevan la luz podrá cambiar por completo el interrogante latente en el artista, siempre dispuesto a resaltar un determinado motivo.
Por lo general esa incidencia provendrá
de una fuente natural exterior. Sol, luna, o del haz luminoso producido
por cualquier elemento artificial. Sin olvidar la simple
ausencia de ropas en los cuerpos, la exposición de la piel ha sido tradicionalmente
un excelente foco de atracción para acaparar el protagonismo de un cuadro.
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Augustus John. Poppet, hija del pintor |
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El embarcadero. Anders Zorn |
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Goya y su Duquesa de Alba |
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Clotilde, mujer de Sorolla. Sujetando un sombrero, su hija María |
Un paseo por la intención del pintor nos llevará a descubrir qué juegos propone con toques maestros sobre las telas. Velos de Boticelli en un óleo. Un fragmento de El estudio de Coubert nos dirá cómo se las arregla el artista para introducir a Eros en la sobriedad de su atelier destacando a su musa con el sólo reflector natural del blanco, mientras a la derecha lee Baudelaire.
El lienzo con que Sorolla emboza a la mujer marroquí. La lencería descrita libremente por Goya con espesas pinceladas que muestran más que ocultan las gracias de la Maja vestida, mientras que en su versión Desnuda, la carne será protagonista de una mayúscula lección de arte. Compensando lo explícito de un tema que nada vela, con pinceladas de una extrema elegancia, el genio aragonés conseguirá la tectura de una piel traslúcida gracias a la delicadeza de su tratamiento.
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Boticelli y su Alegoría de la Primavera |
Chispeando una copa de champán, Francesc Masriera nos trae una Colombina vestida de blanco con sus pompones dorados y un corsé. La misma prenda, en negro, con que Tolouse-Lautrec recubre a la cocotte de blusa y sayas blancas, mientras la joven sirvienta de Nicolás-Bernard Lepicier se levanta de la cama, brillando entre sus alegres compañeras a pesar del triste blanco que la envuelve.
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La copa de champán, de Francesc Masriera |
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Tolouse-Lautrec
Levantándose por la mañana. Nicolás-Bernard Lepicier
Joaquín
Sorolla se sirvió del blanco en sus telas para varios fines. Remarcando la
inocencia de la infancia con su natural alegría y actividad por medio de un
elemental toque de camisa, sólo una pincelada de su color favorito y el cuadro
quedaba firmado. Pero no sólo en esas circunstancias, sino en otras muchas: _El mar cambia de humor... -solía decir el pintor para explicar su utilización en tan diversos campos como lo hicieron él y sus contemporáneos hacedores de luz.
Galería de blancos y niños marinos en las playas valencianas, por Sorolla
El hogar.
Un territorio donde los pintores del blanco siempre se han sentido a gusto. En la intimidad de su entorno, ya fuese un visitante o alguien del servicio, el hedonismo relajado en la plácida hora de un café, la salida del baño doméstico de unos pequeños así como las tareas rutinarias de los trabajadores vecinos, harán centellear la gama de luz con minúsculo fulgor en su choque con las telas, o con el agua, transportándonos hacia instantes felices.
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Aº García Peris, conocido fotógrafo suegro de Sorolla, pintado por él ante la casa |
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La esposa del pìntor Sorolla y sus hijos, Joaquín Sorolla |
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Interior al aire libre, de Ramón Casas |
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La costurera, Santiago Rusiñol |
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Cosiendo la vela, Sorolla |
A la vez, basándose en la utilización que ciertas culturas hacen del blanco como expresión de duelo, el pintor valenciano y sus coetáneos utilizaron su simbolismo ampliándolo al dolor y la enfermedad, sobre todo en personajes jóvenes. Potenciando con él la sensación de sufrimiento, no sólo del protagonista y sus acompañantes, de la misma manera lograron captar su impacto a través de la mirada del observador.
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Christian Krohg, La niña enferma. |
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La visita de la madre, Enrique Paternina |
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Maternidad. Aquí Sorolla plasmó el agotamiento de madre e hija tras el parto. |
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La convaleciente, Santiago Rusiñol (Ramón Muñoz.Flickr) |
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El enfermo crónico, Santiago Rusiñol. |
Especial mención merecen la serie de pinturas que Sorolla dedicó a su hija María, siguiéndola en su adolescencia y juventud a través de las diversas fases de la tuberculosis que padeció. Inicio, dolencia, gravedad, y una luminosa curación y recuperación, dejan constancia de que a veces la ilusión de una vocación, como fue la pintura para la joven, puede ser un excelente acicate para luchar por la sanación.
Con este pensamiento finalizo la entrada de hoy.
Dedicándola a todos los que en estos días se encuentran inmersos en la enfermedad, a ellos y a sus familiares, deseándoles mucha fuerza. Desde este rincón les enviamos toda la suerte del mundo.
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La serie de retratos de Sorolla a su hija María, durante el largo proceso de la
enfermedad, y ya fuera de peligro. Sobre estas líneas, un cuadro de la pintora. |
Ana Mª Ferrin
De donde se deduce que esta luz mediterránea, que por cierto hoy también nos acompaña, es única para la pintura, (véase Casas, Sorolla y Rusiñol.)
ResponderEliminarMuy buena lección de arte.
Besos.
Sin dudarlo, Juan.
EliminarSon tres maestros.
Vaya que nos hace falta en el mundo de hoy, Ana María,el concepto inicial del blanco.
ResponderEliminarAbrazo austral.
Cuánto da de sí la mente humana. Y cuánto cambio.
EliminarAún recuerdo a la reina Fabiola de blanco en el funeral de su marido el rey Balduino de Bélgica. Había rescatado la costumbre medieval. Saludos.
Has elegido obras muy representativas sobre este asunto.
ResponderEliminarUn color interesante por su simbología pero difícil de tratar para el que no sea todo un experto. La pureza, la luz, la vida, la juventud... incluso el dolor o la enfermedad en ciertas culturas como bien explicas.
Un saludo.
No hace tantos años,, las mujeres empezaban a vestir de negro muy jóvenes por los lutos familiares y ya no lo abandonaban, hoy celebro que esa costumbre casi haya desaparecido.
EliminarNo hay más que visitar Benidorm. A más años, más clara la indumentaria. Muy requetebién.
Bellísima colección de pinturas, me encantan Sorolla y Goya así que son las pinturas que más me han gustado sin desmerecer par nada el resto. Si me llega a "pillar" Rubens seguro que me usa de modelo para pintar a Eurídice por lo blanca que soy:-))Besicos
ResponderEliminarSe ve que te cuidas del sol, ese verdugo de las pieles blancas.
EliminarLos años de moda tomando el sol a todas horas y sin protección, ya pasaron, gracias a Dios.
El impresionismo es uno de los movimientos que me gusta. En Venezuela tuvimos un pintor llamado "el pintor de la luz". Se llamaba Armando Reverón. Algo excéntrico, y con problemas psiquiátricos, se le atribuyen muchas pinturas y dibujos y sobretodo sus muñecas de trapos.
ResponderEliminarBesos Ana
Recuerdo que alguien me habló de Reverón hace unos años (a ver si fuiste tú), y me pareció un tipo interesante con un mundo propio, onírico. El documental de los años 30, aún con las dificultades de visionado es excelente para entenderlo.
EliminarNo me extraña que, como tantos artistas que crean desde el otro lado de lo establecido, hiciera una obra tan original.
Bellas obras escogidas de grandes maestros y no menos bella exposición de arte has derrochado con dotes de buena experta. Ha sido una muy buena e interesante explicación de la simbología y representación de unos de los colores quizás más difíciles de plasmar en un lienzo, el blanco, acompañado de su luz. Felicidades por la entrada.
ResponderEliminarUn abrazo Ana.
Siempre es un placer encontrar nuevos caminos y comprobar cómo cada creador sabe verles una aplicación que hasta entonces no se había contemplado. Saludos.
EliminarQue bonita colección de cuadros. Y pensar que la luminosidad del blanco nos hace pensar en la pureza, alegría y los colores, no en vano es el color que refleja todos los demás; y sin embargo hasta llos Reyes Católicos era el color del luto.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, DLT.
EliminarPara que luego haya quien considera la moda algo superfluo, cuando es una expresión viva de la sociedad.
Vestir de negro el dolor, vale. Pero los años en que se utilizó para las novias en su boda, era de juzgado de guardia.
Ver esas fotos antiguas con ellas tan jovencitas, embutidas en aquellas roas mortuorias, dan una sensación de mal agüero...
Que buena selección nos has dejado, voy a conocer Anders Zorn, pues me ha gustado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pásate mañana por el blog...
EliminarPintar en blanco significa mezclar una amalgama de colores hasta conseguir la tonalidad que se desea, porque no es lo mismo pintar el blanco de una sábana al atardecer que con la luz pura de la mañana, con un objeto rojo a su lado o uno amarillo. Y no digamos cuando colocamos cerca unos blancos de otros: una camisa, una sábana, un camisón, el blanco de la pared. Para mí era un maestro del blanco Joaquín Sorolla y de ello da buena muestra en su Maternidad.
ResponderEliminarUn beso
Qué sensibilidad y delicadeza en Maternidad. Se diría que está sellando sus labios con el índice indicándonos silencio.
EliminarAgotados por el parto, madre e hija duermen.
Un abrazo.
Achei maravilhoso essa sua postagem sobre o 'estudo do branco', o alvo.
ResponderEliminarObras magníficas, não conhecia "O cais Anders Zorn". Fantástica!
Beijo, uma ótima semana, Ana Maria!
También mi invitación para que mañana pase usted por el blog.
EliminarPetons.
He disfrutado mucho con tu entrada Ana Mª, todas las pinturas son muy bellas aunque me quedo con Sorolla.
ResponderEliminarAbrazos.
Querida Conchi.
EliminarSorolla sabía de sufrimiento y gozo. Así pintó a su hija María.
Como não admirar esta sua postagem Ana? Aí está à mostra toda a força da cor branca na arte pictórica. Por um instante fiquei a imaginar as artes plásticas se essa cor branca. Penso que sem ela muito se perderia em expressão e em beleza.
ResponderEliminarUm bo final de semana, Ana. Beijo. Pedro
Buena pregunta.
EliminarMás o menos limpio o brillante, aún con una única pincelada en el punto concreto, el blanco suele proporcionar el contrapunto preciso para aclarar la intención del cuadro. Saludos