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AMFAv "DESPACHO" (JMS)



(2/2) BALADA DE ADA Y EVANS


 RELATO


Original de 
Ana Mª Ferrin

RPI


Continúa…

Este relato en dos partes lo publiqué 
en los años noventa, cuando el affaire
 Diana-Carlos-Camila estaba en su 
apogeo y yo viajé a Gran Bretaña.
Hoy, en vísperas de la coronación de
los reyes británicos me ha venido el 
recuerdo. Descrita la escena tal y como
  pasó en aquellas fechas, de escribirlo
 ahora, ¿sería políticamente correcto?






...y la primera voz,
y el poeta predicador,
nunca juzgan ni condenan,
sino que exponen y vuelven,
sencillo lo extraño
y extraño lo sencillo...

                                            Dylan Thomas. 
                                          Bajo el bosque lácteo



                            Según Mrs. Loch, dueña del pub El Jabalí de Oro, la cultura básicamente católica de Escocia es la responsable de que aquí un sureño no encuentre ese sentimiento que suele dividir al resto de Gran Bretaña en dos únicas razas: A un lado los ingleses, al otro el resto del mundo.

   Por su parte, Cecilio Blanco Rojo supone que como en cualquier otro lugar del mapa aquí habrá de todo, pero tampoco es cuestión de discutir, así que da las gracias por sus indicaciones y sigue con la familia camino de Edimburgo. Han pasado dos días familiares con los niños en un enclave rural que tiene todo lo que puedas desear. Menos sol, claro, que por algo están en latitud de brumas.

   Pero los paisajes son soberbios, la gente que han encontrado en toda Escocia desde Ullapool, amigable. Tierra donde los monumentos, castillos, iglesias, tienen esa pátina de autenticidad que va más allá de lo bien conservado, adherida al musgo de sus piedras y al color de su lluvia.

   Abierto a lo desconocido, avanza Cecilio Blanco Rojo por las Tierras Altas...


    


...atendiendo a sus clientes, barriles de anguilas, salmón, ahumados, pepinillos... (gettyimages.es)




Mercadillo de Pla Barraques en Alicante. Similar al de Evans (mercatplabarraques.com)



PATRÓN DE ANCESTROS

Publicado en el libro Los Ojos del Paraíso, de A.Mª.F. 1998
Publicado en Gaudí y Más. 12 de marzo de 2023




EVANS

         
                                              Llega el viajero a Edimburgo, capital de Escocia, una ciudad de panoramas espléndidos que producen sensación de luminosidad y espacios abiertos, algo contradictorio si tenemos en cuenta que casi todos sus edificios son de oscura piedra gris.

   En lo alto del cerro dominante se alza el antiguo castillo que da nombre a la ciudad. Por sus laderas se extiende el casco histórico, una zona de estrechos callejones y casas pintorescas que diríase pertenecientes a otro mapa, tan diferente es su arquitectura a la del resto del Reino Unido. Ya en el siglo XVIII algunos edificios tenían doce pisos de altura debido a la falta de espacio en la antigua capital amurallada

   Es día de mercadillo. Si prescindimos del idioma quedas trasplantado automáticamente a cualquier ubicación pueblerina o arrabalera nuestra, por el gesticulante y salvaje acoso al cliente que gastan sus vendedores, quienes lejos de flemas literarias te venden, gritando, a tanto la pieza la naranja española o a tanto la docena de manzana italiana, entre vestimentas salidas directamente de un relato de Dickens juntándose a golpe de viento con el multicolor puesto de gorros y bufandas, donde caben todos los equipamientos futboleros de la Gran Bretaña

   Aprovechando el gentío hacen su aparición los músicos callejeros. De pasado militar, si nos basamos en las numerosas condecoraciones que lucen con gran dignidad.



                                          Siempre me han seducido estos artistas.

   Nada en común con la nueva ola ejecutante de las esquinas. Los que me refiero están convencidos de que realizan un trabajo honorable y por ello, una vez acabada la actuación esperan tu tributo con la mirada atenta a recibir una justa retribución en reciprocidad a sus servicios. Como el gaitero que borda un delicado equilibrio entre la ejecución del Dios Salve a la Reina y el codazo a quienes intentan fotografiarse a su lado sin haber pasado por caja, indicándoles con la reluciente punta del zapato, la gorra con galones depositada en el suelo .

   Aquí, en algunos casos y al igual que en tantos países, mezcladas con lo legal, mercancías que se nos ofrecen como respetables proceden de orígenes poco claros, de ahí su baratura. Y no me importa reconocer que cuando viajo, visitar los mercadillos itinerantes y escandalosos carentes de vanidad, sólo con la vida en mayúsculas saltando de puesto en puesto, me pone al descubierto el verdadero tuétano de un país. No el de las multinacionales del lujo, sino el que se bate el cobre día a día.

   Entre la amalgama de tenderetes y por poco dinero estas ferias te ofrecen degustar exóticos sabores para nuestros paladares curiosos, solo al alcance de estómagos resistentes.

  Ahí precisamente encontró Cecilio a Evans, como escapado de Siete Novias para Siete Hermanos.

  Pelirrojo rizado con un corte imposible. Apunte de bigote y puntiaguda barbita que contornea unos labios moteados de pecas como todo en él, desde la amplia frente a las manos largas y rojas.

  Bajo la cazadora, la camisa abierta de cuadros azules deja ver una pequeña cruz y un colmillo, pendientes de una cadena en su pecho delgado y fuerte tapizado de vello rojo. Cruz danzarina por el trajín que lleva el joven entrando y sacando las manos y los cazos en los diferentes barriles con anguilas en gelatina, mariscos cocidos, ahumados, salmueras. Anchoas y salmón. Atún y pepinillos. Bacalao y pulpo. 

     -Evans, media libra de gambas –y añade con ojos pícaros el parroquiano de rasgos hindúes-: Qué, como te ha ido el fin de semana. ¿Por fin has ligado? ¿Le vas a dar una alegría a tus padres?
  
    - Nada, Quinn, esto está cada vez peor. Como me irá, que estoy por pedirte si quieres acostarte conmigo… 

   - Pues habla con Dorcas. Si ella me da permiso, por mí no hay inconveniente. Yo soy muy europeo- responde Quinn adoptando una pose afectada de hombre de mundo. 

    Con expresión grave, una ancianita que espera sentada en una silla, los reprende:

   -No hagáis broma. Yo tengo un primo que siempre se reía de esas cosas y ahora, a la vejez… Bueno. Mejor me callo –poniendo un dedo sobre sus labios y moviendo la cabeza, la abuela corta el tema entre las risas de los presentes.

   -Evans, ¿Te ha llegado el bacalao?le gritan desde el puesto de enfrente

  -Evans, guárdame dos docenas de arenquesencarga otro que pasa portando una carretilla

   El vendedor se da por enterado afirmando con la cabeza casi a la vez que atiende a una habitual.

  -Qué, ¿tienes invitados, Doreen?- se interesa, preguntándole a la compradora mientras revisa la lista que acaba de entregarle.

  -Sí, Evans, invitados... Menudos invitados. Tengo a mis cuñados- responde ella riendo con su cara redonda y suave de lirio y rosa, de esas que aunque cumplan años siempre parecen jóvenes.

   -¿Quienes? ¿Los ricos?

  -Sí, hermano, los de Londres. Se comen todo lo que tienes y encima parece que te hacen un favor. Pero mi marido quiere que compremos de lo mejor cuando vienen y que no paguen ni un chelín-, chaqueta gris y vestido rosa de escote generoso, guantes y gorro rojos, Doreen suelta sus quejas entre risas, con sentido del humor.

    -Claro mujer, tu marido tiene razón. Los ricos, como son ricos, no tienen que demostrar nada. Pero a tu marido y a ti como estáis en el paro no conviene que se os vean las costuras. Porque encima se alegrarían. Y eso sí que no, de ninguna manera-, concluye Evans apuntándola con un dedo.

   - No, hermano, eso nunca-. ríe ella.

  El pescadero sigue la conversación entre los comentarios de los compradores y aquello degenera en un batiburrillo de consideraciones sobre la familia, la Seguridad Social, la comida. Para acabar poniéndose todos de acuerdo en que la culpa última siempre la tiene el Gobierno.

    El rostro de Doreen se ha puesto serio por un momento, al decir:

   -No sé, yo tengo la esperanza de que este Primer Ministro cumpla sus promesas y anime a los empresarios a invertir -moviendo la cabeza, se sujeta el cabello que le escapa por detrás de las orejas -¿No te parece, McKeel? Tú vives en el Polígono.

  A su lado, el aludido de cazadora motera hace un gesto de escepticismo antes de contestar.

   -Inversión no quiere decir necesariamente puestos de trabajo. Mira la factoría ésa del silicio. Millones de libras en instalaciones y con una docena de técnicos e ingenieros, ya la manejan -hizo una pausa-. La mujer de John hace la limpieza allí y dice que aquello parece un cementerio, lleno de tubos y no se ve un alma.

    -¿La mujer de John? Hace días que no la veo. ¿Cómo les va a la pareja? ¿Siguen juntos? -se interesa el hombre de la barba que está a su lado. Bueno, hablar de barba es mucho decir, pues luce cuatro pelos largos bajo su labio inferior.

   -Claro que sigue con él. Debe haber llegado a la conclusión de que los celos son sentimientos pasionales, no son propios de mujeres rubias -el que habla, el hindú con mono de mecánico, se ríe, y al hacerlo abre una boca en la que podría guardar la caja de herramientas que reposa a su lado.

    El de los cuatro pelos en la barba vuelve a intervenir. Tiene chispa.

   -Ja, ja! Eso, rubia y fría, porque mira que es tiesa y fría. Si le cayera un whisky por encima, seguro que el hielo no se le derretiría. Le quedaría de diadema, ja, ja, ja -y siguió-. A mí hasta me da miedo. Entrar ahí debe ser como entrar en el triángulo de las Bermudas, ¡Uuuh! -levanta las manos agitando los dedos-. Mira, con el gusto que está demostrando en mujeres nuestro querido príncipe Charles, se la podríamos presentar -las risas del corro ya son generales.

  La misma y digna anciana con sombrerito naranja y gafas de montura metálica que poco antes los había regañado, le da al hombre dos golpecitos en el brazo para llamar su atención con voz suave:

 -Caballero, no ridiculice a nuestro próximo Rey. Su comportamiento con Camilla al preferirla a Lady Diana sólo prueba que es un ser humano -le dice, con una muestra de la antigua educación.

   -De eso no cabe duda, señora. Y tanto que es humano. Ningún otro ser vivo haría un ridículo de ese tamaño, señora. Ja, ja.

   Las risas ya se están volviendo sangrantes y al vendedor se le nota violento por los extranjeros que esperan. Al fin y al cabo -debe pensar- los trapos sucios deben lavarse en casa. Dirigiéndose al español, pregunta:

   -¿Qué desea?

   -Pulpo, deme medio.

   -Muy bien -y parándose en seco, añade: -No, imposible.

   -No, ¿qué?

   -No puedo venderle medio -informa el vendedor.
  
   -Pero, ¿por qué?

  -Verá usted. Los pulpos tienen ocho patas y sólo me queda éste de siete. Por lo tanto no puedo venderle medio.

   -¡Ah! ¿Es eso? Bueno, no hay ningún problema. Pues pártalo y deme una de las dos partes, cualquiera, la que desee.

   -No lo entiende. No voy a partir un tentáculo a lo largo, eso a mi padre no le gusta -aclara Evans pacientemente.

   -Oiga -en tono conciliador, Cecilio le responde-: A mí no me importa que la mitad que me dé tenga tres o cuatro patas, me es lo mismo. Y desde luego no hace falta que abra una pata en canal.

   Como respuesta, pensativo, el joven escocés levanta el pulpo con una mano hasta la altura de sus ojos. Lo mira atentamente, tanto, que acaba en pura abstracción. De un  momento a otro el cliente teme que se lance a recitar To be or not to be, como si en lugar de un pulpo sostenido por un tal Evans, pescadero de Edimburgo, fuese el príncipe Hamlet de Dinamarca con una calavera en la mano, quien estuviera frente a él.

 Cecilio enmudece. Inmóvil y fascinado, saboreando la escena gemela de la vivida días antes en Ourense, sin dejar de mirar al hombre que acaba de argumentarle la negativa con el mismo descabellado razonamiento que había escuchado de labios de Ada. 

   Es que no me lo puedo creer –dice para sí-. Son dos almas gemelas.

  Sacudiendo su cabeza rebelde, el tendero deja el pulpo sobre la mesa de madera y se seca las manos en el trapo de rayas que pende del delantal, diciéndole pensativo a su interlocutor, mientras con aire cansado intenta alisarse el pelo hacia atrás con la mano abierta. Tarea inútil, claro:

   -Señor, vamos a dejarlo. Mi padre sigue esta norma desde hace cuarenta años y yo no pienso cambiarla. En cualquier otro puesto podrá comprar el pulpo a su gusto.

   Sigue cumpliéndose el mismo guion. Pero esta vez el vendedor ha dado con un veterano, su paso por Galicia no ha sido en vano. Sin dar tiempo a que pregunte al siguiente cliente lo que desea, Cecilio se dirige al feriante como el que no quiere la cosa, sin darle mucha importancia:

   -Vende usted las patas sueltas, ¿verdad?

   -Claro que sí, caballero. Con su trozo de cabeza correspondiente

   -Póngame cuatro patas, por favor.

   -Enseguida, señor.

   Diligente, Evans coge con la mano derecha el famoso pulpo y con la tijera en la izquierda va separando las piezas pedidas, colocándolas sobre un papel en la balanza. A continuación toma el trozo de cabeza que resta, cortándola por la mitad. En un suspiro pesa, envuelve y cobra.

   -Aquí tiene el cambio.

   Dedos rojizos, dedos blancos, papel moneda y monedas. Y a otra cosa.

 Acabada la venta seguida con interés por la media docena de habituales, la conversación general vuelve a tomar el empuje cotidiano entre gentes que se conocen desde siempre. 

   Un repertorio de dogmas de lo más original: Las mujeres destructivas, las suegras unas brujas, los maridos unos pendones. Y por encima de todo, al revés de lo que decía el filósofo, que un buen polvo siempre será superior a una idea.

  Cimbreando la bolsa de plástico en el aire camino de su coche, el zamorano Cecilio echa una mirada al monumento neogótico de Sir Walter Scott, con perro incluido, que se divisa al pie del cerro junto a Princess Street.

   
                                             De repente, aparecen por la esquina los gaiteros de la Guardia Real de Dragones con su uniforme de faldas rojas, en silencio, desfilando ante él y tapándole la panorámica. Van dejando atrás la catedral de St. Giles camino de una concentración musical en la cercana plaza de armas del castillo, donde más tarde dará comienzo la espectacular retreta. Justo al pasar comienzan la afinación individual de los instrumentos, apuntando algo parecido a una marcha disonante que a Cecilio le suena a conocida.

   Son sólo las cuatro de la tarde, aunque el cielo está oscureciendo tanto que se diría que de un momento a otro va a pasar algo muy dramático. Cecilio se echa al hombro la bolsa con una sonrisa, pensando en la pareja de vendedores, Ada la gallega, Evans el escocés, y en qué cosas tiene el destino. 

   La sonrisa da paso a una expresión de sorpresa al captar la melodía que va tomando cuerpo en los instrumentos de los músicos. Se detiene para escuchar mejor los acordes porque le parece imposible lo que oye. Pero es la realidad. Lo que van tocando los marciales Dragones de Su Graciosa Majestad a ritmo de marcha, no es ni más ni menos, que: ¡Macarena!

  Sorprendente lenguaje universal en clave de corcheas. Realismo mágico y esperpento celta.

    Magia, meigas volanderas, wiccas escocesas... 

                                ... las notas quedan flotando hasta difuminarse por los antiguos muros de la ciudad...     


            ¡Eh! ¡Macarena!


Ana Mª Ferrin

41 comentarios:

  1. Gracias, amiga Ana, por tan generoso, y ameno artículo, y aunque lo sitúas en Escocia, está lleno de detalles que confirman esa famosa flema británica en las respuestas de Evans, que no pierde ni el humor ni la serenidad, vamos, que tiene salida para todo y para todos.
    Y como siempre, he disfrutado mucho leyéndote.
    un fuerte abrazo.

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    1. Es así, Manuel. A veces las personas nos obcecamos en una idea sin sopesarla, aunque a los demás les suene incoherente.
      Buena semana.

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  2. Exacto. Acá presentas la misma discusión que se le presentaron a tus personajes en Galicia, cuando lo del queso. Debo rescatar el cómo recreas la atmósfera de los pueblos de "Las tierras altas". Perolo que más megustó fue ese desenlace en que los veteranos músicos se desprenden a tocar la Macarena. Esto es lo mejor de todo.
    En otro orden. Voy a escribirte a tu correo para enviarte miúltimo libro,el que fue editado en el 2012, es solo para que vayas viendo cómo es mi estilo o mi trayectoria. algunos los publiqué en tigrero pero aun me falta.
    Por cierto, dentro de pocos meses debe estar saliendo mi tercer libro. Atenta y luego te doy detalles.

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    1. Lo de los músicos fue increíble. Ni por lugar ni por ambiente hubiéramos esperado algo así.
      Pero la reacción de cada uno ante la música es imprevisible, y para quienes hemos crecido en nuestra tierra viendo desde niños a viajeros de todo el mundo, no es nada raro encontrar alemanes, ingleses o japoneses lanzándose a bailar flamenco con todo fervor.
      Algo que me parece estupendo.
      Saludos.

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  3. Me encantó el relato y el final totalmente inesperado y muy bueno.Besicos

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    1. Y cierto de la A a la Zeta, Charo.
      Un besazo.

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    2. JULIA LÓPEZ HA COMENTADO:
      COMENTARIO RESCATADO DEL ARCHIVO DEL BLOG.
      "(2/2) BALADA DE ADA Y EVANS"
      14 mar 2023
      Un interesante y ameno relato. Muy bien explicado.
      Un abrazo

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    3. Hola, Julia. Como ves, aunque complicado tu visita se ha rescatado. Gracias

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  4. Realismo sin duda con .ese libre albedrío ,con todo el respeto.A mí también me gusta adentrarme por los mercadillos, ahí se ve la idiosincrasia de cada lugar, aunque estos dos lugares tan distantes tengan esa herencia Celta en muchos rasgos.y de eso Cecilio ya iba aprendido jajaja.
    Me ha encantado ambas partes y es verdad que no es lo mísmo ser británico a ser inglés...La música ese idioma universal que gracias a ella podemos entendernos un poco mejor:))
    Bicos , Anna
    PS: lo aprendí en mi época en Sargadelos, nunca he pasado tanto frio madre mía:(

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    1. Por Dios, Bertha, no me recuerdes el frío que pasamos un verano en Lugo. Mis hijos eran pequeños, estaban maravillados de la belleza de una playa de Vivero y se empeñaron en descalzarse y meter los pies en el agua. Mientras se quitaban las wambas, oímos por un altavoz la recomendación de "mojarse los pulsos y las sienes antes de bañarse". No seguiré. Era evidente que no íbamos ni bien informados, ni vestidos como debiéramos.
      Como la zona nos gustó tanto, nos quedó la idea de volver en otro momento, lo que nunca más se dio.
      Así que te comprendo muy bien. Petonets

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  5. Olá, Ana,
    Muito interessante artigo, onde é descrito de uma forma objetiva, certo comportamento das pessoas
    Gostei muito.
    Deixo os meus votos, de uma excelente semana!
    Beijos e abraços.

    Mário Margaride

    http://poesiaaquiesta.blogspot.com

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    1. Buenos días, Mario. Y buena semana.
      Si se nos observa, todos damos pie a sorprender las miradas.
      Saludos.

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  6. A wonderful story, thank you for sharing.

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    1. Vamos camino del buen tiempo. Buen Tiempo para ver, enfocar, disparar la cámara y escribir. Saludos.

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  7. ¡Una entrada genial!
    No hay nada como el batiburrillo en un mercado, es donde se conoce y se toma el pulso a una sociedad.
    También soy de los que siempre se mete en los de las ciudades a visitar.
    Lo de "Piove...porco goberno" es universal.
    Me has recordado una estancia por Escocia ya hace demasiados años, pero que sigue viva en mi cabeza. ;) ¡Gracias!
    Petonets!

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    1. El dicho italiano que citas es el Evangelio, cierto de cabo a rabo.
      Saludos y buena semana.

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  8. Jejeje! Muy bueno ese unión del queso de tetilla y el pulpo. Estupenda la descripción de Edimburgo, el ambiente y hasta esas bandas que cuando estuve había en el castillo un festival.
    Estupendo relato

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    1. Hola, Fernando. Las bandas de gaiteros son espectaculares. Aparte de los instrumentos lo cuidan todo, vestimenta, etc.

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  9. Es un relato excelente y muy ameno.
    Estupendo el detalle del pulpo al igual que el del queso gallego.
    Y brillante el final!..
    Un beso.

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    1. Amalia, como te sale lo gallego...
      Me alegra que te haya gustado. Un besazo.

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  10. Espero que un pulpo de siete patas no sea un mal presagio.
    Escribes muy bien.

    Saludos.

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    1. Hola, TS.
      Te informo de que en realidad existe un pulpo de siete brazos. Aunque no sea exactamente así, porque el 8º es su aparato reproductor y lo lleva encogido dentro de una bolsa bajo el ojo derecho. Me enteré ese mismo día. Como verás, la Naturaleza tiene sus truquillos.
      Saludos.

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  11. Entretenida historia que rezuma "retranca" y sabor gallego en un ambiente escocés. No me extraña que algo tengamos en común!
    Me ha sacado la sonrisa y los recuerdos de mis andanzas por Escocia, hace más de cuarenta años dónde, por primera vez, presenciamos una sesión de streaptease en una especie de pub, acompañadas por la persona que nos llevó en auto-stop hasta Edinburgo.
    Me encantó

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    1. Quizá fuera ese mismo año que cuentas, cuando al volver de vacaciones y salir una noche a un local de variedades que íbamos bastante, nos encontramos con el primer striptease integral que veíamos en Barcelona. Lo que nos provocó la risa porque precisamente veníamos de Hamburgo donde sin haberlo previsto nos topamos con un Festival del tema, de lo más salvaje y con algún punto cómico.
      ¡Ya somos europeos! - pensamos.
      Lógicamente me puse a escribir un relato sobre el tema, que ya publiqué y ahora rescataré para que así nos riamos un poco de esta vida tan loca.
      Petons

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  12. Sería capaz de viajar a Edimburgo con tal de escuchar en algún puesto del mercado una charla tan divertida y amena como la que nos traes y si finaliza con Macarena ya es total. Gracias.Ana Mªaría.
    Abrazos.

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    1. Hola, Conchi.
      Como le he respondido a Beatriz, voy a rescatar un relato de por ahí que nos hizo reír un rato largo.
      Abrazos.

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  13. Me ha gustado el realto Ana Mª, la descripción de Edimburgo, como se mantiene con interés, esa flema original de allí, y sobre todo el transmitir por este medio el mensaje, el hacernos llegar a todos el mismo.
    Feliz semana.
    Saludos Cordiales.

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    1. El que tiene gracia, tiene gracia, sea en Ourense o Edimburgo.
      Y los dos grupos estaban sembrados.
      Que tengas una buena y artística salida, J. Antonio.

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  14. Achei muito divertido ler o texto, nada como uma feira pra reunir vários personagens do povo de uma cidade e a conversa é sempre muito boa! Espero um dia conhecer Edimburgo! Beijos! :)

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    1. Hola, Ane.
      Con el buen humor que tenéis en tu tierra, seguro que una visita a vuestros mercadillos debe ser toda una experiencia.
      Un besazo.

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  15. Un relato de lo más mercadillero En los mercadillos si ponemos atención se entera uno hasta de lo de la callejina :))
    Muy bueno lo del pulpo. Como va a cortar el tendero un tentáculo a lo largo para que luego el padre se enfade.
    Buena noche.
    Un abrazo.

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    1. Hola, Laura.
      A Toro Salvaje le he respondido sobre el octavo tentáculo. Un dato que cuando me lo contaron me quedé a cuadros.
      Petons.

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  16. Precioso y muy ameno relato amiga Ana. Muy buena esa unión comparativa que algo de real debe de tener. Y la música callejera nunca puede faltar.
    Ese mercadillo que citas que está en el Campello (Alicante), hace tiempo que no suelo ir, pero cuando habitualmente lo hacía me lo pasaba muy bien, además de ser un gran y buen mercadillo con toda su idiosincrasia.
    Un gran abrazo Ana.

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    1. Por tu tierra vi una vez un mercadillo con un vendedor que no podía tener más arte para anunciar las mantas que vendía, de pelo. Se llamaba Ramonet y no he visto en mi vida cosa igual.
      Si tú lo viste seguro que lo recuerdas.
      Buena semana, Juan.

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  17. Hola, Ana Mª:
    Temo que en estos tiempos nuevos, tan salvajes contra el intelecto como los anteriores, tu texto sutil es y será tachado de incorrecto por generaciones de coros de ignorantes. Tal y como nos aconsejó Dylan Thomas “Never be lucid, never state, if you would be regarded great”.
    Un abrazo, Ana Mª.

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  18. Evans, en una diálogos magníficos frente al splin británico. Cuánto manejas esa naturaleza británica para un relato que agrada al lector. Un abrazo. Carlos

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    1. Celebro que te haya interesado la crónica.
      Gracias por tu tiempo.

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